Viernes, 11 de Julio 2025, 08:33h
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Hubo un tiempo en el que quienes viajaban lo hacían para conocer otras gentes y otras costumbres. Se internaban en ciudades y parajes desconocidos, adaptándose a ellos por curiosidad, simpatía o mera supervivencia. Con el tiempo esa forma de viajar fue estropeada por un turismo bastardo, anglosajón y sobre todo norteamericano, que empezó a exigir instalaciones y costumbres semejantes a las que traía de origen; a encontrar su propio modo de vida en los países extranjeros que visitaba. Con las naturales complicidades locales, esa tendencia se impuso en todas partes: turistas en busca de bares, restaurantes, tiendas, marcas de ropa donde el viajero actual acude a reponerse tras breves, organizadas y puntuales incursiones en el tipismo local, por lo común ligeras y determinadas por las tendencias que determinen las redes sociales.
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