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La asombrosa precisión de la ingeniería aeroespacial

Así se 'espían' tres millones de kilómetros cada día

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Más de 700 satélites de observación orbitan la Tierra. Y toman imágenes del planeta con creciente precisión. Los de Maxar Technologies, por ejemplo, permitieron a Washington mostrar la amenaza rusa sobre Ucrania. La tecnología detrás de estos ingenios abre, sin embargo, un inquietante panorama. En breve, cualquiera de nosotros podrá ser identificado desde el espacio.

Por Fernando Goitia

Lunes, 07 de Febrero 2022

Tiempo de lectura: 6 min

Esta empresa es el ojo que todo lo ve. Se llama Maxar Technologies y, desde el espacio, vigila nuestro planeta con una precisión que para si quisiera cualquier villano de James Bond. Acaba de exhibirla al mostrarnos como nadie la dimensión de los movimientos de tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania. Aunque es más que probable que fuera eso, precisamente, lo que el presidente ruso buscaba.

Ninguna ley nos protege de ser fotografiados por alguno de los más de 700 satélites de observación de la Tierra que hay en órbita

El Pentágono es, de hecho, el principal cliente de este imperio tecnológico que, pese a su bajo perfil, lidera el mercado de imágenes de precisión por satélite e inteligencia geoespacial, actividad de nuevo cuño que proporciona a los gobiernos datos para defensa, seguridad y espionaje desde el espacio, pero también al mundo de los negocios, el de la ayuda humanitaria o a la lucha contra el cambio climático. «Explorar, conectar, proteger», es su lema.

Hoy por hoy, Maxar acumula más de 1500 millones de kilómetros cuadrados en imágenes de la Tierra con una resolución espacial de 30 cm. Esto significa que cada píxel de la imagen representa un área de 30 x 30 cm en el suelo. No es, sin embargo, la mayor precisión ofrecida por una empresa civil, ya que una competidora suya, Near Space Labs, acaba de anunciar que, en breve, ofrecerá imágenes de hasta 10 cm, restringidas hasta ahora al ámbito militar.

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La amenaza rusa. Las imágenes por satélite de empresas comerciales revelaron el despliegue de tropas rusas cerca de la frontera con Ucrania. Gracias a ellas Washington no ha necesitado mostrar fotografías clasificadas recogidas por sus dispositivos de espionaje militar.@ Maxar Technologies

De hecho, si es que no existe ya, la capacidad para fotografiar desde el espacio una taza de café con la nitidez de un primer plano parece cuestión de tiempo. Y eso es algo que no podemos tomarnos a la ligera. Advierte de ello Sarah Parcak, experta en teledetección y fundadora de GlobalXplorer°, una plataforma que potencia y analiza el uso de imágenes de satélite para identificar sitios arqueológicos.

Gracias a ellas, Parcak ha localizado más de 4000 en Egipto, además de muros vikingos enterrados y vestigios romanos, entre muchos otros hallazgos. Beneficios evidentes que, sin embargo, no le impiden advertirnos sobre los desafíos por venir. «En apenas unos años podremos identificar individuos o matrículas desde la órbita terrestre y no estamos preparados para los límites éticos que traspasará semejante invasión de la privacidad», reflexiona en una tribuna para The New York Times.

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Baldosas desde el espacio.Una muestra de la nitidez que alcanzan, hoy por hoy, las imágenes de precisión por satélite. La empresa norteamericana Maxar Technologies, líder del mercado, consigue fotografías con una de resolución espacial de 30 centímetros. Es decir, que cada píxel de la imagen representa un área de 30 x 30 cm en el suelo. Después, gracias a un modelo matemático complejo consiguen aumentar la resolución hasta los 15 cm.@ Maxar Technologies

Al fin y al cabo, ninguna ley nos protege de ser fotografiados –ni nosotros ni nuestras propiedades– por uno de los más de 700 satélites de observación de la Tierra que hay en órbita (China, Rusia y otros países también tienen los suyos). Y, al paso que vamos, no resulta difícil imaginar un futuro en el que ingenios de altísima resolución identifiquen la ubicación y actividades de un individuo en cualquier punto del planeta. Posibilidad que plantea un sinfín de futuros usos inquietantes. Y no sólo en el ámbito del espionaje militar. «Hay que establecer límites de privacidad y desarrollar pautas y políticas globales sobre esta cuestión», propone Parcak. De no hacerlo, en breve será mejor sonreír para la foto cada vez que miremos al cielo.

Maxar acumula millones de fotografías de la Tierra con resolución espacial de 30 cm. Es decir, cada píxel en la imagen representa un área de 30 x 30 cm en el suelo

Intentando sortear todas estas cuestiones, Maxar se vende como una benefactora de la humanidad (y del mundo occidental) cuyas imágenes lo mismo revelan el alcance de un ataque con armas químicas en Siria por parte de Bashar al-Ásad, las dimensiones de una catástrofe natural, la deforestación amazónica o predicen cambios físicos en cualquier lugar de la Tierra (el deshielo Ártico o archipiélagos amenazados por el mar son dos ejemplos) a una velocidad y escala sin precedentes.

