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Hace un año a Inés le cambió la vida. Ingresó en el Hospital Quirónsalud Miguel Domínguez de Pontevedra por un ictus que alteró de forma drástica su lenguaje y sus capacidades cognitivas.

Tras una evolución inicial favorable recibió el alta hospitalaria al mes y medio y comenzó un tratamiento rehabilitador integral ambulatorio en la Unidad de Neurorrehabilitación.

Durante meses hacer la compra o simplemente cruzar un paso de peatones eran retos imposibles. Hoy, gracias al trabajo constante con su logopeda y su neuropsicóloga, esas pequeñas tareas habituales se han convertido en logros emocionantes.

Su historia es testimonio del impacto que un tratamiento rehabilitador especializado puede tener en la recuperación tras un daño cerebral y en la mejoría en la autonomía en la vida diaria.

Para ello ambas expertas la acompañaron en la última fase del tratamiento durante tareas como hacer pequeños recados o acudir a la farmacia. Estas incursiones en el entorno habitual de la paciente permitieron consolidar la recuperación de algunas habilidades claves para su bienestar.

Un cuadro clínico complejo

Tras el ictus, que afectó al lado izquierdo del cerebro, Inés presentaba un cuadro clínico complejo con una afectación severa del lenguaje. Tenía una dificultad grave a la hora de expresarse verbalmente, aunque conservaba cierto nivel de comprensión. Le costaba articular palabras y comunicarse de manera eficaz, lo que le generaba frustración y aislamiento. Además, mostraba una importante afectación en la lectura y escritura.

Desde el punto de vista neuropsicológico Inés también sufrió alteraciones cognitivas significativas. No atendía a la parte derecha de los objetos ni a todo lo que se encontraban a su derecha. Tenía dificultades para focalizar su atención, problemas de percepción espacial y una conciencia corporal alterada. A nivel conductual, manifestaba comportamientos impulsivos y una limitada capacidad para tomar decisiones sencillas, condiciones que complicaban aún más su adaptación al entorno. Estos síntomas interferían con su autonomía y seguridad haciendo imprescindible un abordaje terapéutico integral y personalizado.

«Lo primero que intentamos fue que la paciente tomase conciencia de su situación y de la implicación de sus dificultades en el día a día para implicarla más en el proceso de rehabilitación que hasta ese momento le parecía innecesario. Una vez que la paciente tomó mayor conciencia, trabajamos para alcanzar el máximo de recuperación de las capacidades. Tras meses de rehabilitación intensiva y ya alcanzado el techo terapéutico, pasamos a la fase de generalización de los resultados a un entorno más natural y al trabajo de compensación de las dificultades que va a mantener a lo largo de su vida, para favorecer su autonomía y adaptación al entorno», explica Ángela Otero, neuropsicóloga de la Unidad de Neurorrehabilitación Quirónsalud Miguel Domínguez. 

Volver al barrio 

Ya desde el inicio, dada la severidad de la afectación del lenguaje y las características de lesión cerebral, se estableció de forma temprana la posibilidad de que tuviera secuelas relacionadas con la afectación del lenguaje. «Esto se podía suponer por la localización y el tamaño de lesión, que era el izquierdo. Se vio que la comunicación estaba muy alterada a nivel de la expresión, la comprensión, la lectura y la escritura», explica Alba Rodríguez Blanco, logopeda de la Unidad de Neurorrehabilitación.

«Lo que hicimos fue valorar estos aspectos de la comunicación que estaban alterados. Desde la logopedia trabajamos inicialmente en procesos básicos como la repetición de palabras, la asociación de palabra-imagen o la verbalización de automatismos», describe Rodríguez.

Una vez que se realizado el trabajo de comprensión y expresión del lenguaje en un entorno controlado, «intentamos que Inés trabajase en entornos más naturales como el supermercado, la farmacia, la panadería, y así poder generalizar lo que aprendimos en sesiones. Por ejemplo, como Inés no era capaz de comunicarse verbalmente con desconocidos, trabajamos con comunicación alternativa, empleando tarjetas que utilizaba para poder explicar lo que necesitaba en cada situación», cuenta Rodríguez.

«Estas salidas hicieron que Inés rebajase su frustración ya que, aunque no podía hablar con normalidad, era capaz de comunicarse con los demás. Esta quizás sea la mejor parte del proceso de rehabilitación, cuando ves que el trabajo realizado consigue que la persona sea más autónoma y funcional», afirma Rodríguez.

En esta nueva etapa, la logopeda ha trabajado junto a la neuropsicóloga diseñando intervenciones y acompañando a Inés. «En el hospital intentamos siempre trasladar un poco la terapia a entornos donde se suele desenvolver el paciente, porque lo que buscamos es que gane autonomía en esos ámbitos», explica la logopeda.

«Empezamos a hacer salidas. Le hacíamos una lista y ella se guiaba con lo que le habíamos escrito para poder pedir al personal de una tienda o del sitio adonde fuéramos. Ella estaba cada vez más entusiasmada al verse capaz de utilizar estos apoyos para conseguir esa autonomía. Ha sido un proceso muy emotivo», cuenta Rodríguez.

No obstante, las primeras salidas al mundo real fueron difíciles para Inés porque empezaba a enfrentarse a sus dificultades en un entorno que no le protegía. «Sus dificultades visoespaciales hacían que chocase con objetos o personas que se encontraban a su derecha, su impulsividad le hacía cruzar sin mirar hacia los lados o incluso entrar al supermercado sin tener claro su lo que debía comprobar. Llegó una vez a pagar con la tarjeta la compra del cliente que estaba delante de ella, por no esperar su turno abrumada por la cantidad de estímulos que había en el supermercado», recuerda Otero.

Poco a poco, fueron consiguiendo esos objetivos y pudieron ir introduciendo nuevas variables. «Como terapeutas nos motiva muchísimo, porque vemos que todo el trabajo que hemos realizado en el despacho se puede generalizar a su vida y a ella le gusta ver que puede. Las primeras veces se moría de vergüenza, no se atrevía a enfrentarse a pedir algo porque ella veía que no se le entendía. Pero cuando vio que podía hacerlo fue muy gratificante», asegura la neuropsicóloga.

El resultado ha sido positivo. Inés ha superado con creces las previsiones en aquellas primeras etapas de tratamiento gracias a este enfoque integral en sus terapias. «La evolución de Inés ha sido buena a pesar de las limitaciones que todavía tiene. Aunque va a seguir siendo una persona dependiente puede desenvolverse de manera autónoma en un entorno aprendido con una rutina establecida y reducir al máximo la frustración que conlleva no poder comunicarte de manera natural», explica Otero.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.