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El día a día de los pacientes con espondiloartritis (EspA) está marcado por el dolor persistente, una de las consecuencias que más dificulta su vida y que en algunos casos les obliga a tener que asumir renuncias a nivel laboral, social y familiar. «Lo primero que preguntan los pacientes es si tienen la posibilidad de seguir haciendo lo que hacían hasta ahora», explica Ana Vázquez, presidenta de la Liga Reumatológica Gallega y Española. Y en muchos casos, la respuesta es que sí. «Eso sí, con un tratamiento médico crónico».

La segunda cuestión importante a abordar es la psicológica. No solo por parte del paciente sino también de su entorno. «Aunque el paciente padece la enfermedad, su familia también la sufre», señala Ana Vázquez. «No poder hacer determinadas cosas provoca que estemos agitados, irascibles y enfadados con el mundo», indica la presidenta de la Liga Reumatológica. En este sentido, desde la asociación se les ofrece, tanto a ellos como a su familia, ayuda psicológica y herramientas «para reconciliarse con la enfermedad y para saber lo que toca hacer en cada momento».

Espondiloartritis, las grandes desconocidas

A pesar de ser poco conocidas, se trata de un conjunto de enfermedades mucho más frecuente de lo que pensamos. Se calcula que en España hay entre 500.000 y un millón de personas que padecen espondiloartritis.

Ya solo el nombre impone, pero, por fortuna, como apunta Carlos Fernández, reumatólogo del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña, «a pesar de ser una enfermedad crónica, hoy en día tenemos tratamientos avanzados que permiten a la mayoría de los pacientes hacer una vida casi normal»

Las espondiloartritis son una familia de enfermedades inflamatorias crónicas que comparten una serie de síntomas y mecanismos precipitantes de la enfermedad. Las espondiloartritis pueden afectar a articulaciones periféricas (rodillas, codos, muñecas, manos o pies), a las zonas donde los ligamentos y tendones se unen a los huesos, pero también a la piel, al intestino e incluso a los ojos.

Su principal síntoma es la inflamación de las articulaciones o la rigidez corporal. «La hinchazón dolorosa de manos y pies, sobre todo por la mañana, o dolores de columna, tanto lumbares como cervicales, sobre todo estando en reposo, nos alertan de que podemos estar ante esta enfermedad», apunta el doctor Fernández, quien también incide en la importancia de un diagnóstico precoz que permita recomendar los tratamientos médicos en la fase más temprana de la enfermedad.

Y es que lejos de lo que pueda parecer y de la asociación de las enfermedades artríticas con personas mayores, los pacientes con EspA tienen una edad media de 30 años en el momento del diagnóstico, incluso puede aparecer en menores de 16 años.

Abordaje multidisciplinar

El doctor Carlos Fernández estima que transcurre una media de entre uno y tres años hasta que se diagnostican las patologías. Tiempo en el que, al no recibir tratamiento adecuado, las espondiloartritis avanzan con el consiguiente riesgo de un mayor deterioro. De ahí, subraya, la importancia de acudir a consulta si se advierten síntomas como la inflamación de las articulaciones, un dolor prolongado en ellas o rigidez.

Debido al impacto tan limitante y variable en los pacientes, es imprescindible un abordaje multidisciplinar de la enfermedad, de forma que se integre en el proceso asistencial a diferentes profesionales sociosanitarios que, de manera directa o indirecta, garanticen un proceso asistencial adecuado.

Para minimizar el impacto de las espondiloartritis en la calidad de vida de las personas que las padecen, se está produciendo cada vez más un giro hacia el cuidado centrado en el paciente y los resultados reportados por ellos.

El farmacéutico hospitalario, una figura clave en el abordaje de la enfermedad

Como enfermedades inmunomediadas que son, las espondiloartritis se caracterizan por su carácter crónico. De esta forma, dentro del abordaje multidisciplinar que requieren, la figura del farmacéutico hospitalario es indispensable en el manejo de las espondiloartritis. Aunque su función puede llegar a ser desconocida para la sociedad, esa cronicidad que caracteriza a las EspA conlleva la necesidad de tratamientos a largo plazo, con adaptaciones de dosis, cambios de pautas e incorporación de nuevas terapias, entre otros aspectos. Funciones en las que el farmacéutico hospitalario tiene un papel clave.

El farmacéutico hospitala­rio, tal y como explica Ánge­les Porta Sánchez, asociada a la farmacia hospitalaria del Com­plexo Hospitalario Universi­tario de A Coruña, «ofrece al paciente apoyo y orientación sobre la medicación que debe tomar e interacciones con otros medicamentos o alimen­tos, explica los posibles efectos adversos que puede presentar, cómo integrar la toma de me­dicación en su rutina diaria, ofrece recursos y ofrece su dis­ponibilidad para resolver cual­quier duda que se le presente».