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El confort térmico Mucho más que sensaciones ¿Crees que el termostato miente? La ciencia te explica por qué sientes frío en la oficina

El ahorro energético ha intensificado aún más el problema de la temperatura en los lugares de trabajo. Pero las discrepancias no se solucionan ni con el termostato en la mano... Y es que varios factores —incluido el color de los espacios— pueden influir en nuestra percepción de la temperatura. La clave no está en los grados, sino en el 'confort térmico'.

Por Eugenio Font

Miércoles, 18 de Enero 2023, 14:54h

Tiempo de lectura: 5 min

No puede ser, ese termostato está mal. Yo estoy helada...» A lo que alguien siempre responde que está «asado de calor» o que «ahora se está bien». La conversación sobre la temperatura en las oficinas no es solo 'un clásico', sino motivo de discusiones y reclamaciones que casi nunca se solucionan con el termómetro en la mano. Y no es que el medidor de la temperatura esté averiado ni que ninguno de los participantes en la conversación esté equivocado. Es verdad que cada organismo reacciona de forma diferente a una temperatura —es más o menos tolerante según muchos factores: entorno de crianza, cantidad de grasa...—, pero la cuestión es que el termostato solo cuenta una pequeña parte de la historia.

Cuando decimos que tenemos frío o calor, pensamos que nos referimos a la temperatura. Pero el número que indica el termómetro es solo un elemento de lo que los expertos llaman «confort térmico». Ese término describe de forma más holística lo satisfecho que se siente un cuerpo individual dentro del clima de un entorno determinado, y por qué. Además de la temperatura (que se estima que debe permanecer a unos 20º C. en invierno y en torno a unos 25º C. en verano), tiene en cuenta factores como la humedad y el flujo de aire. Incluso hay estudios que sugieren que los colores de una habitación pueden influir en la sensación de calor o frío de las personas.

Si las ventanas no están bien aisladas, el aire frío se cuela y al chocar con el aire más caliente del interior crea una corriente que te hace sentir más frío, aunque no baje la temperatura

A diferencia de lo que indica un termostato, el confort térmico es subjetivo, explica Shichao Liu, profesor adjunto de ingeniería del Instituto Politécnico de Worcester que estudia la interacción entre los edificios y sus ocupantes: «Es la interpretación y percepción de nuestro entorno», dice a The Washington Post. Sobre este asunto hay tanta polémica como teorías; una de las últimas apunta a que los estándares de temperatura en los lugares de trabajo son sexistas y no han evolucionado lo suficiente desde que se establecieron en los años 60 para hombres mayores de 40 años, con tendencia al sobrepeso y vestidos con traje y corbata. Pero lo cierto es que las temperaturas aceptables –y legales– sí han evolucionado, atendiendo al cambio climático y a las nuevas edificaciones. Y es en este último ámbito donde radica la diferencia sustancial.

Para determinar el confort térmico no solo habría que atender a la temperatura. Piensa en el parte meteorológico. Además de la temperatura, también te indica la sensación térmica, lo que te da una mejor idea de cómo te sentirás cuando salgas a la calle. Para ello tienen en cuenta la humedad ambiente. Esta misma dinámica también se da en los espacios cerrados, aunque a menor escala.

La humedad mide la cantidad de vapor de agua que hay en el aire, lo cual es importante porque sudar —la mejor forma que tiene tu cuerpo de enfriarse— no consiste solo en sudar. Para que sientas alivio, el sudor debe poder evaporarse. Si el aire ya está lleno de agua, el sudor no tiene donde ir. Aunque algunos termostatos de lujo miden la humedad, muchos no lo hacen, lo que significa que el tuyo probablemente no te está informando de un factor clave en tu percepción del ambiente interior.

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'Winter is coming...'La diferente sensación térmica de hombres y mujeres, especialmente constatable en los lugares de trabajo, es motivo de discusiones, pero también de gags humorísticos. Uno de los más exitosos fue un vídeo viralizado en redes que muestra a un grupo de chicas enfrentándose 'a lo Juego de Tronos' al aire acondicionado.

Aunque no solemos considerar el flujo de aire interior como una brisa —como lo haríamos si se produjera en el exterior—, afecta a nuestro confort térmico de forma muy parecida a como lo hace el viento.

En el interior, el flujo de aire procede de sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado. La forma en que estos hacen circular el aire influye en la percepción de la temperatura. En invierno, el flujo de aire debería ir de abajo a arriba, haciendo que el aire suba; así la temperatura es más uniforme y no se concentra en el techo. En verano, cuando hace calor, el aire debería venir desde arriba. Pero esa diferencia de flujos no suele producirse en las oficinas.

El color de la habitación influye. Los tonos fríos, como el azul, hacen que percibamos temperaturas más frías, y los cálidos, como el amarillo o el rojo, más cálidas

Si sus ventanas o puertas no están bien aisladas, el aire frío se colará en su casa o en la oficina en los días fríos y se encontrará con el aire más caliente del interior. Este choque, 'crea movimiento de aire', lo que provoca un clima cambiante en tu casa, igual que el encuentro de grandes masas de aire caliente y frío en el exterior provoca patrones climáticos extremos. En tu casa, el choque crea una corriente de aire que puede hacerte sentir más frío, aunque tu termostato no refleje necesariamente todo este drama.

Los materiales utilizados para construir la casa también pueden influir en la sensación de frío o calor, porque cada material retiene el calor de forma diferente. La madera, por ejemplo, se calienta más rápido que el cemento, pero retiene el calor menos tiempo. La capacidad del termostato para adaptarse a estos cambios depende de la rapidez con que fluctúe la temperatura a lo largo del día y de la cantidad de luz solar que incida en la casa.

Muchos sostienen que los estándares de temperatura en las oficinas son sexistas: se establecieron en los 60 para hombres mayores de 40, con tendencia al sobrepeso y vestidos con traje y corbata

Puede sonar exagerado, pero es cierto: un campo de investigación en plena evolución en el mundo del confort térmico demuestra que el color de una habitación o un objeto puede influir en cómo percibimos su temperatura.

El concepto, denominado 'hipótesis del tono-calor', afirma que los colores fríos, como el azul, pueden hacer que las personas perciban temperaturas más frías, y los tonos más cálidos, como el amarillo o el rojo, pueden dar lugar a una percepción más cálida. Hay pruebas que respaldan esta hipótesis, como un estudio en el que se descubrió que las luces de distintos colores influían en la sensación de frío o calor de los pasajeros de un avión, o un estudio de 2016 en el que se descubrió que las personas sostenían un objeto caliente durante más tiempo si era azul y un objeto frío durante más tiempo si era rojo.


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