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Una ventaja adaptativa Neurociencia Tener un hijo te cambia la vida... y el cerebro

Las últimas investigaciones apuntan a que la transformación neuronal que se produce con el nacimiento de un bebé no es una tormenta pasajera, sino que se mantiene al menos seis años después del parto. Y afecta a la madre y al padre.

Por Raquel Peláez

Viernes, 14 de Julio 2023

Tiempo de lectura: 2 min

Que el cerebro de las mujeres se transforma con el embarazo es una obviedad, pero los últimos estudios científicos van más allá: analizan la importancia vital de esa adaptación, sus efectos a largo plazo y los cambios que supone también para madres y padres no gestantes. La ciencia empieza a desmontar tópicos.

La neurocientífica del Centro Médico de la Universidad de Ámsterdam Elseline Hoekzema lleva años investigando esta realidad. Ya en 2017 Hoekzema, por aquel entonces investigadora en la Universidad Autónoma de Barcelona, publicó un estudio donde se evidenciaba que durante el embarazo se produce una pérdida de materia gris.

Pero, lejos de ser algo negativo, esa pérdida de memoria o confusión mental que algunas mujeres experimentan durante este periodo supone una ventaja adaptativa. Según sus conclusiones, dicha transformación no implica una pérdida de funcionalidad. Lo que hace el cerebro es desmontar conexiones neuronales débiles para dejar sitio a otras más eficientes y especializadas con el fin de cuidar del bebé. Es decir, de garantizar la supervivencia de la especie. Casi nada.

Los cambios neuronales afectan a todos, incluidos padres y madres no biológicos

Pues bien, ahora la neurocientífica acaba de confirmar que esa transformación perdura en el tiempo. «Creemos que las hormonas del embarazo desempeñan un papel importante en el control de esos cambios cerebrales, la mayor parte de los cuales se mantienen durante al menos los seis años posteriores al parto», asegura.

Mentes conectadas para la crianza

Pero no solo las madres biológicas experimentan esta transformación. La neuroplasticidad —que es la capacidad que tiene el cerebro para recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones— también ha sido objeto de un estudio publicado por la revista JAMA (Journal of the American Medical Association). Según la investigación, dirigida por los acadé- micos Bridget Callaghan, Clare McCormack y Jodi Pawluski, «observamos cambios cerebrales independientemente de si la persona ha dado a luz o no [...] a medida que aprenden el conjunto de comportamientos necesarios para mantener viva a su descendencia». Callaghan explica que esto sugiere que hay reajustes cerebrales que son impulsados por hormonas y otros por el entorno social.

También en España, una investigación del Instituto Gregorio Marañón ha comprobado que, en los hombres, los volúmenes corticales y subcorticales también disminuyen significativamente con la paternidad. Es decir, también se produce esa adaptación: la plasticidad cerebral prepara a ambos para el cuidado del bebé. Esto apunta a que tener hijos modifica el cerebro de una madre o un padre más allá de la gestación.

El término fue acuñado por la antropóloga norteamericana Dana Raphael en 1973 y engloba la etapa de cambios que viven las mujeres cuando se convierten en madres, algo que puede compararse con el proceso de transformación que ocurre con la adolescencia. En ambos momentos de la vida existen circunstancias biológicas y sociales que conllevan una poda neuronal para perfeccionar los circuitos cerebrales que permiten adaptarse a la nueva etapa.

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