Compañía de las Indias Orientales
¿Matanzas? Nada personal. Solo negocios

En el interior de una tienda levantada junto al fuerte recién tomado de Allahabad, los hombres de la Compañía colocaron una butaca sobre una mesa de comedor. A falta de nada mejor, extendieron por encima una colcha de seda. En ese precario trono hicieron sentarse a Shah Alam, emperador mogol de la India, descendiente del gran Tamerlán, criado en el lujo de Delhi y ahora obligado a humillarse ante unos comerciantes extranjeros y los mosquetes Brown Bess de sus mercenarios.
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