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Nadia Comăneci Una heroína vigilada, hambrienta y maltratada

Un libro destapa los tormentos que sufrió la gimnasta que asombró al mundo con su perfección. Su vida ha estado marcada por el asfixiante control de sus entrenadores y de la dictadura comunista.

Por Fátima Uribarri

Viernes, 15 de Septiembre 2023

Tiempo de lectura: 3 min

Con 14 años, en 1976, Nadia Comăneci era Héroe del Trabajo Socialista, la máxima distinción de su país. Era famosa en todo el mundo. Millones de niñas la idolatraban. Y al mismo tiempo pasaba un hambre atroz, igual que sus compañeras de la selección rumana de gimnasia rítmica: las jóvenes deportistas robaban mendrugos de pan y a veces el hambre era tan intensa que comían pasta de dientes; sus carencias eran tales que llegaron a beber agua del inodoro.



Lo sabemos porque la Securitate, la temible Policía política de la Rumanía comunista, la vigiló a conciencia. El historiador Stejarel Olaru ha buceado en sus archivos y cuenta en el libro Nadia Comăneci y la Policía secreta (Oberon) las intimidades de Nadia detalladas por los espías. Comăneci era una prisionera.

«En Rumanía vivía en un universo cerrado y bajo la vigilancia constante de los órganos de seguridad. También había satisfacciones, pero no fue una vida para nada fácil», dice Olaru.

No era fácil cuando competía y coleccionaba aplausos, medallas y dejaba boquiabierto al mundo. Pero su situación empeoró cuando se retiró.  Lo hizo en Bucarest, en 1984. Entonces, las restricciones se endurecieron para ella.

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La niña 10. En 1976, Comăneci obtuvo el primer 10 de la historia. Los marcadores no estaban preparados; marcaron 1.00.| Getty Images.

Lo  cóntó ella misma: «La vida adquirió un nuevo aspecto sombrío. Se me impidió ganar la pequeña cantidad de dinero extra que realmente había marcado la diferencia en la vida de mi familia. También era insultante que una persona normal en Rumanía tuviera la oportunidad de viajar, mientras que yo no podía..... Cuando mi carrera como gimnasta terminó, ya no había necesidad de mantenerme feliz. Debía hacer lo que me ordenaran, como había hecho toda mi vida.... Si Bela (Károlyi, su entrenador)  no hubiera desertado, me habrían seguido vigilando, pero su deserción puso un foco en mi vida, y fue cegador. Empecé a sentirme como un prisionero».

Llevaba ya años siendo prisionera. Primero lo fue de los duros métodos de Bela Károlyi y de su mujer, Marta. Nadia había comenzado a entrenar con ellos cuando tenía seis años. Tuvo que aceptar la extenuante disciplina a la que esta pareja sometía a sus discípulas. Los espías de la Securitate dejaron constancia del hambre que pasaban las chicas, de los gritos y amenazas y de que tenían que entrenar y competir aunque se encontraran enfermas.

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Nueva vida. En 1989 se jugó la vida al escapar de manera clandestina a Estados Unidos, donde, a sus 61 años, aún vive.| Getty Images.

Los Károlyi ayudaron a Nadia a alcanzar la gloria. Pero a un alto precio. Y luego, en 1981, cinco años después de la hazaña de los Juegos Olímpicos de Montreal, Károlyi y su mujer escaparon a Estados Unidos.

Fueron años muy duros para Nadia. No era fácil vivir en Rumanía ni siquiera para una heroína como ella. Tardó años en reunir el coraje para huir. Pero lo hizo.

La madrugada del 28 de noviembre de 1989 un grupo de ocho personas caminó silencioso y con el corazón encogido por los campos cercanos a la frontera con Hungría. Si los sorprendían huyendo del país serían condenados a muerte. Nadia Comaneci era uno de ellos.

Lograron llegar al pueblecito de Cenad, ya en Hungría; y de allí viajaron a Austria. Semanas después Nadia Comăneci arribaba a Estados Unidos. Aquella fuga conmocionó al mundo. Aquel año de 1989 fue especialmente convulso. Poco después de la fuga de la gimnasta, el 26 de diciembre, cayó el tirano Ceaucescu: lo fusilaron junto a su mujer.

Nadia Comăneci consiguió encajar en Estados Unidos. Se casó con Bart Conner –también gimnasta–, montaron un negocio de ropa deportiva y gimnasios; tuvieron un hijo, Dylan.

Allí sigue Nadia. Va a cumplir 62 años: la época en la que pasó hambre y la Securitate registró cada uno de sus movimientos quedó atrás. Ella, sin embargo, permanece en la Historia del deporte.

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