Viernes, 12 de Abril 2024, 11:04h
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Han provocado una ruidosa controversia unas declaraciones del humorista Joaquín Reyes donde afirmaba que en España no existe 'cultura de la cancelación'. Conste que la expresión me repugna, pues se trata de un neologismo que, además de utilizar abusivamente el término 'cultura' para referirse a realidades cochambrosas (acabaremos hablando de 'cultura de la masturbación' o 'cultura de tirarse pedos sin hacer ruido'), introduce ese neologismo de 'cancelación', que uno no sabe exactamente qué significa. La 'cancelación' pretende, al parecer, borrar la memoria del disidente que osa formular ideas inaceptables para la rampante zoquetería woke, o siquiera convertirlo en un apestado, desprestigiarlo, señalarlo ignominiosamente, para que nadie lo contrate, para que nadie lo lea, para que nadie lo atienda ni considere. Así pues, la llamada 'cancelación' puede definirse como una intentona de veto o boicot, o siquiera como un hostigamiento que anhela la demonización del disidente.
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