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La variedad más galáctica ¿Por qué esta manzana no se pudre?

Es crujiente, sabrosa, con atractivas motas blancas y, lo más importante, durante doce meses se conserva tan fresca como el primer día. Su nombre comercial: Cosmic Crisp. Su objetivo: comerse el mercado mundial. Hay muchísimo dinero en juego. Se lo contamos.

Por Ixone Landaluce

Jueves, 08 de Junio 2023

Tiempo de lectura: 5 min

A simple vista es una manzana normal. Lustrosa, grande, bonita y roja, salpicada de pequeñas motas blancas, pero absolutamente normal. Sin embargo, la Cosmic Crisp (o WA38, en su denominación técnica) es cualquier cosa menos una manzana del montón. Se trata de la variedad más esperada de las dos últimas décadas. La más prometedora de la historia de esta fruta. El resultado de veinte años de investigación, inversiones y desarrollo científico. Y, como asegura el New York Times, «la más importante manzana del futuro». O puede que, simplemente, sea el producto de la mejor campaña de marketing que ha conocido jamás una pieza de fruta.

La Cosmic Crisp llegó a los supermercados norteamericanos hace tres años convertida en un fenómeno sin precedentes. Ahora acaba de llegar a España. Según su página web oficial (sí, cuenta con página web oficial), su sabor es una combinación equilibrada entre acidez y dulzura. Tan crujiente que darle un mordisco suena como en las películas y, además, una vez pelada tarda mucho más en oxidarse que una manzana normal. Pero sobre todo es tan duradera y fácil de almacenar que, mientras esté bien refrigerada, se mantiene fresca y sabrosa durante doce meses. Eso sí, tampoco cuesta lo que una manzana normal, sino el doble y hasta el triple de lo habitual. En los supermercados de Estados Unidos ya se venden a unos seis dólares el kilo.

Pero ¿qué hace de la Cosmic Crisp una manzana superior al resto? «Su excelente genética», dice Kate Evans, directora del programa de breeding de la Universidad Estatal de Washington, donde se ha desarrollado esta fruta.

Se trata de la variedad más esperada. Se han invertido más de 500 millones de dólares en su creación

En el cultivo de manzanas, no se emplea ingeniería genética. Los nuevos ‘modelos’ nacen mediante el cruce entre distintas variedades. Cualquiera puede cultivar manzanas Elstar o Red Delicious, pero hay otras como la Fuji o la Cripps Pink, comercializada como Pink Lady, para las que se necesita tener una licencia. Por eso, y porque se producen menos y de forma más compleja, son más caras.

¿Un negocio redondo?

El proceso de creación de la Cosmic Crisp no ha sido sencillo. Ni rápido. Su historia comienza en 1997 en el estado de Washington, donde se produce el 95 por ciento de las manzanas que Estados Unidos exporta al mundo. A finales de los noventa, las ventas de su variedad estrella -la Red Delicious- mostraban signos de claro agotamiento mientras otras, como la Fuji, se popularizaban en todo el mundo.

¿El problema? Hay demasiadas manzanas en el planeta. Los productores -ya sean de Estados Unidos, de Alemania o de España- se enfrentan al mismo dilema: no ganan lo suficiente. La mayoría de los consumidores no distingue entre una variedad u otra y siempre se deciden por la misma: la más barata.

Los productores quieren disparar el consumo de estas manzanas entre la población. Y aumentar el margen de los beneficios: son las más caras

Bruce Barritt, horticultor de la Universidad Estatal de Washington, se dio cuenta de que la supervivencia del sector pasaba por cultivar nuevas variedades. Es decir, por crear una nueva manzana. A poder ser, la manzana perfecta.

Además, había que educar a los clientes para que no vieran esta fruta como una mercancía de serie, sino como un producto de marca que justificara pagar un precio mucho más alto.

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El árbol original. En 2017 se plantaron los primeros 600.000 ejemplares de Cosmic Crisp. Se estima que en 2025 se venderán 18 millones de cajas de 18 kilos.

Barritt empezó a investigar con dos variedades: la Honeycrisp (jugosa y sabrosa, pero difícil de cultivar y de conservar) y la Enterprise, muy resistente y fácil de almacenar. «Las cruzamos con técnicas de hibridación tradicional, el mismo proceso que utilizaba Mendel en sus estudios genéticos en el año 1800», explica Evans, que en 2008 tomó el testigo de Barritt cuanto este se jubiló. Rociaron las flores de la Enterprise con el polen de la Honeycrisp y bautizaron la nueva variedad con un nombre técnico: WA38.

Desde el punto de vista del ‘marketing’, el truco está en presentarla como un producto sofisticado, que justifique el precio elevado

Siguieron varios criterios: desde el estético (nadie compra manzanas feas) hasta la textura o el sabor, cuya evaluación se hace a mordiscos. Después, las escogidas pasaron más pruebas de conservación, adaptación a distintas regiones de cultivo y resistencia a plagas y enfermedades.

Los agricultores de Washington tendrán los derechos exclusivos de cultivo de la Cosmic Crisp durante diez años y deberán pagar royalties tanto a la universidad como a Proprietary Variety Management, la empresa encargada de comercializarla.

Casi tan impresionante como la historia de esta variedad es la campaña de marketing que se ha montado alrededor de su lanzamiento. Con un presupuesto de 10 millones de dólares, sus promotores han contratado influencers para generar expectación en las redes sociales, incluido al astronauta de la NASA Leroy Chiao. La Universidad de Washington se refiere a la variedad como la «Beyoncé de las manzanas». «Como se comercializan con el nombre de la variedad, los consumidores recuerdan la marca y repiten la compra. Asocian ese nombre con una experiencia alimentaria particular. Por eso, el marketing es tan importante para presentar una nueva variedad», cuenta Evans.

La manzana más 'cool'

Los expertos esperan que su lanzamiento sacuda el mercado. «En los últimos treinta años, los márgenes de beneficio del cultivo de manzanas han sido muy escasos -explicaba recientemente el profesor de Economía de la Universidad de Cornell Bradley Rickard en una entrevista con la BBC-. Pero la Cosmic Crisp podría aumentar el consumo per cápita de manzanas en Estados Unidos». Evans coincide. «Es posible que sea capaz de sustituir parte del volumen de manzanas que ya no son rentables para los agricultores y que tampoco son del gusto del consumidor». Para eso, el truco está en presentarla como un producto sofisticado, que justifique un precio más elevado y que sobre todo se perciba como algo más que una simple manzana. Al fin y al cabo es el elegante producto final de un larguísimo (y costosísimo) proceso de investigación y desarrollo. Tan largo y costoso como el que da lugar al último modelo de un smartphone. O lo que es lo mismo: de la manzana del futuro.