Jueves, 14 de Agosto 2025, 11:38h
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Nos dicen ahora que pronto nos pondrán un gorro, provisto de inteligencia artificial, con el que podremos convertir en texto nuestros pensamientos sin necesidad de una interfaz física de escritura. Cabe suponer que, como es costumbre en los proveedores de este tipo de cacharrería, el uso de su dispositivo llevará aparejado el permiso para que el suministrador acceda a todo lo que pensemos y lo utilice luego como mejor le parezca para desarrollar y vender otros productos. Si eso es así, nos acercamos a los límites de la expropiación de lo humano. A cambio de una comodidad que ni Cervantes ni Shakespeare necesitaron para escribir su obra, abriremos las puertas de nuestro interior no sabremos a quién ni para qué. Hasta que todo lo que pensemos carezca de valor, porque sea un simple injerto del sistema al que servimos.
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