Volver
';
«La mafia es el liberalismo radical. El beneficio justifica todo. Incluso matar»

«La mafia es el liberalismo radical. El beneficio justifica todo. Incluso matar»

Roberto Saviano

El autor de Gomorra

Gerald Bruneau y Mario Spada

Un millón de ejemplares en Italia y ‘best seller’ en Alemania, Holanda y España. Roberto Saviano ha logrado que ‘Gomorra’, un relato real sobre la Camorra, la mafia napolitana, conmocione el mundo editorial. Y su vida. No tanto por contar sus crímenes como por denunciar, al detalle, el funcionamiento del crimen organizado. Ahora él necesita protección las 24 horas.

Domingo, 23 de Diciembre 2007

Tiempo de lectura: 21 min

Desde que Roberto Saviano nació hace ahora 28 años, la Camorra, la mafia napolitana, ha matado a 3.600 personas. Más que la Cosa Nostra siciliana, más que la mafia rusa, más que ETA y el IRA juntos. Él ha sido testigo de muchos de esos crímenes. Porque nació en Nápoles y porque decidió no cerrar los ojos, quiso comprender, «y comprenderlos significa como mínimo formar parte de ellos. No hay elección. La neutralidad y la distancia objetiva son lugares que nunca he conseguido encontrar». Se implicó durante años y, convencido del poder de la palabra, ahora lo cuenta en un relato brillantemente escrito que no elude ningún dato, ningún detalle, con toda la crudeza de los asesinatos, las torturas, las venganzas... Un ataque demoledor a una organización que no perdona.

XLSemanal. Aunque resulte duro, tras leer su libro, la pregunta es: ¿cómo es que todavía está usted vivo?

Roberto Saviano. Quizá porque llevo tres guardaespaldas las 24 horas del día y viajo en un coche blindado [risas]. No, en realidad, los que han convertido el libro en peligroso son los lectores. Si mi libro no estuviera en manos de miles de lectores, no sería peligroso. Los criminales creen que el mecanismo de lo que hacen no interesa a la gente. El verdadero peligro para ellos es que la gente llegue a entender cómo funcionan, pero no en el aspecto, digamos, folclórico, el militar, sino en los negocios.

alternative text
Vivir amenazado. Quedar con Roberto Saviano para entrevistarlo o para tomar un café no es tarea sencilla. Vive permanentemente rodeado de tres agentes armados y cualquier desplazamiento con él tiene que hacerse en un coche blindado y siguiendo recorridos alternativos. Dice que ya se ha acostumbrado, pero dificulta cualquier relación personal.

XL. Pero ha conseguido la atención de los lectores y los medios y no sólo en Italia, sino internacional y estos tipos no suelen tolerar enemigos...

R.S. Sí, ha habido amenazas expresas. La Policía tuvo información clara de que habían considerado mi situación y por eso me pusieron escolta. Ha habido reacciones muy adversas, como cuando visité en septiembre Casaldi Principe (la ‘capital’ del crimen organizado). Me esperaba indiferencia, que es lo clásico, pero la agresividad, la verdad, no me la esperaba. La Policía tuvo que poner francotiradores en la plaza donde hablaba...

XL. Pero esa visita a Casal di Principe a dar una conferencia fue criticada, vista como una provocación, ¿no era meterse en la boca del lobo?

R.S. Era fundamental para demostrar que ellos no pueden decidir quién entra y quién sale, la suerte de una persona, para decir que no tenemos miedo.

Los otros niños soldado

En la guerra de 2004 surgió una nueva estrategia. Elevar a los chiquillos al rango de soldados, transformar la máquina perfecta de la venta de droga en un mecanismo militar. A Tonino lo llamaban Kit Kat porque devoraba chocolatinas. Kit Kat se las daba de pequeño boss, pero yo me mostraba escéptico. Le hacía preguntas a las que se cansaba de responder, así que... Leer más

XL. ¿Cómo empieza a interesarse por la mafia?

R.S. Nací en Nápoles. Es difícil no interesarse. Pertenezco a una familia burguesa y, en cierto modo, binaria. Mis padres están divorciados desde mi infancia. Mi madre es química, una mujer de laboratorio. Y mi padre, médico, está interesado por la vida ‘real’, por cómo sobrevivir. Cuando terminé de estudiar, hice varios trabajos precarios: en una cantera, en el puerto... Entonces, me encontré con un profesor, Francesco Barbagallo, un historiador de la Camorra, él me dio los documentos, los datos históricos y, a partir de ahí, hice un doctorado sobre la mafia; después, empecé a trabajar para l’Osservatore de la Camorra, lo que me permitió una aproximación científica, pero yo no quería hacer un ensayo.

