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200 años del descubrimiento de la piedra Roseta

Tras el código secreto de los faraones

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Condenas de destierro, acusaciones de plagio... Descifrar los jeroglíficos egipcios fue una aventura apasionante que casi acaba con la vida del francés Jean-François Champollion. Todo gracias a su perseverancia y una estela, la piedra de Roseta, que le dio la clave para desvelar el mayor misterio de los faraones. Se cumplen doscientos años de aquel descubrimiento.

por José Segovia

Martes, 07 de Diciembre 2021, 10:20h

Tiempo de lectura: 7 min

Corrió por las calles de París para llegar rápido al Instituto de Francia, al despacho de su hermano, Jacques-Joseph, un erudito en arqueología e historia antigua. Nada más traspasar la puerta, gritó: «¡Lo tengo!». Y cayó desmayado. Su hermano pensó que había muerto. Pero era agotamiento. Aquel día, 14 de septiembre de 1822, hace ahora 200 años, el francés Jean-François Champollion encontró el santo grial para traducir los enigmáticos jeroglíficos egipcios.

El trabajo había sido tan intenso en los últimos meses que tardó días en recuperarse. Pero el esfuerzo mereció la pena. Su descubrimiento abrió las puertas al estudio del antiguo Egipto y desató la Egiptomanía en todo el mundo. Esta apasionante historia comenzó el 15 de julio de 1799, en plena campaña del Ejército francés para expulsar a los británicos del Mediterráneo Oriental. Ese día, el oficial Pierre-François Bouchard encontró una estela –fragmento de un monumento conmemorativo egipcio– de 750 kilos de peso.

Esa estela fue bautizada con el nombre de 'piedra de Roseta' porque fue encontrada cerca de la población de El-Rashid (llamada 'Rosetta' por los franceses), en el norte del país. Años después, tras la derrota de Napoleón, los británicos se quedaron con gran parte de los tesoros expoliados por los galos, entre los cuales se encontraba esta valiosa pieza arqueológica, que desde entonces se exhibe en el Museo Británico de Londres.

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Apuntes de traducción.Cuaderno de notas de Champollion. Descubrió similitudes entre el copto y la forma de nombrar las cosas en tiempos de los faraones.

En su superficie llevaba inscrito un decreto publicado en la ciudad de Menfis en el año 196 antes de Cristo en nombre del faraón Ptolomeo V. El mismo texto se repetía en tres idiomas distintos: jeroglíficos egipcios, escritura demótica (versión simplificada de los jeroglíficos que apareció al final del Imperio egipcio) y griego antiguo.

Debido a que fue el primer texto plurilingüe de la antigüedad, la piedra de Roseta despertó el interés del mundo académico al ser considerada como una posible herramienta para descifrar la ininteligible escritura jeroglífica. Antes de entregársela a los ingleses, los franceses hicieron copias de yeso y litográficas que circularon poco después en diversos museos europeos.

Hasta que Champollion sentó las bases para su desciframiento, la escritura jeroglífica era un misterio. Los egipcios creían que su inventor fue el dios Thot y que estaba destinada a ser utilizada con fines religiosos, razón por la que su conocimiento estaba reservado a una minoría sacerdotal. Dado su hermetismo, el Imperio creó la escritura hierática, más sencilla y más apta para la administración del país y para otros usos cotidianos. A partir del siglo VII antes de Cristo, los egipcios desarrollaron una tercera escritura: la demótica, una de las que aparecen en la piedra de Roseta. Con el ascenso del cristianismo en el siglo II después de Cristo, Egipto comenzó a utilizar el alfabeto griego para escribir palabras egipcias, lo que dio lugar al copto.

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El primer egiptólogo.El historiador y lingüista Jean-François Champollion averiguó que los jeroglíficos eran una combinación de signos fonéticos e ideográficos. Identificó a divinidades (a la derecha) como Khnum, dios creador, y a Neit, diosa de la guerra y la caza. Falleció a los 41 años. Su Gramática del antiguo egipcio se publicó tras su muerte.AGE

En sus orígenes, los jeroglíficos eran la representación de los objetos y los seres vivos que conformaban la realidad de los antiguos egipcios. Por ejemplo, la palabra 'cara' se mostraba con el dibujo de una cabeza humana mirando de frente y el vocablo 'casa' se escribía con el dibujo esquemático de una habitación.

Se llegaron a crear más de 700 jeroglíficos, pero era imposible que esas figuras pudieran representar todas las cosas. Para describir nuevos significados, los egipcios comenzaron a utilizar los signos de forma simbólica. El dibujo del sol representaba al astro rey y al día. Para complementar el sistema de jeroglíficos, los lingüistas egipcios desarrollaron la escritura fonética, en la que los signos representaban los sonidos de las palabras tal como se pronunciaban.

