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Damien Hirst cocina el negocio del milenio: obras que se reproducirán después de muerto

¿Arte o timo?

Damien Hirst cocina el negocio del milenio: obras que se reproducirán después de muerto

El infierno de Damien. Hirst quemó en 2023 casi cinco mil pinturas de su autoría en un 'happening' en el que sus propietarios debían elegir entre quedarse con la obra física o con su NFT, su reproducción digital.

El artista británico quiere crear las «pinturas póstumas»: venderá 'la idea' de obras de arte que podrán reproducirse hasta 200 años después de muerto.

Jueves, 04 de Septiembre 2025, 12:54h

Tiempo de lectura: 3 min

Acaba de cumplir 60 años y Damien Hirst ya está pensando en el siguiente negocio, en este caso un negocio 'inmortal': sus «dibujos póstumos». Se trata, explica en The Times, de instrucciones para crear obras de arte que pueden reproducirse y venderse hasta 200 años después de su muerte, y que serán firmadas por sus descendientes (tiene tres hijos).

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Damien emparejado. Damien Hirst estuvo casado 20 años con Maia Norman, con quien tuvo tres hijos. Ella le dejó en 2012, dejándolo «desolado» pero rehizo su vida. Desde 2018 mantiene una relación sentimental con la bailarina Sophie Cannell, 28 años menor que él.

Hirst plasmará en cuadernos 200 dibujos e ideas, cada uno de los cuales podrá producirse anualmente después de su muerte. La idea es tener un certificado que diga: «Año uno después de la muerte de Damien: tienes derecho a hacer esta escultura y, hasta que no se haga, puedes canjear el certificado». Por ejemplo, «tuve una idea para una instalación de un cerdito en formol en 1991 que nunca hice. Así que podrías hacer ese cerdo 145 años después de mi muerte y fecharlo en 1991». Hirst ya ha sido acusado en otras ocasiones de plagio, de falsificar la fecha de las obras... Pero toda su carrera se ha cimentado en el descaro. Al fin y al cabo, argumenta, sus dibujos póstumos son como vender 'futuros de arte'  y funcionan del mismo modo que los futuros de las materias primas o las divisas —un tipo de contrato que especula sobre su valor en el tiempo— con los que operan los agentes de Bolsa.

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El joven –y conflictivo– Damian. Hirst admitió haber tenido problemas de drogadicción y alcoholismo en la década de 1990. Su comportamiento salvaje y excentricidades le garantizaron la atención de la prensa (para la que llegó a exhibir  un cigarrillo en el pene) como la prohibición de entrar en ciertos clubs respetables de Londres.

Desde que en 1990 expuso un tiburon muerto en un tanque de formol, todo ha sido controversia... y negocio. Como su venta de arte digital en 2022, acertadamente titulada The Currency (La Moneda), que muchos consideraron un plan para enriquecerse rápidamente.

Hirst tampoco tiene problema en 'jugar sucio'. Recientemente, The Guardian informó que tres instalaciones de Hirst se habían datado en 1990 , cuando en realidad fueron realizadas (por algunos de sus 150 empleados) en 2017. La respuesta de Hirst fue que había tenido la idea en los 90 y, dado que son obras de arte conceptual, eso era lo que importaba.

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El tiburón.La obra se titula La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo y consiste en un tiburón de cuatro metros suspendido en un tanque lleno de una solución química de aldehído fórmico, fue vendido en 2004 por unos 9,5 millones de euros. Lanzó a Hirst al estrellado. Desde entonces, ha realizado numerosas variantes del tiburón y otros animales con similar tratamiento.

En la entrevista con The Times, Hirst también se revela como un auténtico hombre de negocios. En su 'fabrica de arte' llegó a emplear a 350 personas. Ahora tiene 150 y dice que produce más obra que nunca porque optimiza los procesos y sabe más del aspecto comercial de su empresa. También confiesa que su mayor preocupación ahora es 'rentabilizar' a sus empleados hasta el punto de que eso se han convertido en el tema central de las conversaciones con su terapeuta. «Solía hablar con él sobre mis relaciones, pero he pasado a hablar sobre mis frustraciones como empleador: cómo tratar con mis empleados y las cosas de las que se quejan». ¿Qué ha concluido de esas sesiones de 'coaching empresarial'? «Para que la gente que trabaja para mi haga lo que yo quiero, el problema tiene que ver con 'lo sagrado'», explica Hirst. «Cuando vas a ver pinturas de Velázquez estás de acuerdo en que son objetos sagrados. Las personas que trabajan para ti necesitan creer que trabajan para un artista sagrado, haciendo objetos sagrados». Otra lección de 'humildad' de Damien Hirst...

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