La reinvención de la industria del tabaco
La reinvención de la industria del tabaco
Viernes, 10 de Enero 2025, 09:59h
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Se meten bajo la lengua, no llaman la atención y esquivan las prohibiciones: las bolsas de nicotina son la última reinvención de la industria tabaquera. El sector cree haber encontrado el producto perfecto para seducir a una nueva generación de consumidores: no deja rastro ni olor ni colillas en el suelo ni miradas airadas de fumadores pasivos… La marca más popular se llama Zyn, y es una evolución sintética del snus, originario de Suecia, una mezcla de tabaco y aromatizantes que se consume por vía oral. A diferencia del snus tradicional, la versión moderna no contiene tabaco. Se vende en latas que no recuerdan en absoluto a las estigmatizadas cajetillas. Y sus sabores afrutados le dan la inocente apariencia de una chuchería.
El negocio del humo, que ya evolucionó con los vapeadores, calentadores de tabaco y cigarrillos electrónicos, ha conseguido el no va más: que desaparezca el humo. En Estados Unidos ya es una tendencia cultural y aspira a convertirse en un fenómeno de masas. El ritual resulta de lo más discreto: la bolsita se coloca entre el labio y la encía y libera durante media hora una dosis de nicotina que puede llegar a equivaler a 25 cigarrillos. El efecto es apabullante. Los usuarios lo llaman 'la tormenta'. Pero en Europa las autoridades sanitarias han dado la voz de alarma: no es un producto inofensivo. Estos saquitos contienen altas dosis de nicotina: pura, potente y muy adictiva.
La industria argumenta que sus intenciones son loables: ayudar a los fumadores a abandonar productos más dañinos. Sin embargo, la nicotina, incluso en esta forma, genera una fuerte dependencia y tiene consecuencias perniciosas: aumenta la presión arterial, daña los vasos sanguíneos y aumenta el riesgo de ataques cardiacos. La doctora Meghan Morean, de la Universidad de Yale, señala otros efectos inquietantes en adolescentes, en los que la nicotina puede interferir con el desarrollo cerebral causando síntomas similares al TDAH.
El consumo global de tabaco no ha dejado de disminuir en lo que va de siglo. En 2000 fumaba el 32 por ciento de la población mayor de 15 años; en 2024, el 20 por ciento. La industria había tocado fondo en los países ricos, acorralada por las restricciones. Resistía gracias a los países emergentes y a China, donde fuman como chimeneas. Pero ya estaba empezando a reconquistar terreno en Occidente gracias a los vapeadores y a otros dispositivos 'socialmente aceptables'. En 2018, las ventas mundiales de tabaco en cualquier formato eran de 818.000 millones de dólares; este año superarán los 970.000 millones... El mercado de las bolsas de nicotina todavía es minoritario frente al cigarrillo convencional: 3550 millones de dólares en 2024, pero se multiplicarán por veinte en 2032. Y puede ser el punto de inflexión que anhela el sector.
España es un buen ejemplo de cómo ha cambiado nuestra relación con el tabaco. Hoy, apenas dos de cada diez españoles fuman. Pero el fenómeno del snus emerge como la primera gran batalla en la era postabaco. Y puede inclinar de nuevo la balanza. Mientras una cajetilla cuesta cinco euros y está sujeta a regulaciones estrictas, estos nuevos productos tienen un precio similar, e incluso más barato, y operan con mucha más libertad. La razón es simple: al no contener tabaco, escapan a todas las normas diseñadas para controlar el tabaquismo.
Esta situación ha generado una variedad de respuestas en Europa, donde las bolsas de nicotina han quedado al margen de la directiva de la Unión Europea de 2014. Algunos países como Bélgica, Países Bajos y Alemania ya las han prohibido, y Francia va por el mismo camino. España, mientras tanto, sigue deliberando sobre qué hacer, aunque el Ministerio de Sanidad anunció que estaba preparando un real decreto y publicó una advertencia sobre los riesgos tomada de un estudio alemán. De momento, y aunque hay algunas restricciones para la venta en tiendas físicas, el comercio on-line sigue funcionando sin apenas obstáculos.
Raquel Fernández, presidenta de la asociación Nofumadores.org, considera que estos productos «se mueven en la alegalidad y se pueden utilizar en prácticamente cualquier sitio, ya que pasan inadvertidos». Y cita estudios que constatan efectos significativos en la salud, incluyendo un aumento promedio de diez latidos cardiacos por minuto con el consumo de una bolsa de seis miligramos, además de su relación con el aumento de la resistencia a la insulina y los riesgos para embarazadas. El problema se agrava con la aparición de los llamados 'fumadores duales', definidos como aquellos «que van utilizando un producto u otro con nicotina para sortear las distintas restricciones de espacios sin humo». Y señala «la paradoja de que se retiren del mercado juguetes con riesgo de atragantamiento mientras estos productos nocivos se venden sin restricciones».
El snus es una rareza nórdica (tabaco húmedo y molido que se absorbe a través de las mucosas orales) y, en su formato tradicional, está prohibido en Europa, excepto en Suecia, donde se consume desde hace siglos. La revolución llegó en 2022, cuando Philip Morris adquirió Swedish Match, el mayor fabricante sueco de bolsitas de nicotina, por una suma cercana a los 16.000 millones de dólares. Su popularidad se ha disparado desde entonces. Y las otras grandes tabaqueras han tomado nota y buscan posicionarse en un mercado mundial marcado por la ambigüedad.
El caso de Suecia es el mejor ejemplo de cómo la narrativa positiva del SNUS está triunfando. El país escandinavo está cerca de ser declarado 'libre de humo', tras lograr una dramática reducción en el consumo de cigarrillos durante las últimas cuatro décadas. El Gobierno de Estocolmo estableció en 2015 la meta de reducir la proporción de fumadores diarios a menos del 5 por ciento de la población, un umbral que podría alcanzarse pronto si se excluye a la población inmigrante.
La incidencia del cáncer de pulmón relacionado con el tabaquismo se ha reducido a la mitad en los hombres en comparación con el resto de la Unión Europea. Sin embargo, existe una marcada división en la interpretación de este éxito. Por un lado, la industria tabacalera atribuye los logros a la disponibilidad del SNUS. El 20 por ciento de los varones suecos lo ha adoptado como alternativa más saludable al cigarrillo. Pero los expertos en salud enfatizan que el éxito se debe principalmente a políticas públicas pioneras: advertencias en cajetillas desde 1977, prohibiciones tempranas de fumar en espacios públicos…