Jueves, 31 de Octubre 2024, 13:02h
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Seguramente, si tuviéramos que elegir una personalidad que haya influido sobre todas no sólo en su disciplina, sino también en el clima mental de las gentes de nuestra época, tendríamos que mencionar necesariamente a Freud. Los presupuestos filosóficos y antropológicos del psicoanálisis freudiano han permeado la cultura y la mentalidad contemporáneas hasta extremos inconcebibles, incluso (o sobre todo) entre personas legas en cuestiones psicológicas. Pero lo cierto es que tales presupuestos filosóficos y antropológicos son un completo dislate, fundados en intuiciones que se riñen con el método científico (el propio Freud le reconocía con desparpajo a Jung que «no estoy en absoluto organizado como un investigador inductivo, sino enteramente con vistas a lo intuitivo»). Jacques Maritain lo expresaba de forma brutal pero muy atinada en Cuatro ensayos sobre el espíritu en su condición carnal (1939): «Esta psicología [freudiana] está invadida e inundada por todas partes por una pseudometafísica de la más vulgar calidad, que […] combina todos los prejuicios del cientificismo determinista y materialista con todos los prejuicios del irracionalismo».
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