Danuta Wasserman, presidenta electa de la Asociación Mundial de Psiquiatría: «Hay genes específicos responsables del suicidio»
SALUD MENTAL
La experta en suicidio, que ha dedicado toda su carrera a estudiarlo, defiende que este problema «sí se puede prevenir»
16 nov 2022 . Actualizado a las 18:14 h.Cada año, se suicidan cerca de 700.000 personas, y por cada intento, hay muchas tentativas que no se llegan a cumplirse. Es la consecuencia evidente de la pandemia de la salud mental. Por eso, entender las raíces, sobre lo que se asienta, resulta fundamental. En este campo, Danuta Wasserman es toda una eminencia, y ha dedicado toda su carrera a estudiar la ciencia del suicidio. Es la presidenta electa de la Asociación Mundial de Psiquiatría (WPA, por sus siglas en inglés), así como la directora del Centro de Apoyo de la Organización Mundial de la Salud para prevención del suicidio. Este sábado interviene en el Congreso Nacional de Psiquiatría que se celebra en Santiago de Compostela.
Sin embargo, esta cita dará el pistoletazo de salida hoy, a las siete de la tarde, con el Foro Social. Un evento, que tendrá lugar en la sala de conferencias del Centro Obra Social ABANCA, y abierto al público general. Xosé Ramón Gayoso, presentador de Televisión de Galicia; Cecilia Borràs, presidenta-fundadora de Después del suicidio Asociación de Supervivientes; Javier Martín, presentador de televisión y autor del libro Bipolar y a mucha honra; y Mai Meneses, cantante y autora del libro Tenía tanto que darte, serán los protagonistas.
—Se ha visto que la oxitocina tiene un papel muy importante en el comportamiento social y en la creación de relaciones. ¿Piensa que podría llegar a tener algún tipo de uso en los trastornos psiquiátricos?
—Sí, es algo que me puedo imaginar porque la oxitocina se encarga de crear un compromiso, un vínculo en las relaciones. Por ejemplo, la unión que se produce entre madre e hijo. Sabemos que en muchos pacientes con trastornos mentales, e incluso en pacientes con riesgo suicida, este vínculo no se produjo. Al mismo tiempo, sabemos que es esencial que estos vínculos se construyan con las personas de su alrededor. Por ello, probablemente en el futuro el tratamiento se pueda ver reforzado por la oxitocina. De hecho, muchos investigadores están trabajando en esta teoría. Si bien no está lista para usarse, los resultados son muy interesantes.
—Desde su posición, ¿podría hacer una fotografía actual del suicidio?, ¿en qué situación se encuentra?
—Las cifras de suicidio están disminuyendo de manera global. En cambio, si miramos de cerca a los diferente países, o incluso a las regiones dentro de los países, se observa una mayor variedad de los números. Por eso es muy importante tener una mirada local. En resumidas cuentas, a nivel global el suicidio está disminuyendo, pero en algunos países o regiones se incrementan en ciertos grupos de población. Es muy importante que en el trabajo preventivo tengamos en cuenta todos estos datos locales. Pero un grupo que preocupa mucho, incluso con la perspectiva global, es la gente joven, en la que el suicidio es una de las principales causas de muerte.
—Claro. De hecho, en ese grupo de población, los casos están aumentando.
—Sí, hay diferencias también entre países, pero en la mayoría o bien se mantienen estables, o bien crecen. Hay muchas razones para explicarlo. Tenemos un programa Europeo, llamado Saving and Empowering Young Lives in Europe, en el cual participaron más de 10.000 personas de diferentes países, en el que vimos que las personas con conductas suicidas tenían hábitos mucho menos saludables. Practicaban menos ejercicio, tenían una dieta de menor calidad, un sueño más pobre, no leían tantos libros, presentaban un debut sexual más temprano e incluso tenían un mayor consumo de alcohol. Nosotros llevamos a cabo un proyecto de prevención en las escuelas y pudimos ver que esta campaña tuvo efectos positivos a la hora de disminuir los comportamientos suicidas y la depresión. Así que es posible prevenir el suicidio. Este programa se basó en reforzar la comunicación entre la gente joven y los adultos, así como en sus iguales. Y también sobre cómo identificar diferentes situaciones de la vida y en los ambientes digitales. Encontramos muy buenos resultados tanto en aquellos que eran influenciables a esta situaciones como en los que no.