«Los ministros no están ligados a la Camorra. No hace falta. Si las multinacionales determinan la política, ¿cómo no va a hacerlo la mafia?»

XL. ¿No tiene un contacto directo con la Camorra en su infancia?

R.S. No, mi infancia fue ‘normal’ [risas]...

XL. Cuenta en el libro que encuentra su primer cadáver en la calle con 13 años, no es muy normal, ¿no?

R.S. Aquí es fácil. Pasaba mucho durante la guerra de la Camorra en los años 80 y 90. Antonio Bardellino, el boss de mi zona, en un solo día decidió eliminar a todo un clan enemigo, a todos, ¡usando una metralleta de campo! Ahora ha cambiado algo, pero antes, si ibas a mi pueblo a visitar a alguien, debías avisar al pali (camello), porque si no, no te dejaban pasar. Yo entraba con mi vespa en Scampia y, primero, me paraban los carabineros; luego, la Policía; luego el clan Di Lauro y, luego, los pali. Todos te cachean igual. Aquí cuando se juntan dos o tres críos, la primera cosa dela que hablan es del boss esto, el boss lo otro... Si entras en cualquier conversación, incluso entre personas honestas, se habla siempre de la Camorra, de la vida de los camorristas, de las mujeres de los camorristas...

XL. Pero ¿no se supone que la Camorra no existe, que se niega su existencia y que nadie habla de ella?

R.S. Eso es lo que tiene de bello, de sutil. Y es retorcido porque ellos, de verdad, no lo consideran Camorra. Para ellos es una empresa que usa todos los medios para triunfar, incluso los armados. ¿Qué es Camorra para ellos? Robar a una anciana, extorsionar con una pistola sin dar nada a cambio, sin prestar un servicio... eso es Camorra. Y me dicen: «Aquí no es así. Aquí es business, se prestan servicios y se siguen unas normas».

XL. Denuncia en su libro que el mundo de la moda está absolutamente vinculado a la Camorra. No sólo porque producen sus productos en talleres ilegales, sino porque hasta que el fiscal antimafia descubrió el mecanismo, las firmas ni se habían molestado en denunciar las falsificaciones con su nombre...

R.S. Pero no es porque las firmas de moda sean parte de la mafia. No es una extorsión directa al empresario, es parte del sistema. Las grandes marcas no se enfrentan a los clanes por razones operativas; tendrían que renunciar a la mano de obra barata y a muchos puntos de venta, porque la Camorra controla las tiendas y, sobre todo, porque les bloquearían la distribución: el transporte es propiedad directa de las familias. Además, los clanes no destrozan la imagen de las firmas, sino que aprovechan su tirón. No son malas copias, son iguales, los mismos productos por otros canales. Son los auténticos no autorizados.

XL. Confieso que estoy tentada de preguntarle dónde los venden. Como usted dice, «los actos poseen una elasticidad de la que los juicios éticos carecen».

R.S. [Risas] Todos formamos parte del sistema. Los nuevos objetos de contrabando son los productos de uso cotidiano. No es suficiente con trasladar la producción al Este o a China para abaratar la mano de obra. Los aranceles, el IVA, los límites de carga máxima de los camiones... todo eso limita el beneficio. Y eso es lo que la mafia puede saltarse. Consigue así que los precios sean más bajos y los beneficios, mayores.

El 'mafioso' traje blanco de Angelina

En el territorio que va de Nápoles a Salerno se construye el made in Italy. Aquí se producen desde hace décadas las mejores prendas de la moda italiana. La fuerza de dichas empresas es trabajar con las grandes marcas. Velocidad y calidad. Altísima calidad. Las fábricas se hacinan en los sótanos, en las plantas bajas de las casas adosadas. Un obrero del sector textil... Leer más

XL. Pero no sólo la industria textil; según cuenta, afecta a todo, y hay que reconocerles el olfato para los negocios porque fueron pioneros en adentrarse en el mercado oriental.

