Viernes, 28 de Febrero 2025, 11:27h
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Hace casi cincuenta años busqué el mar en compañía de diez mil soldados griegos. En realidad no se trataba del mar, sino de un río y una frontera, y los soldados no eran griegos sino eritreos; que tampoco eran diez mil, porque los bombardeos y la aviación etíope los había reducido a unos pocos centenares. El caso es que con ellos anduve, intentando regresar a casa, durante dos semanas en las que fui, como mis compañeros de aventura, consciente de que derrota significaba aniquilación. En aquel desastre, donde se trataba esencialmente de llegar vivos, nadie cuidó de mí y tuve que hacerlo solo, con los medios de que disponía. Pero llegamos, al fin. Y gracias a eso puedo contarlo.