A este complejo galimatías fue al que se enfrentó Champollion cuando quiso descifrar la escritura jeroglífica. Con la ayuda de su hermano se trasladó a París para estudiar en la Escuela de Lenguas Orientales, donde recibió clases del profesor Silvestre de Sacy, uno de los estudiosos de la piedra de Roseta y un redomado monárquico que años después atacaría a Champollion por sus veleidades bonapartistas.

La clave del idioma de los cristianos egipcios

A base de comparar textos, Champollion dedujo que algunos jeroglíficos representaban fonemas, que podían ser una letra o una sílaba, y pensó que la clave para descifrarlos era leer y hablar con fluidez el copto, idioma de los cristianos egipcios que descendía directamente de la lengua que hablaban los faraones.

Gracias a sus estudios de copto comprendió que algunas grafías y sonidos de esa lengua coincidían con los jeroglíficos de la estela. Por ejemplo, el sol se pronunciaba 're' en copto y el dios del Sol en Egipto era Ra. Por aquel entonces, Thomas Young –un erudito– había descubierto que los nombres propios que aparecían en la piedra de Roseta se marcaban con un cartucho o cilindro.

Algunos no creyeron a Champollion y lo acusaron de haber plagiado al británico Thomas Young

Young describió numerosos signos de la escritura jeroglífica, aunque solo 40 de ellos eran correctos. Tiempo después, Champollion corrigió la lista del erudito británico. Los dos investigadores mantuvieron correspondencia y una cierta amistad, aunque esta se transformó en una profunda enemistad cuando el francés hizo público su descubrimiento.

Tras la abdicación de Napoleón y la subida al trono de Luis XVIII, los hermanos Champollion fueron depurados por la Corona por su lealtad al corso. En 1816 se los expulsó de la Universidad, condenados al destierro en Figeac, su ciudad natal. El profesor Sacy, que era miembro de un comité de la Academia de Inscripciones y de las Bellas Letras de París, rechazó la publicación del diccionario copto que había escrito Champollion. La razón no era otra que su lealtad a Napoleón.

Descifrar los nombres de Ramsés y Tutmosis

El castigo terminó y hacia finales de 1821, ya en París, Champollion demostró que la escritura hierática era una forma simple y abreviada de la escritura jeroglífica y que la escritura demótica era una versión posterior y todavía más simplificada de la hierática.

En aquel tiempo, Champollion estudió una copia de las inscripciones del templo de Karnak (Tebas), lo que le permitió reconstruir un alfabeto fonético que se podía aplicar a los nombres grecorromanos que fueron escritos en egipcio. Pudo descifrar los nombres de Ramsés y Tutmosis.

Ese fue el santo grial que le permitió desvelar los secretos de la escritura jeroglífica el 14 de septiembre de 1822. El hallazgo tuvo un gran impacto en la comunidad científica. Pero algunos colegas no lo creyeron y Young lo acusó de haberle robado sus ideas.

Enfadado por las críticas que recibía del Reino Unido, Champollion recordó que había reconocido el trabajo del erudito británico. Pero lo cierto es que no había mencionado todos los méritos de Young. Por su parte, James Browne –subdirector de la Enciclopedia británica– escribió una serie de artículos en los que denunció «el plagio sin escrúpulos de Champollion».

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La evolución de los jeroglíficosLa piedra de Roseta repite el mismo texto en tres idiomas: jeroglíficos, escritura demótica y griego antiguo. El demótico es una versión simplificada del jeroglífico, que antes evolucionó con un paso intermedio, el hierático.

En 1824, el lingüista francés había perfeccionado su sistema y publicó Resumen del sistema jeroglífico de los antiguos egipcios, una obra en la que explicaba la complicada naturaleza de los jeroglíficos.

Dos años después, ya con el apoyo casi unánime del mundo académico, Champollion fue nombrado conservador general de la colección egipcia del Museo del Louvre de París. En 1828 cumplió su sueño de viajar a Egipto, donde identificó los jeroglíficos que adornaban los templos y los monumentos funerarios faraónicos.

A su regreso fue elegido miembro de la Academia de las Inscripciones y de las Bellas Letras. Los años de penuria tras la derrota de Napoleón y su destierro a su ciudad natal eran cosa del pasado.

Pero disfrutó pocos años de su éxito profesional. Champollion falleció de un infarto el 4 de marzo de 1832, dejando inacabados diversos estudios que terminó su hermano Jacques-Joseph. Su gramática y su diccionario de la lengua egipcia, publicados póstumamente, permitieron por primera vez leer la lengua que hablaban los faraones hace miles de años.

En 2003, con motivo del 250.º aniversario del Museo Británico, el entonces jefe del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass, pidió que la piedra de Roseta fuera devuelta a su país. «Es el símbolo de la identidad egipcia», adujo Hawass. Para los egiptólogos de todo el mundo, esta joya milenaria es también el símbolo de su propia actividad científica. Sin ella, ellos tampoco existirían.

Etiquetas: Antiguo Egipto