Marcada por la pandemia, la cita de Tokio llega tarde - tras el anuncio del COI de que los Juegos Olímpicos se retrasarían a 2021-, pero es recibida con más ganas que nunca. Los deportistas españoles nos cuentan cómo se enfrentan a este momento histórico.
Ponferrada, 36 años.
El camino de Lydia Valentín hacia Tokio ha estado plagado de espinas. Una gastroenteritis le impidió disputar el Europeo y retrasó su clasificación para los Juegos, donde, además, tendrá que competir en la categoría de 87 kilos, un peso al que no está habituada. La haltera explica que «son obstáculos que un deportista con una carrera tan larga debe afrontar. Lo que marca la diferencia es cómo afrontas tú esas dificultades». El hecho de haber logrado tres medallas olímpicas en su carrera hace que muchos la den como una medalla segura. Aunque ella prefiere ser cauta –«esa presión no es muy buena, lo ideal es prepararte bien y que todo fluya»–, la berciana quiere mandar un mensaje positivo: «¡Claro que me veo con opciones de volver a subir al podio! Es una posibilidad real. Si he entrenado al máximo estos meses, es para estar entre las tres mejores en Tokio».
Tiflis (Georgia), 25 años.
En el currículum de Niko Sherazadishvili ya figura ser el primer español campeón del mundo de judo en categoría masculina, y si hay alguien capacitado para hacer lo mismo a nivel olímpico es él. De origen georgiano, lleva en nuestro país desde que tenía 14 años. Ocupa el número uno mundial en la categoría de 90 kilos en los tres últimos años, algo que de cara a Tokio le genera «confianza y alegría». «Estoy demostrando en cada competición que soy el más constante –dice–, eso me hace ser el claro favorito; de eso soy consciente».
En el judo, la cabeza desempeña un papel muy importante porque el trabajo de cuatro años se puede echar a perder en unos segundos. «Un combate dura cuatro minutos, pero con un ippon puede que dure 30 segundos, o un minuto. Podemos ganar en un minuto y también podemos perder. Esta cita es cada cuatro años y no sabes cómo te vas a despertar ese día. Pero pienso que va a salir todo bien y que voy a ser yo el que marque esa diferencia con trabajo, ilusión y con ganas de ganar».
Se da la circunstancia de que en el mismo pabellón donde se va a celebrar la prueba es donde él perdió la final del Mundial de 2019, algo que no le da mal presagio «porque de esa derrota, como de otras, he sido capaz de aprender más. Tras perder aquel día con el francés, le he ganado tres veces y eso es lo más importante. Esa persona ya no me va a ganar más. No hay ninguna espina, sino ganas de reventar ese pabellón».
Ribeira (A Coruña), 25 años.
Parecía que el destino siempre encontraba alguna manera de retrasar el debut de la atleta Ana Peleteiro en los Juegos. «Podía haber ido a Londres, pero no me llevaron porque era muy pequeña; luego me perdí Río por una lesión; y ahora pasó lo del coronavirus… Todo se complicó, pero por fin voy a cumplir ese sueño».
La gallega reconoce que el aplazamiento «me vino muy bien porque el año pasado no estaba bien psicológicamente. Necesitaba poner la cabeza en su sitio antes de afrontar una cita como esta». En aquellos malos momentos llegó a su vida un perro al que le puso de nombre Tokio. «Él me alegró la vida. Fue mi chute de energía, mi Tokio 2020». Ante los Juegos, Ana lo tiene claro: «Si lo doy todo, tengo que estar en la final. Lo importante es no volver de allí con mal sabor de boca». Para no dejar ningún cabo suelto, Peleteiro se ha preparado también para el hecho de que haya pocos espectadores en las gradas. «A mí me ha costado en los últimos eventos entrar en competición por la falta de público. Pero toca adaptarse sea como sea y disfrutar».
Madrid, 38 años.
