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Bótox ilegal:

Cuando la belleza esconde una película de terror

Bótox ilegal: 'La sustancia'... en la vida real

Clínicas clandestinas y bótox falso en terribles condiciones de salubridad. El pujante mercado ilegal de la medicina estética promete belleza al instante –como en la película protagonizada por Demi Moore– pero se convierte en pesadilla como en el caso de Andrea, con graves secuelas para sus víctimas. Descubrimos cómo funciona el lado más oscuro de este negocio tras la desarticulación de la mayor red criminal de tráfico de sustancias ilegales relacionadas con esta industria en nuestro país.

Viernes, 28 de Febrero 2025, 10:39h

Tiempo de lectura: 12 min

Cuando la actriz Demi Moore entra en un local clandestino y lleno de mugre para recoger su 'kit de belleza y juventud' en la película La sustancia, abre la puerta a un mundo de obsesión visceral por la estética que el espectador sabe que jamás podrá terminar bien. «Una simple inyección que liberará la mejor versión de ti misma», le dice una voz al otro lado del teléfono para venderle el dichoso producto mágico. «Más joven, más guapa, más perfecta». El resultado es una historia de terror.

Y, aunque la experiencia de Demi Moore podría resultar esperpéntica, en la vida real esa misma puerta la abren cada día miles de personas al exponerse a retoques sin supervisión médica e incluso adquirir productos médico-estéticos de forma ilegal en el mercado negro. 

Viales de bótox o ácido hialurónico almacenados en cajas a la intemperie durante días en un puerto, en el maletero de un coche a 40 grados, tirados en un sótano junto a jeringuillas reutilizadas al lado de la basura o en la nevera de un domicilio particular. «Eso que vemos en la película no está tan lejos de la realidad. En esta era de la desinformación, la presión social por cumplir con los cánones de belleza es tanta que al final hace que entres en el sótano, cojas la sustancia y te la inyectes», explica uno de los investigadores de la Sección de Salud Pública y Dopaje de la UCO que ha participado en la desarticulación de la mayor red criminal dedicada al tráfico de productos sanitarios relacionados con la medicina estética procedentes de Corea del Sur.

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«Pagué un dineral por rellenos de cara y ahora parezco una gárgola». «Vivo una pesadilla todos los días», asegura Andrea, una mujer británica de 60 años que ha visto como su cara se desfiguraba tras ponerse en manos de un tatuador que se hacía pasar por médico en Yorkshire (Inglaterra). Según una investigación de la BBC, la mujer sufrió una infección tras un relleno facial de ácido hialurónico y, a pesar de vender joyas y pedir prestado para pagar los tratamientos, la reacción empeoró y tuvo que acabar yendo a urgencias.

La operación se ha saldado con cuatro detenidos y más de 24 clínicas dedicadas a la realización de estos de tratamientos desmanteladas, «algunas legales y otras clandestinas, que se ofertaban a través de redes sociales o páginas web», continúa el agente. De hecho, entre los lugares donde se han detectado estos procedimientos se incluyen desde lavabos de cafeterías y trastiendas de zapaterías hasta una clínica de alto standing que tuvieron que clausurar en Marbella, donde mezclaban el producto legal con el que conseguían en el mercado negro para bajar su costo, manteniendo los precios para sus clientes. «Pero, salvo esta excepción, lo que más nos hemos encontrado son locales donde igual que te pintan las uñas o te arreglan las cejas te pueden pinchar bótox», explica el investigador de la UCO.

Consecuencias de las sustancias 'fake'

Infecciones 

Los productos no regulados suelen ser fabricados en condiciones insalubres, lo que aumenta el riesgo de infecciones bacterianas o abscesos en el área tratada. La falta de control en las condiciones de almacenamiento y aplicación también eleva el riesgo de que la toxina se contamine. 

