El Instituto Médico Arriaza abre sus puertas a médicos de todo el mundo: «Enseño a otros porque otros me han enseñado a mí»
La clínica coruñesa, única en España en ser reconocida por su excelencia por las tres asociaciones más importantes de traumatología deportiva, ofrece su experiencia a colegas de todo el mundo buscando cubrir la falta de oportunidades formativas en medicina deportiva
Como una gota en un desierto o como la aldea que resistía al invasor romano desde un rincón de la Galia, en A Coruña existe una clínica que acapara distinciones que no ha logrado acumular ninguna otra en España. «A pesar de que, comparados con todo el resto de centros más grandes que hay en España, pues estamos en un sitio que es bastante pequeñito», dice su druida. Aquí se cocina una poción cuya receta nadie ha logrado todavía imitar. Pero, a diferencia del cómic, esta receta no se guarda con celo bajo secreto milenario, sino que invitan a todo aquel profesional de la traumatología interesado en mejorar la asistencia a los deportistas a visitarlos para que la conozca y la difunda.
El anfitrión es Rafael Arriaza, traumatólogo deportivo, profesor, investigador y cara reconocible del Instituto Médico Arriaza. Su clínica ha adquirido, con el trabajo de los años, un prestigio y una especialización de la que nadie más puede presumir por el país. Se trata de la única en todo el territorio nacional que ha recibido el sello de garantía de las tres organizaciones médicas más importantes en la cirugía artroscópica y la traumatología del deporte. El Instituto Médico Arriaza luce el reconocimiento de la Sociedad Española de Traumatología del Deporte (Setrade). Pero también de la European Society of Sports Traumatology, Knee Surgery & Arthroscopy (ESSKA) y de la International Society of Arthroscopy, Knee Surgery and Orthopaedic Sports Medicine (ISAKOS), agrupación internacional que reconoce a los mejores cirujanos que existen en el mundo en esta técnica. «Se podría pensar que la mayoría de centros de nuestro país están acreditados por la Sociedad Española como centros oficiales, pero no es así. En el norte de España hay, como mucho, un par más. De la europea, creo que son cinco, de los cuales tres están en Cataluña; y de la internacional hay unas cuatro en todo el país. Es decir, que cada una de esas acreditaciones ya es en sí misma bastante excepcional. Pero ningún otro que no sea el Instituto Médico Arriaza ha logrado reunirlas todas», profundiza Daniel Arriaza, responsable de márketing y desarrollo del centro. Una fama que se expande allende los mares. Al Instituto dirigido por el doctor Rafael Arriaza acuden, llamados por su prestigio, médicos de todo el mundo a formarse, cruzando, en ocasiones, océanos para reunirse en A Coruña.
La fórmula no es secreta: «Enseño a otros porque me han enseñado a mí»
Todas estas acreditaciones están relacionadas con la artroscopia, la cirugía de rodilla y la cirugía ortopédica deportiva. De entre todas ellas, son las intervenciones artroscópicas, mínimamente invasivas y que han mejorado exponencialmente los procesos posoperatorios y los plazos de recuperación, las que han revolucionado desde su implantación a principios del siglo XX la traumatología deportiva. Han revolucionado, de hecho, la medicina en general.
La técnica artroscópica —del griego artros (articulación) y escopos (mirar)— utiliza incisiones de entre 2,7 y 4 milímetros por las que el equipo médico introduce una cámara y el instrumental quirúrgico para operar. Ese es todo el espacio que los especialistas necesitan para entrar en una rodilla, en un hombro, en una cadera o en un tobillo y poder operar dentro de él.
Y España, Europa y el mundo, a través de sus distintas acreditaciones de excelencia, aplauden la maestría que han llegado a alcanzar en el Instituto Médico Arriaza. Podrían haberse guardado la receta de su éxito. Sin embargo, desde la clínica llevan años empujando —con no pocas trabas— para que su manera de hacer las cosas, su conocimiento, pueda traspasar los muros de su centro. ¿Pero por qué compartir lo que les hace únicos?, ¿no es mostrar lo que les diferencia del resto una forma de desaprovechar una ventaja competitiva frente a la competencia? No son preguntas que nunca le hayan hecho antes a Rafael Arriaza: «Hay gente que me pregunta cuál es el retorno que buscamos con esto. No cobramos e insisten en por qué lo hacemos. Lo hacemos porque creo que debemos hacerlo y punto. Porque me gusta la docencia, porque a mí me enseñaron y porque creo que yo debo seguir enseñando a la gente. Nada más que eso», zanja contundente.
Arriaza entiende que el camino del conocimiento es bidireccional. Porque igual que da, él también ha recibido. Y pone ejemplos. «El mes que viene voy a participar en una reunión de la Comisión Médica del Comité Olímpico Internacional —compatibiliza su actividad clínica con su desempeño como presidente de la Comisión Médica de la Federación Mundial de Karate (WKF)—, es una reunión en la que habrá tan solo dos ponencias invitadas sobre prevención de lesiones y yo tengo que dar una de ellas. Y yo voy allí más que encantado. ¿Por qué? Pues porque en otro evento como este al que asistí, escuché a un médico canadiense hablar de cómo había creado actividades de 'remo de dragón' —una modalidad de este deporte náutico— para las mujeres con cáncer de mamá. Escuché eso, me traje la idea a A Coruña y acabamos montando el grupo de las Bolboretas. Ese hombre me enseñó allí que eso era posible, fue transparente en cómo lo había montado o en la experiencia y buenos resultados que tuvieron. De no haber estado allí, no lo hubiese aprendido», relata. Es ese quid pro quo el que le lleva a apostar de forma decidida y convencida por compartir conocimiento. «Ahora cambio el rol, ya no soy el discente sino el docente».