La de Tokio va a ser la cuarta presencia en unos Juegos del madrileño Alberto Fernández, triple campeón mundial y dos veces europeo de tiro en la modalidad de foso. Solo le queda lograr una medalla olímpica, algo que se le ha resistido hasta ahora. En los anteriores Juegos –señala– «llegué bien preparado; el problema fue que no supe disfrutar de la competición. Fui obsesionado con hacerlo bien, con conseguir la medalla, y ese fue el fallo. En Tokio intentaré disfrutar y dejarme de agobios».
De hecho, reconoce que lleva cuatro años trabajando con un entrenador mental. «Es algo que antes no había hecho, así que eso va a influir mucho. Yo creo que a nivel mental y de madurez deportiva voy a llegar en el mejor momento de mi carrera». Alberto es de la opinión de que «la pandemia va a influir por no habernos podido preparar como otros años: hemos hecho pocos entrenamientos técnicos y pocas competiciones. Pero es igual para todos y tendremos que adaptarnos».
Después de llevar tanto tiempo persiguiendo el objetivo, reconoce que todos los días sueña con verse en el podio con la medalla. «Sería un orgullo para mí y para mí deporte –confiesa–. Si ganas una medalla en los Juegos das a conocer algo más tu disciplina. No lo tengo como una obsesión, pero sí es una gran ilusión»
Lleida, 36 años.
Saúl Craviotto va a entrar en el selecto club de los deportistas que han portado la bandera de España en la ceremonia de inauguración de unos Juegos. En Tokio lo hará junto con Mireia Belmonte, al ser la primera vez que el COI permite dos abanderados, un hombre y una mujer. Será la cuarta participación del piragüista en los Juegos. «He superado con creces todas mis expectativas», dice.
Encabezar la delegación española es para Saúl «llegar a la cima de todo, cumplir el sueño que me quedaba». «Para un deportista como yo, que viene de una disciplina de menos repercusión, lo máximo a lo que se puede aspirar es a ir a unos Juegos; luego, a ganar una medalla olímpica; y, más arriba de eso, solo queda ser abanderado. Va a ser maravilloso. He procurado no imaginármelo mucho, porque me pongo nervioso, pero es lo más bonito que te puede pasar: portar la bandera de tu país. Es un símbolo que para mí es muy especial».
Craviotto atesora ya cuatro medallas de sus tres anteriores participaciones: dos oros, una plata y un bronce. Si volviera a subir al podio, podría igualar, o incluso superar, a David Cal, que con cinco medallas es el español con más metales en los Juegos. «Ni sabía esa posibilidad, así que fíjate la importancia que le doy –explica–. Yo voy a intentar ganar una medalla y si es de oro, mejor, pero no me quedaría triste si logro la plata o el bronce».
Madrid, 51 años.
Decir Jesús Ángel García Bragado es decir Juegos Olímpicos. Y es que la de Tokio será su octava participación en el evento, lo que lo convierte en un caso único a nivel nacional y en el atletismo masculino mundial. A sus 51 años, tomará parte en la exigente prueba de los 50 kilómetros marcha, lo que le hace sentirse «una persona afortunada». «Ya parece normal porque lo hago cada cuatro años, pero uno mira hacia atrás y piensa la suerte que he tenido, sobre todo de encontrar a personas que resolvieran mis problemas cuando llegaron las lesiones».
A la hora de encontrar la clave de su longevidad deportiva, responde: «No creo que exista ningún secreto. En todo caso diría que mantener la motivación de integrar el deporte de competición en mi vida. En ese aspecto se puede decir que he vencido a la edad. Creo que cada vez será más habitual ver a deportistas competir en cinco o seis Juegos, pero será complicado que alguien llegue a ocho. Hay que hacer muchas renuncias en tu vida personal».
Es consciente de que su edad dificulta la opción de lograr un resultado destacado. «Habrá quien diga 'ya está bien y solo disfruta'. Pero estoy con la mente puesta en hacerlo también lo mejor posible. En el último mundial quedé octavo. Ese resultado en los Juegos sería diploma olímpico y sería muy satisfactorio. ¿Pensar en la medalla? Supongo que nada es imposible, aunque solo es factible remotamente. Creo que debo de tener un uno por ciento de optar a una medalla. Sin embargo, me he preparado de la mejor manera».
