Martes, 06 de Agosto 2024, 14:37h
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Un banquete. Con su primero, su segundo y su postre. Eso es lo que se encuentran las bacterias cuando las glándulas sudoríparas de los pies eliminan ácidos grasos, proteínas y esteroides. Lo malo es que, después de darse el atracón, las bacterias empiezan a eliminar sustancias de desecho en forma de ácidos orgánicos y es eso lo que huele tan mal. Si, además, tenemos en cuenta que en la zona plantar existen más de 250.000 de estas glándulas, una cantidad mucho mayor que en otras partes del cuerpo, la fiesta está servida.
«Las glándulas sudoríparas ayudan a regular la temperatura corporal y tenemos más en lugares como las axilas, las palmas y las plantas de los pies. Pero el sudor por sí solo no tiene olor», explica el podólogo Nicholas Butler en The New York Times. «Las bacterias se alimentan del sudor y producen ácidos que pueden hacer que los pies huelan a queso, azufre o vinagre». Sí, a queso. Confirmado.
Se da la circunstancia de que una de las bacterias más comunes en nuestros pies pertenece a la familia de la bacteria responsable de la fermentación de los quesos. Se llama Brevibacterium linens y es famosa por producir sulfuro de metilo y ácido isovalérico, compuestos que tienen un olor muy parecido al del queso. Si a esto sumamos alteraciones hormonales (como ocurre en el caso de los adolescentes), estrés, ansiedad o consumo excesivo de alcohol, el sudor aumenta y con él el mal olor.
Hasta aquí, todo este festín da un poquito de miedo, pero hay una parte positiva y es que, según el doctor Butler, «si no hay ningún síntoma de infección, como picazón, enrojecimiento, sequedad o piel agrietada, pequeños ajustes deberían valer para solucionarlo». Y da algunas ideas, empezando por lavar los pies a diario y asegurarnos de secarlos correctamente, incluso entre los dedos. Si no hay sudor no hay olor. También propone utilizar jabones sin fragancia y mantener las uñas bien cortadas, ya que las bacterias atrapadas en esta zona pueden hacer que los pies apesten.
Y luego está el capítulo del calzado: usar zapatos cerrados sin calcetines es el camino más directo para tener unos pies apestosos. Es mejor usar calcetines que faciliten la transpiración, como el algodón y elegir un calzado que permita la transpiración, como los que se fabrican con cuero. Los expertos también aconsejan utilizar polvos de talco o algún desodorante para pies si hay una elevada sudoración.
Lejos de ser el enemigo, y una vez que sabemos cómo controlar el sudor, los expertos aseguran que los pies sirven como herramienta de diagnóstico para indicar potenciales problemas de salud. Diabetes, tiroides o enfermedades cardíacas se podrían detectar fijándonos en el estado de nuestro pies.
Explican desde la AdvantageCare Physicians (ACPNY), un consultorio de atención primaria neoyorkino, que, por ejemplo, una piel seca y descamada alrededor de la región metatarsiana o del talón podría ser una señal de advertencia de una afección de tiroides. «Si notas piel seca en los pies y tienes síntomas de entumecimiento en las manos, aumento de peso o problemas de visión, habla con tu médico», aconsejan.
El dolor de pies matutino también puede ser una advertencia. «¿Experimentas ardor o dolor fulgurante en los pies justo después de dar tus primeros pasos fuera de la cama por la mañana. Podría deberse a una fascitis plantar, una afección causada por la inflamación en la banda del tejido que conecta el talón con los dedos de los pies», señalan.
Tampoco es buena señal el entumecimiento del pie ya que podría estar relacionado con la diabetes tipo 2. «Es probable que tus pies hayan estado entumecidos si estuviste sentando en una sola posición durante demasiado tiempo. Pero si esto sucede regularmente mientras estas activo, no debes ignorarlo. El entumecimiento en los pies también es un síntoma común de la neuropatía periférica, relacionada con la diabetes tipo 2. Si tus pies están entumecidos regularmente y las heridas en tus pies no se están curando, habla con tu médico de inmediato», aconsejan.
El pie, junto al tobillo, conforma una estructura mecánica que cuenta con 26 huesos (los 52 que constituyen los dos pies son un 25 por ciento de los huesos de todo el cuerpo), 33 articulaciones y más de 100 músculos, ligamentos y tendones.
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