Enhanced Games
Enhanced Games
Jueves, 27 de Noviembre 2025, 18:09h
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Bienvenidos a la competición deportiva donde puedes drogarte para mejorar tu rendimiento y ganar un millón de dólares por batir un récord mundial. Este es el escenario que plantean los Enhanced Games (Juegos mejorados), todo un desafío a las reglas y estructuras del deporte profesional patrocinado por personajes afines a Donald Trump como su propio hijo mayor, Donald Trump Jr, el controvertido multimillonario Peter Thiel o el príncipe Khaled bin Alwaleed, nieto del rey de Arabia Saudí, además de diversos criptobros.
Miles de atletas, el propio Comité Olímpico Internacional (COI) y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) han puesto el grito en el cielo. «Este evento, que promueve sustancias para mejorar el rendimiento, envía un mensaje peligroso, irresponsable e inmoral y es una traición a todo lo que representamos», señalan en una contundente reprimenda conjunta. Nada que impida a sus promotores seguir adelante con un acontecimiento deportivo promocionado como una especie de culto farmacológico ciberpunk transhumanista cuyo fin último sería crear una plataforma por suscripción para vender al público programas personalizados para mejorar el físico y el rendimiento.
«Nuestra misión es crear superhumanos –señala en explícita confesión Aron D’Souza, empresario australiano, abogado, amigo íntimo de Thiel y promotor del asunto–. Las mismas drogas que permiten a los atletas correr más rápido y saltar más alto nos permitirán a todos ser más saludables y fuertes para trabajar más tiempo y tener vidas más productivas. No se trata solo de crear un nuevo evento deportivo o ganar dinero, queremos crear humanos 2.0. ¿Quiero vivir hasta los 100 años postrado en una cama? No. ¿Viviría hasta los 100 si pudiera tener mi cuerpo de 25 años? Sin duda».
Parte de esta visión futurista incluye una artimaña para sortear las polémicas sobre atletas trans, intersexuales o con variaciones biológicas del sexo. En los Enhanced Games las competiciones estarán divididas por cromosomas sexuales: una categoría XX y otra XY. El propósito es «alinear» las competiciones con lo que los organizadores consideran «sexo biológico». Se reduce así la competición a diferencias genéticas, no a identidad de género.
La división se hará práctica con una controvertida prueba que determinará la presencia en cada atleta del gen SRY, responsable de iniciar el desarrollo testicular en el embrión. Para los organizadores, la cuestión es sencilla: si el SRY está activo desarrollas testículos y eres hombre; en caso contrario desarrollas ovarios y eres mujer. Una simplificación que ha criticado el mismísimo Andrew Sinclair, el genetista que descubrió este gen SRY hace 25 años. «El sexo biológico –refuta el científico australiano– no puede reducirse a la presencia de un gen o a cromosomas. También influyen factores sexuales, gonadales, hormonales y fenotípicos». Además, la prueba SRY, advierte, conlleva riesgos como falsos positivos que pueden llevar a la exclusión injusta de atletas.
Críticas que los organizadores desoyen argumentando que el uso del «sexo cromosómico como estándar neutro y técnico es más objetivo y científico» que depender de definiciones sociales o identitarias y un modo más efectivo de maximizar la «performance humana». Con dopaje y mejoras tecnológicas, afirman, las diferencias tradicionales de género podrían considerarse obsoletas.
Promover un modelo drogodependiente para alcanzar el éxito deportivo no es, en todo caso, una idea por la que muchos estén dispuestos a apostar. Las grandes marcas deportivas (Nike, Adidas, Puma, Reebok..) difícilmente se van a arriesgar a ensuciar su reputación con un evento de esta naturaleza. Aunque los Enhanced Gamed serán completamente autofinanciados, son susceptibles de atraer a startups de biotecnología, biohacking y longevidad o a empresas de campos como los suplementos deportivos, los wearables, la biometría, el tracking avanzado, la neurotecnología, los nootrópicos (sustancias para mejorar la función cognitiva) o el entretenimiento de tipo extremo o tecnológico.
Celebrado del 21 al 24 de mayo de 2026, en Las Vegas, el acontecimiento será breve, pero intenso, con apenas tres especialidades: natación (50 m y 100 m libre y 50 m y 100 m mariposa), atletismo (100 m lisos y 110 m vallas) y pruebas de halterofilia. Es decir, modalidades deportivas que prometen espectáculo breve, pero adrenalínico, y cuyas marcas son medibles de forma objetiva, sin depender de jueces. Los premios, además, son de tirar la casa por la ventana. Si alguien bate el récord mundial de los 100 metros lisos de atletismo (9.58 segundos, en manos del jamaicano Usain Bolt) o el de 50 metros libres de natación (19.90, en piscina corta, del caimanés Jordan Crooks; 20,91, en piscina larga, del brasileño César Cielo) recibirá un millón de dólares.
Además, cada vencedor recibirá 250.000 dólares y otro tanto si bate un récord mundial –que no sea de las pruebas antes mencionadas–, al margen de la tarifa general que todos los atletas recibirán por participar. «Mientras el presidente del COI vuela en jet privado los atletas en los Juegos Olímpicos apenas ganan, de media, 30.000 dólares –argumenta D’Souza, gestor de 1789 Capital, la firma de capital-riesgo detrás de estos Juegos, cuyos activos rondan los 861 millones de dólares y de la que es socio Donald Trump Jr.–. Nuestro sistema de premios busca la sostenibilidad a largo plazo de nuestros atletas».
Eso y, por supuesto, compensar el peligro de convertirse en apestados del deporte mundial (algunos ya lo son, como los sprinters Fred Kerley y Mouhamadou Fall, suspendidos por dopaje), ya que quienes participen en los Enhanced Games podrían enfrentar suspensiones temporales e, incluso, de por vida. «El único mensaje que hay aquí es este –advierte el mito del atletismo Sebastian Coe, actual presidente de la Federación Internacional de Atletismo–: Si alguien es tan imbécil como para formar parte de esto será suspendido por mucho tiempo».
La amenaza de Coe ha sido replicada por los organizadores con una demanda antimonopolio por 800 millones de dólares contra la Federación Internacional de Atletismo, la de natación y la AMA, entidades a las que acusan de montar una campaña ilegal para incitar a los deportistas a boicotear su evento. D’Souza asegura que este movimiento judicial no es una estrategia publicitaria, sino un intento de remediar «el daño real que se está causando» a los atletas que se ven disuadidos de competir en estos juegos mejorados de su invención.