Volver
';

Roberto Fernández Inspector Jefe de Redes en la Unidad de Ciberdelincuencia «La víctima de un ciberacoso muchas veces acaba en una página de prostitución»

El ciberacoso ya es el sexto ciberdelito más frecuente en España. En un lustro se ha multiplicado por cuatro. Y eso que la mayoría de los casos ni siquiera se contabilizan porque apenas un 30 por ciento llegan al juzgado. Contra semejante impunidad lucha el Inspector Jefe Roberto Fernández, al frente de la Sección de Redes de la Unidad de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. Hablamos con él. 

Por Fernando Goitia

Jueves, 07 de Abril 2022

Tiempo de lectura: 13 min

Convertirte en delincuente puede estar al alcance de un clic. Basta con publicar un simple tuit. Lo saben bien el Inspector Jefe Roberto Fernández y los 15 policías a su servicio en la Sección de Redes de la Unidad de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. Llevan más de un lustro cazando acosadores y mensajes amenazantes por el intrincado mundo de las redes sociales. Hablamos de sujetos al estilo de los que martirizaron la vida de famosos como Candela Peña, Dani Rovira, Miguel Bosé, Verónica Forqué o la eurovisiva Chanel. Individuos que se obsesionan con alguien –no necesariamente una celebridad– y solo consiguen parar cuando Fernández y los suyos les ponen las manos (y las esposas) encima. Él mismo nos cuenta en esta entrevista las claves de este novedoso trabajo policial.

XlSemanal. En 2014 se creó esta Sección de Redes. Desde entonces, ¿cómo han crecido los delitos cometidos a través de las redes sociales?

Roberto Fernández. Muchísimo. Se han multiplicado. Sobre todo, los de amenazas y de acoso, lo que más investigamos. Aunque hay otros, como el típico que va a 200 por una autopista y lo cuelga en una red social. A esos también los cazamos nosotros.

X.L. ¿Subir un vídeo propio a la Red cometiendo un delito es un agravante?

R.F. Penalmente no, pero tampoco hace falta. Grabarte cometiendo un delito y mostrárselo al mundo es una confesión en toda regla. De hecho, te da mucha más información que un radar.

X.L. ¿Pondría esos casos como ejemplo paradigmático de la inconsciencia con que se usan las redes sociales?

R.F. Sin duda. Aunque hay ejemplos de todo tipo. El 99 por ciento de la gente que lanza amenazas, insultos y acosa en redes sociales no responde a perfiles delictivos habituales. Son situaciones donde entra mucho la impulsividad y se lanzan comentarios sin haber sopesado sus consecuencias.

X.L. ¿Al hacer detenciones se han topado con delincuentes realmente peligrosos?

R.F. Desde que se abrió la Sección de Redes nosotros no, nunca.

X.L. Entonces, ¿suele ser gente que, de no haber subido ese tuit, foto o vídeo, jamás cometería delito alguno?

R.F. Esa es mi impresión, sí. De todos modos, muchas veces todo queda en nada. Si la víctima recibe amenazas del tipo: «Te voy a pegar dos tiros; te voy a matar», las ignora y el otro no insiste, esa persona no denuncia y sigue con su vida.

'Los famosos son víctimas habituales. Con ellos todo se multiplica, porque la exposición al público hace que todo crezca'

X.L. Pero decirle «te voy a matar» a otra persona, objetivamente, es delito, ¿no?

R.F. Objetivamente es un delito de amenazas graves. Incluso si las amenazas son más entreveradas, del tipo: «Ten cuidado cuando salgas a la calle. Te vamos a esperar». Pero hay gente que ante eso sufre un trastorno o ya no sale de su casa y gente que no hace caso y, con suerte, lo para en seco. Aún así, aconsejamos denunciarlo todo. No es bueno que la gente lance amenazas con esa ligereza y quede impune.

X.L. ¿Qué condenas te pueden caer?

R.F. De meses a un año o un par de años. Son delitos que, si no pasan del ámbito digital, no implican condenas especialmente graves. Y si no hay antecedentes y la condena es menor a dos años no entras en prisión.

X.L. Siendo las penas tan bajas. ¿Se da mucha reincidencia?

R.F. No es rara, la verdad. Piensa que hablamos de gente con un perfil muy obsesivo, de acosador. Las medidas que establece el sistema judicial, con consecuencias no muy graves para el autor, no consiguen que la gente aprenda o se arrepienta y volver a delinquir no es tan extraño.

alternative text
Candela Peña. La actriz catalana ha sido la última celebridad en ser acosada por las redes sociales. La Policía Nacional detuvo en febrero a una mujer como presunta autora de los delitos de amenazas de muerte y acoso a través de Internet contra la actriz y su entorno. El hostigamiento de la ciberacosadora incluyó amenazas de muerte contra su hijo de 10 años.