—¿Qué genética está detrás del suicidio? Lo pregunto porque se sabe que los genes pueden contribuir a esta condición y a la aparición de otros trastornos psiquiátricos.
—Sí, mi grupo identificó 49 genes específicos responsables del suicidio. Hicimos un metaanálisis sobre los artículos de genética al respecto y pudimos ver que hay genes responsables en las conductas suicidas que son independientes de los genes atribuibles a otros trastornos psiquiátricos hereditarios. Nuestros resultados mostraron que la influencia genética en las conductas suicidas no solo se deriva de los genes serotoninérgicos, sino también de los genes implicados en el desarrollo neural temprano y en el estrés.
—¿El uso desmesurado de internet puede considerarse un factor de riesgo?
—Existen diferentes usos. El normal, el intermedio y, finalmente, el que se considera patológico. Esto depende de las horas que se pasen al día conectados y de las razones que los lleven a conectarse. Es decir, de los contenidos que consuman. Por supuesto, puede considerase un factor de riesgo, pero al mismo tiempo, muchos jóvenes lo utilizan para buscar ayuda. De ahí, que sea importante entender que el uso de internet no siempre es negativo.
—¿Qué es lo más efectivo a la hora de prevenir?
—Depende, hay estrategias muy diferentes. Tenemos tratamientos farmacológicos que proceden de la depresión, del trastorno bipolar o de otros desórdenes psicóticos y, al mismo tiempo, la terapia también es necesaria. Y desde el punto de vista público, es importante cortar el acceso a las diferentes de formas de suicidio, así como tener un programa universal. Por ejemplo, en Estados Unidos tenemos uno llamado Sciece of Suicide, el cual fue significativamente efectivo a la hora de prevenir suicidios, así como otros factores de riesgo.
—Las cifras de suicidio muestran diferencias entre mujeres y hombres, ¿necesitan diferentes programas de prevención?
—Sí, los números son diferentes. Se puede decir que se produce una paradoja de género tanto en adultos, como en jóvenes, aunque en los últimos las variaciones no son tan notables. Se incrementan al crecer. En mujeres, la idea de suicidarse y de intentarlo son mayores, pero los varones lo hacen más efectivo. Se puede explicar tanto desde un punto de vista sociológico como psicológico. Las chicas son mejores comunicadoras y buscan (y aceptan) la ayuda más fácilmente. En cambio, ellos se guardan las cosas para sí mismos, no buscan tanta ayuda y van más a la acción, y por lo tanto, lo consiguen más.
—Es tal la magnitud de este problema que se considera un asunto de salud pública. ¿Qué diferencia a aquellos individuos que están sufriendo e intentan quitarse la vida de aquellos que están sufriendo pero no lo hacen?
—Así es, el suicidio es una de las principales causas de muerte en gente joven. La diferencia radica en las condiciones sociales y psicológicas. Los que tienen mayor riesgo suelen estar solos, se sienten desplazados, con falta de apoyo y una razón de vivir. Por eso, tanto la sociedad en general, como la comunidad en particular, son variables muy importantes para evitar los pensamientos suicidas. También sabemos que tienen estilos de vida mucho peores, y que además, presentan mayor prevalencia de otros trastornos como la depresión, o el trastorno de estrés post traumático, lo cual está muy relacionado.
—Por último. Está claro que no podemos entrar en la mente de alguien pero, ¿de qué forma conseguimos cambiar sus pensamientos?
—Claro. No se puede controlar la mente de otra persona, pero sí podemos dar apoyo, cercanía, entendimiento en el día a día, mostrar atención e interés, hablar con alguien e incluirlos en nuestros planes. No es cuestión de mandar en sus pensamientos, sino de ayudar e incluir a gente con riesgo de suicidio. Son personas muy solitarias, que no se ríen, o que incluso no son tan capaces de afrontar tareas diarias. No se sienten queridas, y por eso es tan importante contar con ellas en diferentes acciones sociales.