«He trabajado toda mi vida y ahora me están robando»

m. vÁZQUEZ / m. cOBAS OURENSE / O BARCO / LA VOZ

QUINTELA DE LEIRADO

MIGUEL VILLAR

Quintela de Leirado y Carballeda son la cara y la cruz de las pensiones, pero en todas partes hay malestar y resignación

25 mar 2018 . Actualizado a las 14:07 h.

Quintela de Leirado es uno de los dos únicos municipios de la provincia con una pensión media por debajo de los 500 euros. Los mayores del municipio, donde la población ya no llega a los 900 habitantes en todo el ayuntamiento, notan mucho el haber cotizado durante años cantidades mínimas, casi siempre porque su puesto de trabajo estaba en el campo y allí los rendimientos no eran abultados. Así que es raro encontrar a lugareños que perciban más de 700 euros, y eso afecta a la economía. «Aquí a partir del día 15 de cada mes se nota que el dinero de la pensión se termina y se nota mucho menos movimiento», explica la propietaria del bar del pueblo, que a las doce del mediodía apenas si tiene clientes. Estamos a fin de mes y eso se nota en los bolsillos.

Pero también hay excepciones. La de Rosa Estévez es una. Cobra cerca de 1.300 euros mensuales porque, a sus 76 años, acaba de jubilarse hace poco más de doce meses, tras pasar más de medio siglo trabajando en su propio negocio, una tienda de ultramarinos. Además, durante un tiempo tuvo un puesto de Correos. «Cuando llegué a los 65 años había cotizado ya de sobra los 35 años, pero no quise jubilarme porque tenía una tienda y podía seguir trabajando, con la confianza de que así podría incrementar más mi pensión», cuenta la mujer. Llegados los 75 decidió que era el momento. La Seguridad Social le asignó una pensión de 1.120 euros, a lo que sumaba la de viudedad, de otros casi 400. Pero los dos conceptos han ido sufriendo rebajas; la de viudedad ha mermado hasta los 300, mientras que en la otra le han aplicado ya dos descuentos, el primero de cien euros, asegura. Cree que es inaceptable. «He trabajado toda la vida para que ahora me estén robado», asegura la mujer, que defiende su derecho a percibir lo que ha estado cotizando desde que, en 1965, montó la tienda, después de que ella y su marido pudiesen comprar la casa.

Emigrante en Guinea

El dinero no les cayó del cielo. «Estuve en la colonia española de Guinea, nos fuimos con una maleta y cuatro trapos para ganarnos la vida porque no teníamos nada», recuerda Rosa. Ya de vuelta en el pueblo, compraron la vivienda y en los bajos, montaron el negocio. «Durante casi diez años estuve haciendo cotizaciones dobles, pensé que todo eso me iba a beneficiar, pero ahora veo que no, que los que gobiernan están metiendo la mano en nuestro dinero y nos están dejando sin aquello a lo que tenemos derecho, esto es un escándalo», critica. Rosa ha participado en las protestas celebradas en las últimas semanas contra la subida del 0,25 %.