
Viernes, 12 de Julio 2024, 09:59h
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Un cartel de neón proclamaba «Aquí se puede» en la puerta de entrada de Eldorado, un cabaret de Berlín frecuentado por homosexuales y transexuales. Allí acudía a ligar Ernst Röhm, el jefe de las SA, las violentas fuerzas paramilitares del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP), liderado por Adolf Hitler.
Röhm era homosexual y uno de los más antiguos colaboradores de Hitler: lo acompañó en su fallido golpe de Estado de 1923 y por ello pasó quince meses en prisión. Luego organizó el cuerpo de matones, los violentos camisas pardas, de un partido que perseguía a homosexuales. ¿Cómo manejó esta aparente contradicción? Laurie Marhoefer, profesora de Historia de la Universidad de Washington, tiene una teoría.
Sostiene en su libro Racism and the making of gay rights, sobre las personas queer y trans de la República de Weimar, que Röhm enfocaba su sexualidad como «una conexión erótica entre hombres fuertes y masculinos que sirven juntos a la patria». Sus compañeros del NSDAP no tenían la misma visión. Además, el partido socialdemócrata utilizó su homosexualidad (penada por el artículo 175 del Código Penal alemán) para atacarlo y en 1932 publicaron en periódicos afines unas cartas íntimas de Röhm dirigidas a otro hombre, con titulares como «El tercer género saluda al Tercer Reich».
Aquello indignó al adjunto de Röhm en las SA, Edmund Heines, que pegó una paliza a un periodista y fue detenido. Ya entonces Röhm había caído en desgracia en las luchas internas de su partido. Hitler, una vez tuvo todo el poder en su mano, ordenó su asesinato y el de otras doscientas personas en 'la noche de los cuchillos largos'. A Ernst Röhm lo mataron a balazos en su celda el 2 de julio de 1934, hace ahora 90 años. Entre 1933 y 1945, los nazis arrestaron a unos cien mil homosexuales. Unos quince mil de ellos fueron encerrados en campos de concentración, donde murieron más de la mitad.