X.L. ¿Qué es delito y qué no lo es en este ámbito?

R.F. Por ejemplo, mensajes del tipo: «Ojalá te mueras; ojalá cojas no sé qué y te mueras», no son delito. Se dan muchísimo y para la víctima puede ser horrible, pero hemos tenido varios casos así que el juzgado ha desestimado por considerar que, desde el punto de vista penal, no es un delito.

X.L. ¿Quiere decir que si no te dicen específicamente: «te voy a matar», no hay delito?

R.F. No. Lo que digo es que son hechos muy difíciles de calificar y que eso le corresponde al juez. Pero si te dicen, directamente: «Te voy a matar; te voy a violar; te voy a...», eso constituye, sí o sí, un delito de amenazas. El problema es que hablamos de conductas que están en la línea entre la libertad de expresión y el derecho al honor o a la intimidad. Muchas veces son difíciles de calificar penalmente.

X.L. ¿Ocurre lo mismo con el delito de acoso?

R.F. Sólo te puedo decir que, cuantas más pruebas reúnas, mejor. El acoso implica hostigamiento, acecho continuo y que a la víctima le ocasiones miedo e intranquilidad y un trastorno en su vida: envío constante de mensajes amenazantes o inquietantes, llamadas de madrugada… Un caso que se nos da mucho, penalmente establecido en el Código Penal, es anunciar a la víctima en una página de prostitución, con su teléfono, ofreciendo sexo gratuito. De pronto y sin entender nada comienza a recibir WhatsApps y llamadas de posibles clientes que le alteran totalmente la vida.

X.L. Creo que a este delito, que se da entre gente que se conoce y que tiene tu teléfono, lo llaman «venganza amorosa»... 

R.F. Puede ser porque la mayoría son parejas despechadas u hombres a los que la víctima no corresponde y se cabrean. Una reacción del tipo: «¿Tú me desprecias? Yo te voy a putear».

X.L. Que sean conocidos de la víctima, facilitará su detención, ¿no?

R.F. Normalmente, sí. Además, hay datos de las conexiones de los anuncios, el anunciante deja un perfil, hay un correo electrónico asociado… Generalmente lo identificamos.

alternative text
Miguel Bosé. En 2017, el cantante sufrió un intento de chantaje de unos hackers que habían accedido a su correo electrónico. Le pedían  50.000 euros a cambio de no publicar fotos con sus cuatro hijos, de cuya exposición pública siempre los había protegido. Además de denunciar a los delincuentes, él mismo publicó una de las fotos. Bosé, además, ha denunciado un constante acoso en las redes sociales por sus posiciones en temas como la COVID 19 o las vacunas.

X.L. ¿Qué hacen ustedes cuando se incendian las redes, como en la última elección de la candidata a Eurovisión?

R.F. Ante eventos de ese tipo monitorizamos la Red. Siempre hay amenazas o actitudes que pueden derivar en acoso. Si detectamos perfiles de ese tipo solicitamos al instante a empresas y operadoras la salvaguarda de estos. De ese modo, si alguien denuncia más tarde a alguno de esos perfiles podremos acceder a sus datos técnicos para localizar y detener a quién está detrás.

X.L. ¿Esa salvaguarda la hacen de oficio?

R.F. Sí, porque un perfil de Instagram, Twitter o Facebook puede desaparecer media hora después de amenazar a alguien y perdemos información muy valiosa. Esta fue una modificación incluida en 2015 en la Ley de Enjuiciamiento Criminal que nos ha sido muy útil. Ya no necesitamos la orden del juez.

X.L. ¿También tienen después acceso a esos datos sin la orden del juez?

R.F. No. Solo para preservar esos datos, por si acaso. Se hace a través del sistema SITEL, punto de contacto directo e inmediato con las redes y las operadoras. Y si al final necesitamos acceder a los datos técnicos de ese perfil, entonces sí, ahí ya debemos solicitar una orden judicial. Y si no necesitamos investigarlo, la salvaguarda caduca en 90 días.

X.L. Desde la denuncia hasta la detención, ¿cuánto tiempo puede pasar?

R.F. Meses. Lo primero es que el denunciante aporte todos los datos posibles: pantallazos, grabación de conversaciones… y que investiguemos todo lo que podamos extraer de Internet sin mandamiento judicial. En dos o tres días enviamos el atestado al juez para ver si abre diligencias previas. Puede tardar de una semana a un mes hasta que nos concede el mandamiento, que mandamos a la red social para que nos facilite los datos técnicos.

