Volver
';
El pintor en el Museo del Prado

Apuntes inéditos de Miquel Barceló

«Voy al Museo del Prado porque la pintura es un alimento. Allí encuentro lo que me mueve a pintar. Cuando voy solo, suelo tomar notas de pequeños detalles», cuenta Miquel Barceló a María de la Peña Fernández-Nespral. Su libro Diez artistas y el Museo del Prado recoge reflexiones del artista y esos apuntes inéditos. Adelantamos algunos de ellos.
 

Por Miquel Barceló | Fotos: Álvaro Felgueroso

Viernes, 29 de Septiembre 2000

Tiempo de lectura: 7 min

Eduardo Arroyo decía que el Prado era la casa de los pintores. Me parece muy adecuado. Siempre que estoy en Madrid, voy al Prado. Me siento muy a gusto entre pintura. En eso no he cambiado nada desde pequeño. Sigo necesitando ir continuamente.

El Prado tiene esa cualidad de ponerte en tu sitio. Te hace volver a tener las mismas inquietudes, volver a sentir lo que te mueve para pintar. En el Prado encuentro la misma música que percibía cuando tenía catorce años y empezaba a pintar.

alternative text

Cuando voy solo, suelo tomar notas de pequeños detalles. Por ejemplo, delante del Descendimiento, de Van der Weyden, me he fijado en el contacto que hay entre las figuras, que son diez en total. El Cristo y la madre están en la misma posición, pero no se tocan, y todo el resto es un juego de manos.

«Se debería dejar entrar solo a los pintores, y a nadie más. La presión demográfica delante de las obras es intolerable»

A mí me encantan Goya —que me parece asombroso—, el Greco y Ribera, pero Velázquez es como Messi; está en otro nivel; es una especie de charco en el que todo se refleja. En cambio, con el Greco me sucede lo contrario: tengo que alejarme de él durante un tiempo por lo intenso que es. En el Greco, todo parece aceitoso. Percibo algo de eso en su obra, el color del molusco, por ejemplo. Para mí, el Greco es como una isla dentro del Prado y una isla dentro de la historia de la pintura.

La cronología en el arte es una insensatez. Las razones que producen arte son las mismas en Chauvet, en Altamira, en el Prado o en el arte contemporáneo. Es una pulsión humana. La gasolina que nos mueve viene de lo que sucede en el mundo, de lo que vemos, de la naturaleza… y el Prado también es gasolina.

alternative text

Me acuerdo del Prado en los años setenta. Nunca había nadie y a mí me gustaba mucho ir, era como un convento sin gente. Jamás pensamos que se convertiría en este fenómeno de masas que es hoy en día; está casi al límite de lo que aguantan los museos. La presión demográfica delante de las obras es intolerable. Seguramente, en un futuro pasará como con las cuevas de Altamira o de Chauvet, que están cerradas al público. Algo se tendrá que hacer. Yo creo que se debería dejar entrar solo a los pintores, a cualquier hora del día y de la noche, y a nadie más.

«Supongo que algún día expondré en el Prado. Podría hacer una gran exposición allí, y más ahora que en el Reina Sofía no me quieren»

Pienso que sería insensato que fuera completamente gratuito. ¿Por qué razón algo tan costoso de mantener tiene que ser gratis cuando tenemos que pagar por cualquier cosa? Lo que sí debería ser gratis es la educación y la sanidad, no entrar en los museos. Es más, el arte debería ser más caro que el cine.

Supongo que algún día expondré en el Prado. Podría hacer una gran exposición allí, y más ahora que en el Reina Sofía no me quieren. Pero parece complicado porque todo es muy político en el museo. Además, me lo tendría que pensar muy bien. Tiene que estar muy meditado antes.


En exclusiva

APUNTES INÉDITOS DE MIQUEL BARCELÓ

El Atlántico se achicharra. ¿Qué pasa? Cuatro hipótesis

1. El efecto de un volcán

El volcán submarino Tonga-Hunga Ha’apai, en el Pacífico Sur, erupcionó hace dos años. Hasta 150 millones de toneladas de vapor de agua fueron arrojadas a la estratosfera y se esparcieron por el mundo. El vapor de agua es un gas de efecto invernadero. ¿Podría haber sido suficiente para calentar el planeta? Según las simulaciones, es posible, aunque no probable.

2. Nuevas normas sobre transporte marítimo

Desde hace cuatro años, el diésel de los barcos debe tener menos azufre. Con esta restricción, las nubes de aerosoles que flotaban sobre las rutas marítimas han desaparecido. Eso es bueno para el aire, pero malo para el clima. Los gases de azufre facilitan que se formen nubes, que protegen del sol y refrescan. Hansen ve esto como un fuerte impulsor del calentamiento.

3. Vientos alisios inusualmente cálidos

Los vientos alisios se debilitaron desde principios de marzo. En origen son cálidos y secos, pero al atravesar las extensiones oceánicas se cargan de humedad y se enfrían, refrescando el planeta.

4. El océano atlántico tiene su propio niño

Parquímetro

Lógicamente, a los automovilistas no les gustó nada. Lo veían como un impuesto sobre el coche que no había sido aprobado ni debatido por ningún organismo legislativo, ya fuese local o nacional. Da igual, el parquímetro daba dinero al ayuntamiento cuando nadie había pensado en monetizar el aparcamiento en las ciudades. Entonces se pagaba 5 céntimos la hora por aparcar y la multa era... Leer más

Lógicamente, a los automovilistas no les gustó nada. Lo veían como un impuesto sobre el coche que no había sido aprobado ni debatido por ningún organismo legislativo, ya fuese local o nacional. Da igual, el parquímetro daba dinero al ayuntamiento cuando nadie había pensado en monetizar el aparcamiento en las ciudades. Entonces se pagaba 5 céntimos la hora por aparcar y la multa era... Leer más