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Todo ello sin la trazabilidad, la calidad y la conservación exigidas para los productos sanitarios y, por tanto, sin la seguridad de que el contenido sea el que figura en las etiquetas, ya que llegaban a España de manera clandestina por vía aérea o marítima, sin respetar las condiciones de temperatura. Y es que, a pesar de que los integrantes de la organización criminal lo compraban en farmacias de Corea, ese material no cumplía con los estándares de la Unión Europea y, por tanto, podía contener impurezas, lo que aumenta el riesgo de efectos secundarios. 

«La banalización de la medicina estética ha hecho que le perdamos el miedo a las inyecciones, pero si el producto no cumple con la cadena de frío cambia tanto que el cuerpo no lo deshace y hay que intervenir»

«El problema es que, si tú no sabes lo que te has inyectado y tiene secuelas, es muy difícil saber cómo tratarlo», aclara la doctora Petra Vega, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). «La banalización de este sector ha hecho que le perdamos el miedo a las inyecciones porque pensamos que todo se reabsorbe, pero, por ejemplo, si el producto no cumple con la cadena del frío y no se mantiene en las condiciones de temperatura que el fabricante exige, sus características cambian tan radicalmente que puede ser que el cuerpo no lo deshaga», continúa la experta. «Un ácido hialurónico si no se conserva entre los 8 y los 25 grados y te lo pinchas después de haber estado en un maletero a 40 grados al sol puede cambiar tanto que acaba convertido en una goma dentro del cuerpo. Yo he atendido muchos casos así y no he tenido más remedio que derivarlos a un cirujano para que se lo extirpe», asegura la doctora Vega. 

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Operación Kalopsia. La Guardia Civil, en una operación conjunta con la Agencia Tributaria, ha desarticulado una organización criminal dedicada a la importación, almacenamiento y distribución de medicamentos y productos sanitarios ilegales relacionados con la medicina estética. Se trata de la primera operación de este calibre llevada a cabo hasta ahora en nuestro país. 

Según los últimos datos de la SEME, el 47 por ciento de la población española se ha sometido a alguna técnica médico-estética. Una industria, la legal, que mueve al año más de 3500 millones de euros en nuestro país. Mujeres y hombres que, en muchos casos, ya ven en las 'gangas' una salida a un gasto que puede resultar desmesurado. ¿Lo increíble? Que un público acostumbrado a mirar las etiquetas de todo lo que compra para ver hasta el más mínimo detalle sea capaz de inyectarse una sustancia cuyo origen desconoce.

De hecho, el submundo de este sector llega tan lejos que, según datos de la SEME, el 65 por ciento de los tratamientos médico-estéticos en nuestro país los realizan profesionales no cualificados, y los resultados pueden ser demoledores para la salud: necrosis de la piel, asimetrías faciales, quemaduras severas, infecciones o reacciones alérgicas que pueden desencadenar un shock anafiláctico.

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La experta. Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Autónoma de Barcelona, la doctora Petra Vega, además de realizar su actividad asistencial, participa activamente en la regulación y actualización de la medicina estética en España.

«Está tan extendido que el 15 por ciento de las primeras visitas que acuden a mi consulta lo hacen porque han tenido secuelas después de someterse a alguno de estos tratamientos en centros ilegales o haberse pinchado un producto que han conseguido a través de Internet», cuenta la doctora Vega. «Una intolerancia o una alergia graves pueden acabar siendo mortales. Además, a largo plazo, tiene un riesgo mucho más importante que es el desarrollo de alguna enfermedad autoinmune como el lupus, ya que esos productos pueden no reabsorberse y el cuerpo reacciona defendiéndose».

Mensajes en Instagram que ofrecen rellenos de labios a precios de saldo o citas a través de TikTok para celebrar botox party, fiestas donde los participantes reciben inyecciones por 50 euros, cuando en una clínica legal les podrían costar 400. Estas son algunas de las prácticas que la SEME ha detectado en los últimos años. «Hemos visto desde supuestos enfermeros que te pinchan bótox a domicilio hasta cuentas en redes sociales en las que solo se permite concertar una cita por WhatsApp y te avisan del lugar y la hora del tratamiento con 24 horas de antelación», declara la experta.

