Jueves, 07 de Diciembre 2023, 11:58h
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Pues eso. Que subo al tren, emprendiendo un viaje de cuatro días, y al sentarme descubro que he perdido el teléfono móvil. En un primer momento me quedo con cara de pringado, tocándome el bolsillo mientras pienso no me lo puedo de creer, como se dice ahora. No puede ser, pero es. Me he quedado sin móvil igual que me quedé sin padres y abuelos: huérfano comunicativo total. De todas formas, acostumbrado a vivir desde jovencito con la certeza de que siempre acechan una piel de plátano en el suelo, una pastilla de jabón en la ducha del presidio o un iceberg en la ruta del Titanic, intento tomarlo con calma. Como dice mi compadre Élmer Mendoza, mejicano norteño y sabio –natural de Sinaloa y paisano de la Reina del Sur–, en la vida unas veces se pierde y otras se deja de ganar. Así que veamos cómo queda la cosa, reflexiono. Control de daños.
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