Para entender el grado de alienación logrado por las ideologías sobre las gentes, a las que hacen creer lo que no existe y descuidar las cuestiones realmente acuciantes, no debemos olvidar que las ideologías modernas son hijas de la filosofía idealista, que nace para negar la realidad de las cosas. «¡Pienso, luego existo!», proclamó Descartes, en un rapto de soberbia ególatra; pero en realidad quería decir: «¡Pienso, luego las cosas existen!». Para la filosofía idealista, las cosas no existen independientemente de que nosotros las pensemos e independientemente de lo que nosotros pensemos sobre ellas; sino que es nuestra mente quien las crea.
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