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¿Cómo sabemos que un verano es el más caluroso de la historia?

Arboles, la memoria climática del planeta

¿Cómo sabemos que un verano es el más caluroso de la historia?

Científicos británicos y alemanes han confirmado que las temperaturas estivales del pasado año superaron todos los niveles de los últimos dos milenios. Pero, ¿cómo han llegado a esa conclusión? ¿Quién tenía un termómetro hace 2000 años? Los árboles podrían tener la respuesta.

Martes, 13 de Agosto 2024, 13:55h

Tiempo de lectura: 5 min

Que 2023 fue un año abrasador es una verdad como un piano. Tanto que, por mucho que tu cuñado siga diciendo que cuando era pequeño en su pueblo también hacía calor, lo cierto es que los datos recogidos por los científicos no tienen mucha discusión.

El estudio que lo evidencia se publica en la revista Nature y lo han realizado investigadores de la Universidad de Cambridge (Inglaterra) y de la Universidad Johannes Gutenberg de Maguncia (Alemania). Su punto de partida está en las mediciones actuales: durante el año pasado sufrimos las temperaturas medias mundiales más altas desde que se empezaron a llevar registros en 1850.

Otros indicadores a tener en cuenta fueron los niveles de hielo marino, que alcanzaron mínimos históricos; y la temperatura de los océanos, que resultó ser la más cálida jamás registrada durante más de un año consecutivo. Concretamente 0,25 ºC superior a las del año anterior. Una subida que «equivale al calentamiento de dos décadas en un solo año», según explica Gregory C. Johnson, oceanógrafo de la de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Washington.

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Cómo funciona este termómetro histórico vegetal. El estudio de los anillos del interior de un árbol nos permite echar un vistazo a lo que ocurrió hace unos cuantos siglos, al menos en el hemisferio norte, donde la alternancia de las estaciones es significativa, a diferencia de los trópicos. Cada anillo representa un año y los árboles tienden a crecer más rápido en los años cálidos y húmedos. Por eso, al medir el grosor de estos anillos, los investigadores pudieron utilizarlos como indicador de lo cálido que fue cada año concreto. La 'pega': imposible acceder a esta información sin talar un árbol... La explicación: no se talan árboles sanos. Se examinan ejemplares ya caídos, quemados en un incendio o muy enfermos, en vías de derrumbarse.

Pero, si nos remitimos solo a los registros, ¿qué son menos de doscientos años en la vida de un planeta? Si querían certificar que 2023 tuvo el verano más caluroso, más allá de la época preindustrial, debían buscar evidencias en otro sitio y fue la propia naturaleza la que les otorgó el termómetro: los anillos concéntricos del interior de los árboles, los glaciares y los registros fósiles.

Comenzando por los árboles, los científicos de Cambridge y Johannes Gutenberg utilizaron su antigüedad para demostrar lo excepcional de las temperaturas que vivimos viajando en el tiempo hasta la época del Imperio Romano. Pero, ¿cómo funciona este termómetro histórico vegetal? El estudio de sus anillos nos permite echar un vistazo a lo que ocurrió hace unos cuantos siglos. Cada anillo representa un año y los árboles tienden a crecer más rápido en los años cálidos y húmedos. Por eso, al medir su grosor, pudieron utilizarlos como indicador de lo cálido que fue cada año concreto.

Los investigadores han necesitado varias décadas de trabajo y han analizado más de 10.000 árboles de nueve regiones del hemisferio norte para extraer sus conclusiones. Entre los datos más significativos se encuentran evidencias como que el año 536 d.C. fue el más frío, probablemente debido a la actividad volcánica que cubrió con una nube de polvo todo el hemisferio norte provocando lo que se conoció como un 'invierno volcánico' porque el sol dejó de brillar durante 18 meses. El estudio de los anillos de los árboles también pudo demostrar que el año 246 de nuestra era tuvo el verano más cálido hasta entonces, pero que 25 de los últimos 28 años han batido ese récord y 2023 los pasa a todos por la derecha.

¿Y por qué hablamos solo del hemisferio norte? Jan Esper, profesor del departamento de Geografía de la Universidad Johannes Gutenberg y autor principal del estudio, explica que hay pocos registros de anillos de árboles en el hemisferio sur. «Además, el uso de este indicador no funciona muy bien en los trópicos porque allí las estaciones son diferentes», añade. Al no haber invierno, los anillos de los árboles tropicales no suelen presentar un patrón de alternancia tan fiable.

En su búsqueda de pistas, los expertos acudieron a otro de los elementos de la naturaleza que también sabían que podía actuar como estación meteorológica: los glaciares. Concretamente los más antiguos, los que tienen al menos un millón de años. Los científicos pueden perforar el hielo para obtener muestras y, examinando la proporción de gases como el oxígeno, el dióxido de carbono y el nitrógeno en el interior de estos núcleos de hielo, podían averiguar la temperatura de la época correspondiente a las capas del glaciar. El registro continuo de núcleos de hielo más antiguo, recogido en la Antártida, se remonta a hace unos 800.000 años.

Por último, los investigadores acudieron a los fósiles para remontarse aún más en el registro de temperaturas de la Tierra y para ello se apoyaron en un estudio de 2020 liderado por Thomas Westerhold de la Universidad de Bremen (Alemania) en el que habían creado conjuntos de datos a partir de análisis químicos de sedimentos antiguos extraídos del fondo del océano. Estos sedimentos, algunos de los cuales tienen 66 millones de años, están llenos de conchas preservadas de organismos diminutos que pueden informar a los científicos sobre la temperatura y la composición química del océano cuando se formaron... Pero el resultado no fue bueno: la Tierra no se había calentado tan rápido en decenas de millones de años.

La única noticia buena que nos dejan los expertos es que no todo está perdido porque sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer para cambiar la situación: reducir las emisiones de gases que calientan el planeta, como el dióxido de carbono y el metano. «Cuanto más esperemos, más caro y más difícil será detener el calentamiento y revertirlo», asegura el profesor Jan Esper. «Es cierto que el clima está cambiando constantemente, pero el calentamiento en 2023, causado por los gases de efecto invernadero, se verá amplificado, además, por las condiciones de El Niño, por lo que terminaremos con olas de calor más largas y severas y períodos más prolongados de sequía». Y concluye: «Si miramos el panorama general, se ve cuán urgente es reducir de inmediato las emisiones de gases de efecto invernadero».