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Un negocio en alza El no va más de lo ‘fake’ Trajes hiperrealistas para todo tipo de 'fantasías': ser un perro, lucir músculos...

Ropa pixelada que transforma a quienes la visten en personajes de un videojuego, músculos de silicona que dan el pego para fardar en redes sin necesidad de machacarse en el gimnasio, un disfraz de perro al que solo le falta ladrar... Son solo tres ejemplos de trajes hiperrealistas, la última tendencia.  

Por Carlos Manuel Sánchez

Viernes, 18 de Agosto 2023

Tiempo de lectura: 2 min

Toco es el seudónimo de un japonés anónimo que se gana la vida como youtuber. Cuenta que, desde niño, siempre tuvo claro lo que quería ser de mayor: un perro. Y no un mestizo cualquiera, sino un chucho con pedigrí. Toco está haciendo la transición a border collie gracias a un traje hiperrealista de piel y pelo sintéticos, confeccionado por la empresa de efectos especiales Zeppet. Come pienso, da la pata… Y una amiga lo saca a pasear con correa (no sabemos si vacunado). Quizá pronto muerda a un viandante, lo que sin duda dispararía los 21 millones de reproducciones que ya atesora en su canal.

Toco, un japonés cuyo sueño siempre fue que lo tratasen como a un perro, encargó un traje hiperrealista a una empresa de efectos especiales para cine. El precio: 15.000 euros

No es un disfraz cualquiera, sino un atuendo diseñado para lucir en la calle, pero sobre todo en Instagram, TikTok… El hiperrealismo empezó como una evolución del fenómeno Cosplay, que consiste en disfrazarse de un personaje de cómic o película, pero se ha ido extendiendo más allá de esta subcultura, sobre todo entre la generación Z, los nacidos entre 1997 y 2012. Pero lo más notable es que el hiperrealismo ha saltado a la industria de la moda, desde la alta costura a la fast fashion

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Silicona 'gym'. Una empresa china vende trajes de silicona, totalmente adaptables, para presumir de bíceps y tableta de chocolate en Instagram, inmediatamente y sin sacrificios. Se venden online y cuestan entre 100 y 500 euros.

La pionera, entre las grandes firmas, ha sido la española Loewe, que dedicó su colección de primavera-verano 2023 a Minecraft, un videojuego mítico en el que puedes construir un universo paralelo, ladrillo a ladrillo. Sus prendas pixeladas causaron tal sensación en la pasarela de París que Loewe se convirtió en la marca más popular del mundo en el segundo trimestre. Su director creativo, Jonathan Anderson, se pregunta: «¿Estamos cayendo dentro de la pantalla como Alicia a través del espejo? ¿Nos estamos convirtiendo en nuestros teléfonos?»

Son cuestiones de calado. Primero fue la posverdad, el huevo de serpiente que anidaba en los titulares mentirosos de las fake news. Luego la inteligencia artificial, que asaltó la frontera entre realidad y ficción con su verborrea salpicada de alucinaciones. Y ahora es el hiperrealismo, esa tierra de nadie entre el mundo analógico y el digital donde, según las marcas, prefieren vivir muchos ‘post-millennials’, dispuestos a vestir ropas diseñadas para hacerse virales.

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En píxeles. La firma de lujo Loewe presentó una sudadera pixelada inspirada en Minecraft que ya es pieza de coleccionistas. En Internet se vende en torno a 1500 euros. Ha convertido a la marca española en la más popular del mundo.

Louis Vuitton, Iris van Herpen y las grandes botas rojas de MSCHF, que se venden como rosquillas a 350 dólares, también exploran esta confluencia entre dos mundos. El joven diseñador Andrea Albrizio ha dado un paso más, incluyendo un vestido físico con un código QR para desbloquear su extensión digital. Loewe insiste este otoño con una colección trampantojos (ilusiones ópticas), como unos vestidos tubulares que parecen descargados del metaverso. Incluso Zara vende prendas metamórficas: faldas presuntamente vaqueras que, en realidad, son de satén; y camisas con apariencia de chalecos. Ya nada es lo que parece; y nada lo será.