'En el 99 por ciento de los casos identificamos al autor y acaba detenido. Has de ser un 'hacker' súper experto para que no te pillemos. Y no suelen serlo, precisamente'

X.L. Una nueva espera...

R.F. Así es. Puede entonces que necesitemos más datos de las operadoras –Orange, Vodafone, Telefónica...– para ver desde qué direcciones IP se conectó el delincuente: un domicilio o varios, un hotel, un cibercafé, un McDonalds, utilizando una VPN, un móvil... Eso es otro informe y un nuevo mandamiento. Y cuando finalmente consigues una o varias direcciones empieza la investigación policial tradicional.

X.L. ¿Y si no han podido hacer esa salvaguarda?

R.F. En esos casos es más difícil localizar al autor. El problema de que las investigaciones se demoren tanto es que, muchas veces, como el delincuente cree que no pasa nada el acoso va a más y no sabes en qué puede acabar. Aunque al final todos terminan por cometer un error y acabamos identificándolos.

X.L. ¿Y si es un caso urgente, que requiere actuación inmediata?

R.F. Esos casos van al Juzgado de Guardia. Pero en nuestro ámbito de actuación los de urgencia total son cosas como, por ejemplo, intentos de suicidio –de jóvenes mayormente– que detectamos en redes sociales o que nos envía la Fundación ANAR, de apoyo al menor. Es algo que últimamente, por cierto, nos está generando muchísimo trabajo. Solicitamos un mandamiento urgente para acceder a los datos del perfil, localizar con precisión a esa persona y enviar una patrulla a ayudarla.

X.L. Volviendo a Chanel, ¿no hubo denuncia ni nadie que siguiera insistiendo?

R.F. Que nosotros sepamos, no se llegaron a abrir diligencias.

X.L. ¿Y entre esos miles de personas no hubo nadie que cometiera delitos de acoso o amenazas?

R.F. Es que la chica cerró su cuenta y decidió ignorarlos a todos. De todos modos, son casos muy intensos, con mucho movimiento y muy virales, pero que se diluyen en unos pocos días.

alternative text
Paco González. El presentador sufrió el acoso de una joven enamorada y obsesionada con él hasta que, en febrero de 2014, intentó asesinar a puñaladas a su hija y a su esposa. Fue condenada a 20 años de internamiento psiquiátrico por «el elevado riesgo vital que siguen corriendo las víctimas».

X.L. Si toda esa turba digital estuviera en la calle, ¿cree que muchos acabarían quemando una tienda o golpeando a alguien?

R.F. Turba digital es una analogía válida, pero lo cierto es que esa misma gente sin redes sociales no haría nada parecido. Es lo que tiene Internet, una sensación de anonimato que transforma a la gente. Ocurre algo similar cuando la gente conduce y acaba en peleas y situaciones absurdas. En las redes es parecido. Es un momento de rabia, de pérdida de control, y la mayoría se arrepiente en cuanto se ve en un procedimiento judicial.

X.L. ¿Hemos naturalizado lo de criticar e insultar por redes?

R.F. Eso parece, pero es que convivir con Internet no puede implicar aceptar todo tipo de insultos y amenazas. Piensa que, sobre todo entre jóvenes, es ya el principal medio de comunicación. Hay que aprender a gestionar todo esto.

X.L. Un argumentario habitual es que en este delito la víctima tiene parte de responsabilidad por contestar o entrar al trapo...

R.F. Eso ocurre si tú respondes con amenazas similares. Porque no es sencillo vivir con esto y aceptar ciertos comentarios o amenazas.

X.L. También está extendida la idea que, cuando eres un personaje público debes apechugar con lo que te caiga encima.

R.F. Esa percepción está muy extendida como parte de las reglas del juego de las redes sociales. Es un peaje, se dice. Pero, si denuncian, la Policía investiga.

X.L. ¿Pasan en muchos casos del acoso digital al ámbito físico?

R.F. En algún caso el delincuente ha tratado de acercarse a la víctima y ha dejado notas, pero es infrecuente. Como te decía antes, este tipo de gente no suele llegar a la agresión física.

X.L. ¿Las víctimas más habituales son famosos?

R.F. No, pero ser personaje público es un elemento diferencial. Esa exposición hace que todo crezca. También se produce entre gente normal, pero el número potencial de acosadores es mayor si eres un personaje público.

'Aconsejamos denunciarlo todo. No es bueno que la gente lance amenazas con tanta ligereza y quede impune'

X.L. ¿La vanidad del sujeto al ver que capta atención puede ser un factor que le empuje a actuar?

