
Viernes, 26 de Septiembre 2025, 08:17h
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Es un monstruo en el gimnasio», dice Lauren Sanchez de su marido, el magnate Jeff Bezos. Y lo es, en buena medida, gracias a ella, ya que la transformación física del dueño de Amazon comenzó al poco de conocerla, en 2016, cuando le presentó a su entrenador personal.
Wes Okerson, graduado en kinesiología y apasionado del fitness, de 49 años, se hizo famoso entre los famosos al ‘modelar’ a Tom Cruise para su papel en Valkiria, de 2008. Arrancó así un floreciente negocio —con estrictas cláusulas de confidencialidad en sus contratos—, entrenado a actores como Gerard Butler, Katie Holmes o Sacha Baron Cohen, que, con el tiempo, también proporcionó sus servicios a Sánchez.
Al principio, la pareja entrenaba junta, pero sus necesidades no tardaron en ‘separarlos’. En una entrevista reciente dijo que su esposo le había ‘robado’ a Okerson: «Está a un nivel completamente diferente al mío».
Para integrar estas rutinas en las apretadas agendas de sus clientes, Okerson es capaz de improvisar gimnasios en cualquier lugar: un despacho, la calle, la playa, la montaña, un set de rodaje, un yate de lujo..., una flexibilidad clave para su éxito. «Debes estar ahí cuando el cliente está libre», resume.
Entrenar a los magnates tecnológicos, sin embargo, parece más fácil de lo que el resto podamos creer. «Son ejecutivos muy dispuestos a que se les presione para que rindan y les gusta negociar y llegar a pactos, como si de verdad es necesario que les haga levantar cinco kilos más», revela Okerson.
En el caso de Bezos, de 61 años, Okerson le supervisa una combinación de ejercicios de fuerza, cardio de alta intensidad y entrenamiento de resistencia, en un régimen de seis días por semana. Esto es lo que ha convertido al que fuera un nerd de estilo desaliñado en un paradigma de la hipermasculinidad tan en auge y defendida por el movimiento MAGA, influencers de diverso pelaje y otros gurús tecnológicos como Mark Zuckerberg o Tim Cook.
Todos ellos celebran el regreso de los músculos hiperdesarrollados que, allá por los años 70, populalizaron culturistas como Arnold Schwarzenegger en los gimnasios al aire libre de las playas de Los Ángeles. Silicon Valley y el mundo de las grandes tecnológicas retoman ahora aquella senda.
Después de haber conseguido dominar internet y la informática, de haber convertido sus startups en corporaciones globales y de abrazar utopías como la inmortalidad y la conquista de Marte, los tecnoligarcas han hallado una nueva herramienta –además de sus yates, sus mansiones, etc...– para mostrarle al mundo su poder: sus propios cuerpos.