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Tesla, el genio que inspiró a Elon Musk (y las excentricidades que acabaron con él)

El inventor más brillante

Tesla, el genio que inspiró a Elon Musk (y las excentricidades que acabaron con él)

La última foto conservada de Tesla antes de su muerte en 1943.

Nikola Tesla es, para muchos, el más grande inventor del siglo pasado. Gracias a él, la electricidad llega hoy a millones de hogares en todo el mundo. Pero su nombre había caído en el olvido... hasta que Elon Musk lo rescató para sus coches eléctricos. Musk se siente identificado con Tesla, un ingeniero tan brillante como problemático.

Jueves, 14 de Septiembre 2023

Tiempo de lectura: 8 min

Llegó a Nueva York el año en que ‘nació’ la Estatua de la Libertad, 1884. ‘Armado’ con su impecable elegancia parisina y la cabeza llena de ideas, llevaba una carta de recomendación: «Conozco a dos grandes hombres, y usted es uno de ellos. El otro es el joven portador de esta carta». El destinatario de la misiva era un ya célebre Thomas Alva Edison, el padre de la bombilla (y el fonógrafo, y el altavoz, y el micrófono del teléfono, y...). El otro ‘gran hombre’ era Nikola Tesla, un joven serbio desconocido, nacido en 1856 en Smilijan, entonces parte del imperio austrohúngaro e integrado en la actual Croacia. Tesla venía de trabajar en la sede parisina de la Continental Edison, la compañía del inventor norteamericano. Lo mandaba Charles Batchelor, su antiguo jefe europeo.

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La electricidad sin cables. Tesla en su laboratorio de Colorado Springs, en 1899, junto a su transmisor amplificador de más de 15 metros de diámetro, capaz de producir corrientes de altísimo voltaje y rayos de descarga de hasta 40 metros de longitud.

Según llegó a Nueva York, Tesla preguntó dónde estaban las oficinas de Edison. Y allí fue, a hablar con su futuro jefe: salió del despacho con un puesto de trabajo. Pero entre ambos no hubo una gran sintonía. Y poco después la animadversión acabaría en conflicto abierto. Edison defendía un modelo de negocio eléctrico basado en la corriente continua. Y había convencido ya a algunos inversores, aunque aún a una escala muy reducida: su sistema de distribución eléctrica, el primero en el mundo, arrancó en 1882 con 110 voltios de corriente continua y 59 clientes en Manhattan.

Tesla, en cambio, creía en un modelo basado en la corriente alterna. La pugna entre ambos pasó a la historia como ‘la guerra de las corrientes’. Ganó Tesla con su creación, mucho más eficiente. Gracias a él apretar hoy un interruptor ilumina nuestras casas. Pese a que la memoria histórica ha sido más benévola con otros inventores (Edison, Hertz, Volta...), el mundo debe mucho al enigmático Nikola Tesla.

Edison llegó a financiar en secreto la silla eléctrica, alimentada por la corriente alterna creada por Tesla, para desprestigiarlo

Gran ingeniero y con una memoria notable –heredada, según él, de su madre: analfabeta pero capaz de recitar poemas épicos serbios que ella nunca pudo leer–, Tesla poseía además una infinita capacidad de trabajo: le bastaba con dormir dos horas al día y, si el trabajo lo requería, podía estar 80 horas sin pegar ojo. «No hay emoción más intensa para un inventor que ver una de sus creaciones funcionando –decía–. Esa emoción hace que uno se olvide de comer, de dormir, de todo».

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Contra viento y marea. Musk ha expresado en numerosas ocasiones su admiración por la resistencia de Tesla frente a grandes adversidades: «Lo que hace que sus logros sean realmente notables es que superó la oposición de poderosos intereses». Musk se ve a si mismo de similar manera, aunque hay quien señala que lo que les une, más que la genialidad, son las excentricidades de su personalidad.

A ese ritmo se empeñó en resolver el primer gran reto que Edison le puso, a solo un año de su llegada: rediseñar sus generadores de corriente continua. Si lo lograba, recibiría 50.000 dólares. Pero cuando se dirigió a su jefe para exigir su paga, Edison sonrió: «Ay, ¡qué poco ha aprendido usted del humor americano!». Despechado, Tesla abandonó la compañía sin aceptar el aumento de sueldo que se le ofrecía.

