Jueves, 17 de Noviembre 2022
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Un soldado obediente, gris, sin formación ni recursos. Así era Adolf Hitler cuando terminó la Primera Guerra Mundial. Andaba justo de ropa de civil y no tenía oficio, por eso optó por quedarse en el Ejército todo el tiempo que le dejaran: allí le daban de comer. El que se ofreciera como representante de su compañía, su primer cargo, no habría tenido otra razón que poder seguir cobrando una paga.