R.F.No soy psicólogo, pero puede ser parte del mecanismo obsesivo que se le genera. Pero muchos lo dejan pasar y ahí se queda todo. El límite suele estar en que amenacen a tu familia. Los hijos suelen ser una línea roja.

X.L. ¿Puede comentar algún caso paradigmático?

R.F. Prefiero no hablar de nadie.

X.L. ¿Y sin mencionar nombres?

R.F. Eso sí. Tuvimos un caso de acoso a una persona famosa del ámbito de radio y televisión que le enviaron por Twitter una fotografía de una soga. Decían: «Voy a ir a por ti; zorra, puta, te voy a matar…». Es muy típico también el envío de fotos de cartuchos, armas; incluso de alguien tiroteado, cadáveres… Eso se da bastante.

X.L. ¿Cómo acabó ese caso?

R.F. La cosa fue a más, la amenazaban desde diferentes perfiles. Creaban uno, se eliminaba; otro, y lo mismo. Un día al salir del trabajo un hombre vestido de negro, con gorra, le hizo un gesto de cortarle el cuello desde lejos. Lo vio varias veces mientras continuaban las amenazas en Twitter y decidimos tomar medidas de protección física. Hasta que un día, lo vio a través de la cristalera del gimnasio, nos avisó enseguida y lo detuvimos. Era un chaval que se había obsesionado con ella.

X.L. ¿Tenían algún vínculo?

R.F. Ninguno. Nada.

alternative text
Sara Casasnovas. La actriz fue acosada durante un año por un alemán llamado Arndt Meyer hasta que, un día, la esperó a la salida de una función teatral y le apuntó con una ballesta. El hombre fue condenado a ocho años por intento de homicidio y expulsado a Alemania una vez cumplida su condena.

X.L. ¿Algún político?

R.F. Recuerdo el de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León y del Partido Popular leonés. Después de ser asesinada, en 2014, se formó un revuelo tremendo en las redes sociales con gente alegrándose e insultando a la víctima; hubo, incluso, amenazas a la familia. La mayoría desde perfiles falsos. Son cosas que ocurren con cierta frecuencia, como la gente que se alegra cuando un torero sufre una cogida y cosas así.

X.L. ¿Los políticos están más acostumbrados?

R.F. Es cierto que trabajan en un ámbito donde las injurias, las calumnias y la falsa imputación de delitos son habituales, pero ser víctimas de acoso o de amenazas ya es otra cosa. Y casi siempre que se monta un revuelo político algo hay. Son casos muy delicados porque todo se politiza y hay que andar con pies de plomo. Nosotros investigamos, enviamos el informe al juez y actuamos si él lo considera pertinente.

X.L. ¿Puede comentar alguno?

R.F. Tuvimos uno reciente en que una persona se obsesionó con una política, empezó a crear perfiles de Instagram y le mandaba mensajes constantes. Estaba en Madrid, Zaragoza o Barcelona y le escribía cosas en plan: «Qué guapa estabas ayer en Barcelona». Era muy cambiante. Lo mismo le decía: «te quiero mucho» y cosas así que pasaba a «eres una zorra», «te voy a matar», «¿por qué me contestas así?». Y eso retroalimentaba su ira. Era un profesor de música, alguien corriente, con un cierto nivel educativo y aparentemente muy normal. Ese tipo del que nunca sospecharías.

'Las consecuencias penales para el autor, no muy graves, no consiguen que la gente aprenda o se arrepienta. Por eso volver a delinquir no es tan extraño'

X.L. ¿Qué índice de éxito tienen sus investigaciones?

R.F. En el 99 por ciento se identifica al acosador o al que amenaza y acaba detenido. Tienes que ser un hacker súper experto para que no te pillemos. Y no suelen serlo, precisamente.

X.L. ¿Qué puede hacer la víctima cuando recibe una amenaza?

R.F. Lo primero es guardar toda la información. Aconsejo no entrar al trapo ni avisarle de que vas a denunciarle, porque muchos enseguida eliminan ese perfil y perdemos pruebas.

X.L. ¿Cuál es la red social más propensa?

R.F. Todas: Instagram, Facebook, Twitter, TikTok…

X.L. ¿Se plantean esas empresas actuar para detectar ciberacoso y amenazas?

R.F. Dicen que actúan en temas de delitos de odio, pero en temas de acoso, amenazas y demás, que yo sepa no.

X.L. ¿Qué canales tienen ustedes para recibir denuncias?

R.F. Puedes ir a cualquier comisaría, escribir en el Twitter: @policía o directamente a nuestra sección en: redesabiertas@policia.es. Recibimos unos 1200 correos electrónicos por mes. Es un buzón abierto al ciudadano para lo que quiera.