Poco después, Tesla encontró a su gran aliado en el ‘conflicto eléctrico’ con Edison: el rico empresario George Westinghouse. Este contaba ya, desde 1886, con una pequeña red eléctrica en Massachusetts, basada en la corriente alterna. Pero le faltaba la clave para distribuir la electricidad a gran escala. El motor de inducción, ya inventado y patentado por Tesla, era esa clave.

Tesla soñó incluso el SMS: «Con un aparato que cabe en un bolsillo, uno podría recibir mensajes enviados solo a uno desde otros sitios»

Según la leyenda, el empresario ofreció al inventor un millón de dólares y un porcentaje de los beneficios por los derechos de todas sus patentes. Los papeles que han llegado hasta hoy aportan otras cifras: 60.000 dólares por la adquisición de 40 patentes; cinco mil en metálico y el resto en acciones. Tesla, además, recibiría 2,5 dólares por cada caballo de potencia generado gracias a la electricidad vendida. Cuando las cosas adquirieron una escala mayor, este pago resultó inviable. Hubiese convertido a Tesla en un multimillonario sin precedentes...

Aquellos años fueron intensos, tanto en los laboratorios como en los incipientes medios de comunicación. Tesla y Edison trataban de convencer a la opinión pública de las bondades de su sistema y de los peligros del método rival. Edison no dudó en congregar a periodistas y curiosos para mostrarles los peligros de la corriente alterna aplicando descargas a perros y gatos que mandaba recoger de la calle. Filmó incluso la ejecución de un elefante del circo de Coney Island que había matado a tres hombres.

Esto ocurría en 1903. Años atrás, Harold P. Brown –un ingeniero secretamente financiado por Edison– había inventado la silla eléctrica. Se utilizó por primera vez en agosto de 1890, y uno de sus objetivos era desacreditar a la corriente alterna que empleaba.

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Corregir al maestro. Tesla (con bigote) posa junto a Einstein y otros inventores en New Jersey en 1921. Tesla también cuestionó a Einstein. A sus 81 años, Tesla anunció su teoría dinámica de la gravedad, que corregía los ‘errores’ del maestro. Nunca se publicó y aún hoy es tan cuestionada como reivindicada.

Tesla también fue un mago en utilizar a los medios. Ya célebre, los periodistas se peleaban por arrancarle una entrevista, siempre generosa en titulares. «El presente es vuestro –decía–, pero el futuro es mío». O: «A lo largo del espacio hay energía, y es una mera cuestión de tiempo que los hombres logren aprovechar esa energía. El científico no busca un resultado inmediato. No espera que sus ideas avanzadas sean fácilmente aceptadas. Su deber es sentar las bases para los que vendrán, señalar el camino».

Desde este punto de vista, Tesla marcó incluso el camino hacia los SMS, el correo electrónico y Whatsapp: «Cualquier persona, en mar o en tierra, con un aparato sencillo y barato que cabe en un bolsillo, podría recibir noticias de cualquier parte del mundo o mensajes particulares destinados solo al portador; la Tierra se asemejaría a un inconmensurable cerebro, capaz de emitir una respuesta desde cualquier punto».

A su vez, los curiosos de la época se agolpaban para ver su demostración pública del primer dispositivo movido por un mando a distancia: un pequeño barco que dejó atónitos a cuantos se acercaron al Madison Square Garden.

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Amigos del alma. Mark Twain, en el laboratorio de Tesla (al fondo). El escritor fue uno de sus grandes amigos.

Volviendo a la guerra de las corrientes, el equipo de Westinghouse y Tesla logró hitos en la Feria Internacional de Chicago, en 1893, dedicada al invento de moda: la electricidad. Para iluminarla, se optó por los generadores de corriente alterna.

La otra gran victoria llegó ese mismo año: el grupo de expertos que debía decidir qué sistema adoptar para aprovechar el potencial hidroeléctrico de las cataratas del Niágara otorgó el contrato a Westinghouse, desechando a otras compañías; entre ellas, la de Edison.