Qué es lo legal

Registro sanitario

Todos los centros de medicina estética tienen la obligación de poner a disposición del paciente su número de registro sanitario, donde se indica si la clínica tiene la licencia sanitaria U.48, y un médico responsable con la cualificación debidamente acreditada. 

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La ley establece que los médicos son los únicos profesionales sanitarios capacitados para ejercer la medicina estética.... Leer más

Se trata de un nuevo tipo de delincuencia que se basa en la desinformación: «El 22 por ciento de la población española no sabe qué es la medicina estética y solo un 7 por ciento es consciente de que procedimientos como la infiltración de neuromoduladores o los láseres son de uso exclusivamente médico», continúa. «Por eso, cada vez recibimos más llamadas para preguntarnos cuánto cobramos por un tratamiento con ácido hialurónico, por ejemplo. Y, cuando les decimos el precio, contestan: 'Pero el producto ya lo tengo, es solo para pinchar'».

Explican desde la UCO que la colaboración entre los médicos y los investigadores es fundamental para detener las redes criminales. «El problema es que las personas que han sufrido las secuelas sienten una enorme carga de culpabilidad y vergüenza, y les cuesta admitir que se han inyectado en una peluquería», mantiene Vega. Y convencerlas para que denuncien no siempre es fácil. «Muchas veces pensamos que los clientes que acuden a estas prácticas son de un perfil socioeconómico bajo, pero no siempre es así. Está claro que los precios influyen, pero yo he tenido pacientes casadas con médicos que me han pedido por favor que su caso no trascienda para que su marido no se entere». También hay quien va a estos sitios porque en las consultas médicas se niegan a hacerle algo porque está contraindicado. «A veces solo quieren emular patrones estéticos. Sentir que pertenecen al grupo», concluye.

La midorexia o miedo a envejecer, considerado como un trastorno mental grave, afecta al 53 por ciento de los pacientes clínicos de la medicina y la cirugía estética

En este sentido, la psiquiatra del Centro de Estudios y Aplicación del Psicoanálisis (CEAP) Remedios Gutiérrez destaca el peligroso avance de la midorexia o pavor a envejecer, un trastorno mental grave que, según los últimos índices epidemiológicos, podría afectar al 2,4 por ciento de la población general y a aproximadamente un 53 por ciento de los pacientes clínicos de la medicina y la cirugía estéticas. «Son personas que sienten un terror irracional a los cambios externos producidos por el paso del tiempo y que tratan de disimularlos a toda costa a base de procedimientos estéticos, ejercicio o dietas».

Esto, sumado al actual bombardeo sobre el hecho de mantener la juventud como logro supremo, mercantilizándola como un bien de consumo más, ha hecho que la tasa de incidencia de la midorexia (asociada a los 40 y los 50 años) ya alcancé a jóvenes de 30 e incluso 20 años, que recurren a procedimientos antiedad. Y alerta sobre sus peligros: «Esta necesidad de retocarse ya desde tan pronto suele entrañar algún problema más hondo de autoestima e incluso de dismorfia corporal. Las señales de alerta hacia una futura obsesión o adicción son claras; entre ellas, que nunca les parece suficiente y, cuando se arreglan una parte del cuerpo o la cara, siempre encuentran otro punto defectuoso que tratar».

¿Su conclusión? «Intentar no caer en esa trampa que asocia belleza y éxito, lo que se ha bautizado como beauty privilege: un sesgo según el cual las personas más atractivas tienen mayores posibilidades de acceso y ascenso laboral, de éxito social o amoroso, y que está en la base de este creciente problema de salud mental». 

Y termina: «Hace poco leí una entrevista de Demi Moore en la que decía que había aprendido a abrazar sus arrugas, pero no menciona ninguno de los procedimientos estéticos evidentes a los que se había sometido. '¿Qué arrugas?', me pregunté. Creo que a nivel social y educativo es mejor ser franca y decir que te has puesto bótox antes que fingir que eres así genéticamente, porque quien se lo crea puede sentirse mal por comparación con algo tan irreal».