Talavera de la Reina, 39 años.
Si hay una medalla que se da casi por segura en la delegación española es la de Sandra Sánchez, considerada la mejor karateca de la historia en la modalidad de kata. Así lo avalan sus títulos mundiales y sus cinco años como número uno del ranking. Una expectativa que, lejos de ser una presión, le motiva. «Significa que lo estoy haciendo bien y que tengo nivel para lograr un metal –dice–. Es bonito tener esa confianza de la gente». La circunstancia de que el kárate debute en el programa olímpico en Tokio y que no vayan a repetir en París 2024 convierte esta cita en una oportunidad única para Sandra. «Si ya unos Juegos son el sueño para cualquier deportista, que sean, además, los primeros para mi deporte, y a la vez quizá los últimos, y que se celebren encima en Japón, un país unido a la historia de esta disciplina, hace que para mí sean unos Juegos superespeciales».
Tan importante es la ocasión para la talaverana que no duda en reconocer que «todos los campeonatos y los entrenamientos han estado pensados para Tokio». «Cada noche he soñado con este momento y cada mañana me he levantado con la motivación de ir al tatami a entrenar para hacerlo lo mejor posible». Sandra reconoce que ha visto muchos vídeos de cuando los deportistas son conscientes de que han ganado el oro y, dice, siempre termina con una lagrimilla. «Si también lo logro, no me acordaré de los que me dijeron que no valía para esto y que nunca lo conseguiría. Me vendrán a la cabeza los que sí han creído en mí, mi familia, y los que cada día han sufrido conmigo».
Palma de Mallorca, 31 años.
Sus siete medallas mundiales, tres de ellas de oro, y su posición entre los primeros del ranking internacional convierten a Mario Mola en uno de los candidatos a subir al podio en la prueba de triatlón. Algo que él agradece, pero que, dice, no le asegura nada. «Yo intento que esa condición de favorito no suponga una presión añadida, sino que sea más un aliciente a la hora de hacer una buena carrera».
Para el mallorquín va a suponer su tercera presencia en unos Juegos, con un octavo puesto en Río como mejor resultado. La enseñanza que sacó de aquellas pruebas «es que debo centrarme en lo que está en mis manos. Lo más importante es llegar física y mentalmente al cien por cien a la línea de salida; después, todo puede pasar». Las condiciones climáticas de calor y humedad «van a ser un factor importante», cree. «Hay gente que es capaz de lidiar mejor que otra con eso. Soy de Mallorca y sé lo que es entrenar en esas condiciones. Ojalá que jueguen en mi beneficio y pueda sacar el máximo partido a una situación en la que nadie estará cómodo. El que más tarde llegue a ese punto de fatiga extrema es el que se llevará el gato al agua».
Barcelona y Las Palmas de Gran Canaria, 24 y 32 años, respectivamente.
La clase 470 es la más exitosa para la vela española en los Juegos: seis medallas en anteriores ediciones. Silvia Más y Patricia Cantero esperan aumentar ese número en Enoshima. No en vano, son las actuales campeonas del mundo, presión que, dicen, no las hace mella alguna. La canaria Cantero considera que la mejor cualidad de ambas tiene que ver con las condiciones físicas, buenas para este tipo de barco en cuanto a la distribución de peso. «Y que nos llevamos superbién, por lo que la compenetración es muy buena».
La 470 es muy exigente porque «dura seis días y son muchas regatas. El aspecto mental es muy importante; hay que estar preparada para cualquier tipo de condiciones climatológicas». Pese a ser candidatas al oro, saben que la batalla por el podio será reñida. Por eso, Más confiesa que «cualquiera de los tres primeros puestos estaría bien. Sería una medalla en los Juegos, ¡qué más puedes pedir!».