El FBI se habría incautado de sus papeles por razones de seguridad. Tesla planeaba un rayo capaz de destruir a todo un ejército

Muchos dudaban de que el sistema cumpliese su objetivo: alimentar la demanda de la creciente industria de Búfalo. Tesla aseguró que esas cataratas podrían alimentar a todos los Estados Unidos. Y consiguió que su método se implantara en la mayor instalación eléctrica construida hasta la fecha.

En 1915 se habló de un supuesto premio Nobel compartido por Tesla y Edison. Se desconoce hasta qué punto el rumor se basaba en hechos reales. El reconocimiento nunca llegó. Hoy, Tesla es visto como un gran castigado por la historia que acabó sus días empobrecido.

Los contratos con Westinghouse quedaron anulados por lo inviable de pagarle lo establecido y sumido en la manía persecutoria. Visto su impresionante currículum, ¿qué lo condenó al olvido? Algunos creen que su escasa habilidad para los negocios: fue incapaz de encontrar una gran corporación que esponsorizara sus logros. Otros hablan de su genial pero retorcida mente.

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La última foto. Al final de vida, Tesla malvivía en una pequeña habitación de hotel en Nueva York. Se había convertido en vegetariano y sólo se alimentaba de leche, pan, miel y zumos. El 7 de enero de 1943, a los 86 años, Tesla murió solo en la habitación 3327 del Hotel New Yorker. Su cuerpo fue encontrado por la mujer de la limpieza dos días después.

Es más que probable que sufriera algún tipo de trastorno obsesivo compulsivo, que podría explicar algunas de sus excentricidades, como su obsesión con el número tres, que le instaba a dar tres vueltas a la manzana antes de entrar en un edificio, o que lo llevó a pasar sus últimos años en la habitación 3327 (un número siempre divisible por tres), del piso 33 del New Yorker Hotel. ¿O temió la comunidad científica reconocer a quien, al final de su vida, aseguraba haber captado señales de los extraterrestres con uno de sus inventos?

Allí, en el New Yorker Hotel, Tesla murió en 1943, a los 87 años. No tuvo hijos ni se casó. Decía haber sido célibe toda la vida porque eso le permitía centrarse en su trabajo. «Todo mi dinero lo he invertido en experimentos para realizar nuevos hallazgos que permitan vivir mejor a la humanidad», dijo.

Tras su muerte, el FBI al dictado de Edgar Hoover se incautó de sus papeles por miedo de que cayeran en manos equivocadas. Tesla aseguraba haber inventado un rayo capaz de acabar de un solo disparo con todo un ejército. Nunca llegó a probarse. Para algunos fue el más grande inventor del siglo XX.

¿El Leonardo Da Vinci de la modernidad?

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GUERRA DE PATENTES

Tesla registró 278 patentes conocidas en todo el mundo. Una cifra nada desdeñable, aunque corta comparada con los más de mil inventos registrados por su rival, Edison. Muchas de las patentes de Tesla aún encierran caminos por transitar que acaso encuentren su forma en las próximas décadas o en los siguientes siglos.

SIN CABLES

Tesla es famoso por sus avances en lo referente a la corriente alterna, pero el físico de origen serbio y nacionalizado estadounidense en 1891 iba siempre un paso más allá. Llegó a desarrollar un sistema para enviar la energía eléctrica sin cables a larga distancia. Debía ponerse a prueba en la torre Wardenclyffe, construida en Nueva York como sistema transoceánico de telefonía y para la retransmisión de radio. Pero la torre, ahogada en dificultades financieras, nunca llegó a operar.

INVENTÓ LA RADIO

En 1909, el italiano Guillermo Marconi recibió el premio Nobel por la invención de la radio. Tesla batalló durante años para que se le reconociera a él el mérito, ya que se consideraba su verdadero inventor. Presentó la patente de su radiotransmisor en 1897, dos años antes de que Marconi lograra su primera transmisión de radio. Solo en 1943 la Corte Suprema de Estados Unidos dio la razón a Tesla, ya muerto. Muchos libros mencionan aún a Marconi como el inventor de la radio.