R.S. Es así: el boss de Secondigliano, Paolo di Lauro, llegó a China a comprar cámaras de fotos diez años antes de que Cofindustria iniciara relaciones comerciales con Oriente.

XL. También fueron pioneros en los países del Este...

R.S. Hay una conversación grabada entre un jefe mafioso y uno de sus hombres nada más caer el muro de Berlín. Le pide a su hombre que compre propiedades en el Este y él le pregunta qué debe comprar. «Tutto, tutto, tutto», es su respuesta. Y lo compraron todo. Los clanes secondiglianeses dominaron totalmente la República Checa y desde allí se lanzaron al mercado alemán.

«Al principio, me sentí fascinado por ellos, porque son el verdadero poder. Luego quise desmontar su leyenda. Mostrar que la Camorra no es más que comercio y muerte»

XL. Controlan especialmente el negocio de la construcción...

R.S. La construcción es un negocio perfecto para la mafia. Ganan en todas las fases del proceso. Y ganan mucho. Una sola familia, los Schiavone, tiene un volumen de negocio de 5.000 millones de euros. Todas las familias de Casal di Principe manejean unos 30.000 millones de euros. Esa zona no tiene más de 100.000 habitantes. Por eso digo que, comparado con Casal, Corleone es una ciudad diseñada por Walt Disney.

XL. Con ese volumen de negocio es comprensible por qué la Camorra se hace llamar ‘el Sistema’ y adopta estructuras empresariales...

R.S. Es una estructura horizontal, mucho más flexible que la de la Cosa Nostra. Los clanes son como empresas y necesitan ser flexibles para mover su capital y sus inmuebles sin verse limitados por el territorio o por

las circunstancias políticas.

XL. Pero siguen necesitando la connivencia de los políticos...

R.S. No tanto. Los clanes de la Camorra no necesitan a los políticos, son los políticos los que necesitan al Sistema. En mi libro no hay mucha política. En Italia se cree que la mafia existe porque la política está corrupta. Pero no es así. La mafia existiría igual, aunque no hubiese políticos corruptos. Igual que existe la FIAT. Nadie cuestiona que la FIAT determina la política italiana. Una empresa que factura millones de euros al año ¿cómo no va a determinar la política? La mafia maneja más dinero que la FIAT. Pero, ojo, no es que el presidente de la República o los ministros estén ligados a la mafia. Eso sólo pasaba con la Cosa Nostra. La Camorra se mueve a otro nivel, maneja a los síndicos, al consejero regional, se infiltra en los ayuntamientos, usa las piezas, pero no necesita integrar a los políticos. Por eso son el futuro. La Camorra

se hace llamar el Sistema y la N'drangheta, la Cosa Nuova. La Cosa Nostra es historia.

El puerto de Nápoles: el origen del mundo

Todo lo que existe pasa por el puerto de Nápoles. Cuando voy al muelle tengo la sensación de ver por dónde pasan todas las mercancíasproducidas por la especie humana. En la actualidad, en Nápoles se descargan casi exclusivamente mercancías procedentes de China: 1.600.000 toneladas. Las declaradas. Al menos otro millón pasa sin dejar rastro. Según la Agencia de Aduanas, en el puerto de Nápoles,... Leer más

XL. La orientación empresarial de la mafia queda clara cuando usted dice que los chavales de la mafia no quieren ser Al Capone, sino Flavio Briatore.

R.S. Es que ellos quieren ser empresarios de éxito. Es la lógica de la burguesía liberada de todo freno. Lo quieren todo y deprisa. A cualquier precio. La lógica de los boss es la del neoliberalismo más radical. El beneficio lo justifica todo. La ética es el límite del perdedor.

XL. En su libro sorprende la cantidad de información que maneja y no sólo por los datos, sino porque está en todas partes, es testigo del contrabando en el puerto, de los accidentes en la construcción, de los asesinatos...