Una necesidad que no cubre el sistema
«La traumatología del deporte no es operar deportistas, no es operar cruzados, que es lo que muchas veces se impone como el paradigma en el acervo popular. La traumatología del deporte es conocer el deporte, entender al deportista y muchas veces librarlo de quirófano, si se puede». El doctor Arriaza se subleva ante la idea de que el tratamiento de lesiones deportivas no tenga su espacio dentro de la traumatología general en el sistema; a que caiga en el gigantesco cajón de sastre de la traumatología general. «Al final el problema es que no hay una formación reglada sobre esto en prácticamente en ningún sitio. Entonces, lo que vamos acumulando de formación personal todo ese conocimiento hay que ir dándolo a conocer. Esa es la parte bonita, poder transmitir lo que no está en los libros. Si no lo hacemos, se perderá», explica.
Pocos tendrán dudas de que los programas de formación de los especialistas en España —la formación MIR— son excelentes. El resultado de estos planes se traduce a nivel público en uno de los mejores de sistemas de salud del mundo. No obstante, por sus propias características, existen lagunas que todavía no se han conseguido solventar, según apunta el traumatólogo y docente. «Como es normal, se forma a especialistas para las necesidades del sistema público. Y estas necesidades, hoy en día en el campo de la traumatología, se orientan a la cirugía protésica y de la artrosis. Se cubren muchas fracturas, se hace ortopedia, están los profesionales que se encargan de pacientes pediátricos, pero hay muchas otras cosas que quedan en vacío». Y en ese vacío cae, inevitablemente, las necesidades del deportista. «Dentro del sistema público, si padeces una lesión muscular no puedes esperar que te la traten priorizando tu perfil deportivo, porque se van a priorizar la urgencia que tienen otras lesiones que se encuentran en el día a día. Los especialistas que se forman en el sistema no tienen acceso a la patología deportiva, no la ven prácticamente nunca. Y si la ven, van a tener que enfrentarse a ella con criterios obsoletos que no han avanzado al ritmo al que lo ha hecho la traumatología deportiva en los últimos quince o veinte años». Dar luz a esa sombra formativa es lo que pretenden desde el Instituto Médico Arriaza: «Lo que ofrecemos a quienes vienen a rotar y a formarse con nosotros, es ese paso más, que, por lógica, no cubre el sistema público porque no puede».
Los profesionales de todo el mundo están invitados
Llamados por el prestigio que da el reconocimiento de las asociaciones internacionales que acumula el Instituto Médico Arriaza, cada año se aglutinan peticiones de médicos extranjeros en sus oficinas que buscan seguir ampliando su formación en el vanguardista centro coruñés. Desde el año 2005 llevan recibiendo a expertos en traumatología y a residentes en formación que buscan aprender los secretos de la traumatología deportiva desde este rincón atlántico.
«Hablamos, de médicos que pertenecen a las sociedades europeas e internacionales, ellos ya son traumatólogos. Vienen a hacer un fellowship —término por el que se define en el contexto médico o clínico a las especializaciones que se reciben en centros de prestigio—. Son profesionales que ya no están en su período formativo, que han terminado su carrera, su especialidad y ahora eligen específicamente este centro porque quieren profundizar en el conocimiento de la técnica de artroscopia; aun teniendo que cruzar al otro lado del océano. Son personas que no tienen que demostrar nada, médicos que podrían estar trabajando ahora mismo en un hospital en su país pero prefieren seguir con un rol de estudiante en este centro, con estos profesionales, porque es una experiencia que no pueden tener en sus lugares de origen», explica Daniel Arriaza, responsable de márketing y desarrollo del Instituto.
Del papel de la clínica formando a otros médicos habla con especial orgullo Rafael Arriaza: «La parte más bonita, si quieres, es que al final esto es un prestigio entre pares; son tus propios colegas los que te evalúan y lo que hace que la gente de todo el mundo pueda elegir trabajar en esos centros». Dos décadas después de comenzar a esparcir sus técnicas a compañeros de profesión, los resultados del boca a boca médico han dado sus frutos, para sorpresa del responsable del centro: «Desde que empezamos hasta aquí, son más de veinte traumatólogos a los que hemos formado en el programa de fellowship. Si hablamos de residentes, a una media de dos por año, son unos cuarenta, así que en total, ya van siendo muchos».
Muchos de los médicos que han completado su formación en A Coruña, proceden de países como México o Panamá. Rafael Arriaza cuenta la anécdota de cómo, en uno de sus viajes a la región para impartir un curso, alguien se le acercó para interesarse por una estancia en su centro. «Me dijo, ''oye, es que he estado hablando con los que son de A Coruña'', yo no comprendía de qué me estaba hablando ni que nadie de allí fuese de A Coruña. Entonces me dijo, ''sí, bueno, los que han estado en A Coruña, sé que les va muy bien y yo quiero que también me vaya bien. Por eso quiero ir allí''. Eso significa que el esfuerzo que han hecho al venir aquí, dejar su vida durante todos esos meses les ha compensado. Así que yo encantado», subraya Arriaza.
Todo aquel profesional que desee formarse en su programa está invitado. El único requisito es, por cuestiones prácticas, que sean capaces de manejarse en español. Para inscribirse basta con ponerse en contacto con la propia clínica o hacerlo a través de las distintas sociedades (nacionales o internacionales) de traumatología deportiva.