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Centenario del Putsch ¿Por qué falló el golpe de Estado de Hitler?

El  8 de noviembre de 1923, Adolf Hitler encabezó un intento de golpe de Estado contra la República de Weimar, el llamado Putsch de Múnich. El alzamiento fracasó, pero Hitler se libró de la pena de muerte. Lo condenaron a cinco años de cárcel y solo cumplió nueve meses. En prisión escribió Mein kampf (Mi lucha) y afianzó su ideología nazi.

Martes, 07 de Noviembre 2023, 14:00h

Tiempo de lectura: 3 min

Todo comenzó el 8 de noviembre de 1923 en la cervecería Bürgerbräukeller de Múnich. Ese día pronunciaba un discurso Gustav Ritter von Kahr, gobernador de Baviera, un ultranacionalista que soñaba con el renacimiento de Alemania.

De repente, un joven austriaco llamado Adolf Hitler se subió a una silla y disparó con su pistola al aire mientras declaraba el estallido de 'la revolución nacional', un movimiento que devolvería a Alemania la gloria perdida en la Primera Guerra Mundial.

Tras el alboroto inicial, Hitler ordenó a Von Kahr que fuera a una sala contigua, donde lo intimidó para que respaldara su golpe de Estado (putsch). Convencido de haber conseguido su apoyo, el cabecilla del nuevo Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NSDAP) regresó al salón principal de la cervecería con la idea de derribar al legítimo Gobierno de la República de Weimar.

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Marcha hacia la Feldherrnhalle.Unos 2000 nazis marcharon el 8 de noviembre hacia la Feldherrnhalle, un monumento significativo de Munich. Poco antes de llegar, la policía se enfrentó con los manifestantes a tiros. Fallecieron catorce nazis y cuatro oficiales de policía, y se puso fin al golpe de Estado en la ciudad. En la foto de apertura, Adolf Hitler junto con el general Erich Ludendorff y otros líderes que encabezaron el golpe.

Salieron a la calle para tomar Múnich. Un balazo acabó con el hombre que iba junto a Hitler. A Hermann Göring lo hirieron

Pero los conspirados cometieron varios errores garrafales. El éxito del putsch dependía de la toma de los centros de comunicación y de los departamentos estatales en Baviera, sin cuyo control todo se iría al garete. Aunque los rebeldes tomaron temporalmente algunas oficinas, incluida la sede municipal de la Reichswehr y el cuartel de la policía de Múnich, no pudieron tomar otros centros clave.

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Hitler encarcelado. Aunque Hitler fue condenado alta traición, le aplicaron la pena mínima de cinco años y sólo estuvo ocho meses en prisión. Y en unas condiciones excepcionales (como se ve en la foto). Le permitían vestir de civil, reunirse con otros presos y utilizar los servicios de su secretario personal, Rudolf Hess (segundo por la derecha), a quien dictó su autobiografía, Mein Kampf (Mi lucha).

Además, los golpistas necesitaban la colaboración de Von Kahr para involucrar a los militares y la Policía en el levantamiento. Hitler dejó al gobernador de Baviera bajo la custodia del mariscal Von Ludendorff, quien cedió a las peticiones de Von Kahr de abandonar la cervecería. Una vez libre, el gobernador de Baviera ordenó a las unidades de la Policía y militares que reprimieran a Hitler y sus cabecillas.

A la mañana siguiente, los nazis, con Hitler y Ludendorff a la cabeza, salieron a las calles de la capital bávara para tomarla. Se enfrentaron a un nutrido despliegue policial y militar. Pronto sonaron disparos y cayeron los primeros heridos. Un compañero que iba con Hitler murió de un balazo. A Hermann Göring lo hirieron en una pierna.

Lo trataron con morfina para mitigar el dolor y, desde entonces, se hizo adicto a esa droga. Poco después, Hitler sería detenido y condenado a cinco años de cárcel, aunque apenas pasó nueve meses entre rejas. Durante aquel tiempo en la sombra, dictó Mein kampf ('Mi lucha') a su secretario Rudolf Hess. El golpe de Estado había fracasado, pero el movimiento nazi comenzó una singladura que lo llevaría al poder diez años más tarde.

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