R.S. Es fácil. Basta con seguir la señal de radio de la Policía. ¡En mi pueblo había tres cadáveres al día! Yo quería seguir la guerra de Secondigliano de 2004, la faida, un enfrentamiento entre dos clanes. Tenía la idea de escribir sobre ello, pero nada concreto. Luego he acabado escribiendo el libro como una gran terapia. Hay dos muertes que me afectaron muchísimo. Una fue la del sindicalista Federico del Prette, en 2001 y la otra, la de la niña Annalisa Durante, de 14 años, muerta en un fuego cruzado en 2004. Entonces decido escribir. Con la arrogancia de quien cree que puede cambiar algo.

XL. Lo que desencadena esa guerra es el enfrentamiento entre el clan Di Lauro y los llamados Los Españoles, porque residen en España. En su libro queda claro que la mafia opera abiertamente en España...

R.S. Llevan muchos años en España. Llegaron en los 70 y 80 a la Costa del Sol, que llamaban ‘costa nostra’ y los territorios están perfectamente repartidos. Pero Raffaele Amato, a Vicchiarella, el responsable de las plazas españolas, el líder de los ‘secesionistas’, vive en Barcelona. Tiene un restaurante que todo el mundo conoce. Es curioso que la justicia española no actúe contra ellos. España es un territorio muy importante porque les permite controlar el tráfico de droga a gran escala. Madrid es uno de los nudos fundamentales para el tráfico de cocaína de Colombia y Perú.

Residuos: el final del ciclo

El sur de Italia es la terminal de todos los residuos tóxicos. Si los desechos que escapan al control ofi cial se unieran en un solo montón, formarían una montaña de 14.600 metros con una base de tres hectáreas. El Everest mide 8.844. Los clanes lideran este negocio, que ha facturado en los últimos cuatro años 44.000 millones de euros. Los ‘boss’ no han... Leer más

XL. Y el islamismo radical. ¿Tiene relación con la Camorra?

R.S. Yo creo que es evidente por qué Al Qaeda no atenta en Italia. No les interesa lo más mínimo atacar su base de operaciones. Hay muchos datos e investigaciones que vinculan a Italia con el terrorismo islámico.

XL. La faida de 2004, especialmente violenta, ocupa gran parte de su narración. Cuenta cómo en dos meses matan a decenas de personas y, mientras ocurre, hasta las mujeres dejan de llevar tacones para poder correr...

R.S. El miedo se mete debajo de la piel. A una guerra no declarada corresponde un miedo no declarado. Pero está ahí.

XL. Sin embargo, usted no parece tener ningún miedo. Al contrario. Su comportamiento es de una gran osadía, por no decir temeridad. Entra, pregunta, incluso llega a sacar una grabadora con unos chicos de la mafia.

R.S. No tiene ningún mérito. Es una realidad muy abierta porque nunca se han sentido en peligro, amenazados por algo externo. Vas y puedes andar sin problemas. No en Casal di Principe, pero sí en Scampia. Aunque seas policía, si los grabas, ¿qué puedes hacer? Son críos, no hay pruebas de lo que cuentan, luego se desdicen y ya está. Además, yo les tenía acostumbrados a mi presencia. Me he dejado ver mucho tiempo, para que no pensaran que era un infiltrado, pero no de la Policía, sino de una familia enemiga. Todos me conocían. Y hablábamos. Sabían que yo era licenciado, algunos me llamaban así, e intuían que iba a escribir algo, pero soy licenciado en Filosofía (que aquí despectivamente llaman ‘lettere y cartulina’) ¿qué problema hay?

XL. ¿Cómo decidió estudiar Filosofía y se hizo reportero?

R.S. Siempre me interesó la literatura, Giordano Bruno, el filósofo napolitano, y andar por mi tierra en Vespa: es increíble los restos de historia que hay aquí. La épica y el poder, siempre me interesaron. Y, ahora, el verdadero poder y la leyenda son ellos, los mafiosos. Reconozco que en un primer momento me sentí fascinado por ellos, pero luego he querido desmontarlo. No negarlo, desmontarlo. Ten en cuenta que cuando yo iba al colegio, Sandokan [el boss Francesco Schiavone] era un mito absoluto. Cuando lo detuvieron y se retransmitía su declaración en el tribunal por videoconferencia, nadie iba a la escuela para poder ver a Sandokan, quien, cuando era joven, para hacerse con el poder, estranguló con una sola mano el cuello de su enemigo hasta matarlo y lo hizo así porque de esa forma lo hacían los romanos. Todo eso es parte del mito.

