Viernes, 07 de Noviembre 2025, 10:40h
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Hay quien, a falta de saber hacer otra cosa mejor con el tiempo, decide perderlo. Hay, también, quienes andan pendientes de tantas cosas a la vez que han olvidado que el tiempo a veces hay que detenerlo para tomar aliento y conciencia de dónde está uno y adónde va, si es que va a alguna parte. Hay, y esto no debería dejar de asombrarnos, aunque seamos nosotros mismos, quienes viven desde hace décadas en un tiempo –una hora– que no es el suyo –la suya–, porque así le convino o le plugo a un dictador cuyo medio siglo de inexistencia se conmemora con fastos de triunfo, aunque la extinción física de un hombre sea hecho inexorable y sólo achacable a su naturaleza. Y hay, en fin, quienes ya no tienen tiempo –ni ganas– para atender nuestras llamadas, aunque dicen servirnos. Cuánta paradoja junta.
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