Afganistán
Afganistán
Este es el poder de la fotografía. Una simple manzana y la reacción ante ella de unos niños, hijos de una madre que obtuvo el botín tras horas mendigando en un campo para desplazados internos, sintetiza la catastrófica situación de un país, Afganistán, donde el 97 por ciento de su población vive por debajo del umbral de pobreza. Y nada parece que vaya a mejorar.
Desde que los talibanes recuperaron el poder en agosto de 2021, la economía afgana, destruida por cuatro décadas de guerra sin fin, no levanta cabeza. La retirada total de la ayuda internacional, una sequía que se prolonga desde hace ya cuatro años y dos devastadores terremotos (en 2022 y 2023) han dejado a los habitantes de este país montañoso y sin salida al mar completamente abandonado a su suerte.
Y no solo es el hambre y la miseria, en Afganistán apenas existen servicios sociales y se vulneran de forma generalizada los derechos humanos, sobre todo de mujeres y niñas, contra las que se han promulgado más de 70 edictos de restricciones y prohibiciones.
Los datos de Acnur, agencia de la ONU para los Refugiados, no pueden ser más elocuentes: 23,7 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente. Tres años después de la guerra aún hay 3,25 millones de personas desplazadas, y el regreso de otro medio millón de expulsados por el vecino Pakistán, donde viven dos millones de afganos, más otros 3,5 en Irán, ha exacerbado la crisis humanitaria.
Y de todo ello nos habla la mirada de estos niños, imagen captada por el iraní Ebrahim Noroozi, fotógrafo de Associated Press, con la que el jurado del World Press Photo ha querido recordarnos cómo una sola fotografía es capaz de desentrañar la realidad de un país entero. La del más pobre y más hambriento de Asia.
Medio millón de personas han sido deportadas desde el vecino Pakistán, donde aún viven dos millones de afganos. El 99 por ciento de estas familias, según Save the children, no tiene comida para afrontar los dos próximos meses. Esta mujer descansa en el desierto tras haber sido expulsada desde la ciudad fronteriza de Torkham, en Pakistán.
En Afganistán hay 3,25 millones de desplazados. Son los más pobres entre los pobres en el país más pobre de Asia. Viven en campamentos o en las calles, como esta familia que se calienta quemando basura a las afueras de Kabul.
Un grupo de retornados afganos aguardan su turno para ser registrados en un campamento cerca de la frontera con Pakistán. El gobierno de Islamabad fijó el pasado 31 de octubre como fecha límite para abandonar el país. Desde entonces los afganos son perseguidos, arrestados y expulsados de forma masiva.
Una mujer desplazada acompaña a su hijo enfermo en un campamento a las afueras de Kabul. Además del hambre, que sufren ya ocho millones de niños afganos, la higiene y las condiciones sanitarias son extremadamente precarias y la atención médica completamente insuficiente, lo que genera un alto riesgo de contraer enfermedades y desatar brotes epidémicos.