Además del Pentágono o la NASA, de los servicios y productos de empresas como Maxar y sus competidoras Near Space Labs, Planet, Albedo o Skybox, también se benefician la NASA, empresas de telecomunicaciones, fabricantes de vehículos como Toyota, geolocalizadores varios, Google Earth o las Fuerzas Armadas y agencias espaciales de países aliados.

Sólo Maxar, líder del sector, cuenta para ello con más de 90 satélites de fabricación propia, la llamada Constelación Maxar; un auténtico arsenal de ingenios interconectados que orbitan la Tierra para recoger imágenes altamente precisas de más de 3 millones de kilómetros cuadrados de nuestro planeta cada día.

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Sorpresa en China. El pasado noviembre, imágenes de precisión por satélite revelaron que China construye objetivos para misiles que semejan la forma de destructores y portaaviones de Estados Unidos en el remoto desierto de Taklamakán.@ Maxar Technologies

Una capacidad ya fabulosa que se verá incrementada en breve con el lanzamiento de la WorldView Legion, una plataforma con seis satélites de nueva generación que marcará una nueva etapa en la expansión de la inteligencia geoespacial a escala global. Los nuevos ingenios, capaces de generar, mediante un complejo modelo matemático, imágenes con 15 cm de resolución, tomarán muchas más fotografías cada día, cubrirán una superficie mayor de la superficie terrestre –700.000 kilómetros cuadrados cada uno–, y sus algoritmos, integrados con la inteligencia basada en tierra o el reconocimiento de patrones impulsado por el aprendizaje automático, incrementarán la producción de datos e información para permitir a sus clientes evaluar situaciones, priorizar y responder más rápido que nunca.

Y, por si fuera poco, incluyen también una revolucionaria herramienta de incalculable valor en el espionaje militar denominada tecnología de monitoreo de cambios persistentes. Esta permite detectar de forma automatizada e inmediata alteraciones como movimientos de tropas, material o construcción de nuevas instalaciones en determinadas áreas. Posibilidades que, desde el sector civil, incrementarán las capacidades del espionaje militar de Estados Unidos. Bastante más desarrolladas, en todo caso, de lo que sabemos, como desveló al mundo el mismísimo Donald Trump en una imprudencia que debió sentarle como una patada en los dientes a toda su comunidad de inteligencia.

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Testigos del caos. Tras el triunfo de los talibanes en Afganistán, miles de afganos intentaban subirse a un avión para huir de su país. Esta imagen muestra el aeropuerto de Kabul el 16 de agosto de 2021, visto desde un satélite. @ Maxar Technologies

Ocurrió el 30 de agosto de 2019. Aquel día, el entonces presidente alimento sus redes sociales con un presuntuoso tuit acompañado de una fotografía altamente clasificada tomada por su inteligencia militar. Mostraba el Centro Espacial Imam Khomeini, en Irán, y los restos de un cohete tras un fallido lanzamiento con una nitidez tan deslumbrante que se apreciaban detalles como la escritura persa en el borde de la plataforma. Sorprendidos por la calidad de la imagen, los rastreadores de satélites aficionados se lanzaron a averiguar qué ingenio podía haber realizado semejante obra. Les llevó pocas horas. Se trataba de un satélite militar parte de un programa multimillonario altamente secreto (KH-11) de la Oficina Nacional de Reconocimiento, la agencia de inteligencia geoespacial. Quedaba así comprometida la impresionante capacidad de resolución de Washington en materia de imágenes espaciales.

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Tuitear secretos militares. El 30 de agosto de 2019, Trump tuiteó una imagen del Centro Espacial Imam Khomeini, en Irán. La fotografía, tomada por un satélite militar parte de un programa multimillonario altamente clasificado, mostraba los restos de un cohete accidentado con una nitidez deslumbrante. El tuit del entonces presidente reveló al mundo (y a China, y a Rusia...) la increíble capacidad de resolución espacial de sus satélites.

Para sus propósitos –presumir y mofarse de los iraníes– a Trump, en realidad, le habría más que bastado con una imagen de Maxar, que también monitorea para el Departamento de Defensa instalaciones estratégicas en países como Irán, Corea del Norte o China (en octubre reveló que Pekín ensaya la precisión de sus misiles sobre objetivos con forma de portaaviones norteamericanos en el desierto de Taklamakán). Quizá por ello la administración de Biden, escarmentadas sus agencias de seguridad, ha recurrido a las fotografías del sector privado para denunciar la amenaza rusa sobre Ucrania y evitar así comprometer secretos de Estado.

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