XL. ¿Y no cree que su libro contribuye precisamente a reforzar ese aspeco épico, quizá a mitificar a esos criminales?

R.S. Si yo hubiera contado sólo el aspecto militar, quizá, pero me he centrado en el aspecto económico, en contar que funcionan como un mecanismo de finanzas no muy diferente de cualquier otro. Mi voluntad era dejar de hablar de la criminalidad como tal y mostrar que ellos son los emprendedores de mi tiempo. No hay otra cosa que comercio y muerte. La muerte no es un riesgo. Es parte del destino. Cuando un crío se convierte en camorrista, se convierte en alguien importante, respetado ¿Por qué? Porque no tiene miedo de la muerte.

XL. En su libro sorprende la cantidad de escenas ‘de película’ que hay, desde el jefe mafioso que le hace beber a otro su orina hasta torturas que exceden la imaginación de Tarantino...

R.S. Me interesa mucho contar a través de esos símbolos. Yo he crecido en una tierra de símbolos. Pero son sucesos reales. De hecho, cuando la gente lee el libro, hay dos cosas que me dicen: o «es increíble» o «eso lo sabe todo el mundo».

XL. También se le critica por oportunista...

R.S. De la primera edición se imprimiron 5.000 ejemplares y recibí un anticipo de 5.000 euros. ¿Oportunismo? No. ¿Ambición? Sí, muchísima. ¿Decisión clara de enfrentarme a ese poder? Sí. ¿Hacerlo por una cuestión personal? Verdad. La rabia no es necesariamente un móvil noble. Pero mueve.

XL. ¿Y contactó con las editoriales?

R.S. El editor contactó conmigo. Publiqué un relato en una revista y al editor de Mondadori le interesó y me llamó. Le mostré la documentación que tenía y le impresionó. Creo que la clave está en que yo tenía una mirada distinta y no tenía miedo a equivocarme. Pero tenía claro que quería hacer un libro que cambiase algo. Antes de Gomorra, vender 3.000 ejemplares de un libro sobre la mafia ya era un éxito nacional. Ahora, todos los editores quieren un libro sobre la Camorra. Hasta a mi hermano, que es enfermero, le han ofrecido escribir un libro sobre cómo es vivir conmigo [risas].

«Los chavales de la mafia no quieren ser Capone, quieren ser Briatore. Lo desean todo. Deprisa y a cualquier precio. Para ellos, la ética es el límite del perdedor»

XL. ¿Y qué pensaron su familia y sus amigos cuando les dijo que iba a escribir este libro?

R.S. Al principio no hubo problema. Se han empezado a preocupar cuando ha tenido éxito. Muchos amigos han desaparecido.

XL. ¿Por miedo?

R.S. No tanto. Más por la dificultad de relacionarse con alguien que lleva esta vida. Algunos me recriminan que me he jugado su afecto, su amistad, por esto. La vida se hace complicadísima.

XL. ¿Se arrepiente de haber escrito el libro?

R.S. La volvería a escribir. Pero en un momento en que estaba muy preocupado por la presión que sufría mi familia dije que, si volviese a empezar y si ellos me lo pidiesen, no lo escribiría.

XL. ¿Sabe si los mafiosos leen su libro?

R.S. A un boss le encontraron en su celda mi libro y le preguntaron qué opinaba. Dijo que no contaba nada importante y que ya había mandado a su gente que no lo comprasen. Un amigo que tiene una librería me cuenta que los críos, los pali, entran en la librería asustados, porque una librería los asusta, y lo ojean buscando nombres que conocen o los suyos propios. Y se van.

XL. Un boss ha llegado a amenazarle por escrito, «el tempo e lungo», ha dicho. La mafia tiene paciencia y memoria...

R.S. No me inquieta, la verdad. La Camorra tiene un gran memoria, pero vive una gran transformación. Con el tiempo, él tampoco será el boss. Puede que no exista ni ese clan. Además, aquí han matado a varios magistrados, pero matar a un escritor es distinto. Te pondría en el nivel de Pamuk, Politkovskaya, Rushdie... demasiada publicidad, que no quieren. Al principio, la notoriedad me jugaba en contra. Ahora ser conocido, estar en los medios, juega a favor. Así que debo vivir día a día.