
Consejos de protocolo... con humor
Consejos de protocolo... con humor
Jueves, 14 de Agosto 2025, 11:58h
Tiempo de lectura: 6 min
El destino favorito de los superricos este verano es un clásico: la Riviera francesa. Después de unos años en que había sido abandonada por ser demasiado cliché o instagrameable, la Riviera está disfrutando de un renacimiento, llena de multimillonarios estadounidenses buscando un poco de glamour europeo.
Si el presupuesto no da para la Costa Azul, hay quien se desvive por Hvar, en Croacia, que ya llaman el Saint-Tropez de los Balcanes. Bodrum y la costa sur de Turquía, que estuvieron de moda, se consideran ahora 'oligárquicos' porque es uno de los pocos lugares a los que los rusos sancionados todavía pueden ir. Y, por diferentes razones, este año hay menos interés en cruzar el Atlántico y dirigirse a los Hamptons. Este verano de 2025, todo gira en torno a Europa.
Mi anfitrión invita habitualmente a sus amigos más cercanos a pasar unas semanas a bordo de su yate. Luego se invita a los huéspedes 'adicionales', que se subirán en determinados puertos de la ruta.
Los rezagados no han pasado 'el primer corte', pero se consideran lo suficientemente divertidos para compartir una o dos noches. Yo soy uno de esos invitados. Y siempre estoy agradecida por el privilegio. Pero, antes de que te pongas el traje de lino y te embarques en el barco de otra persona, aquí van algunos consejos prácticos.
Nunca es aceptable aparecer con exceso de equipaje. En los yates, las maletas rígidas (imposibles de guardar) y el equipaje con ruedas (propenso a hacer rasguños) están mal vistos. Los viajeros experimentados llegan con bolsos de cuero suaves y desgastados. En un yate, los suelos ultrapulidos son un orgullo, por lo que los huéspedes estarán descalzos a bordo.
Como regla general, todas las cenas mediterráneas, ya sean en un barco o en la villa de un amigo o en un restaurante con estrella Michelin, permiten un código de vestimenta relajado... que puede ser difícil de interpretar. Las chanclas o las zapatillas están bien en la cena, pero preséntate en pantalones cortos y te tacharán de la lista de invitados.
La presión de elegir un regalo para el anfitrión puede ser suficiente para desanimarte de unas vacaciones, por muy gratis que sean. Pero ten la seguridad de que tu anfitrión no está buscando ser compensado. Así que trata de encontrar un regalo inteligente.
Hace años cometí el error de novata de comprar el vino más caro que podía pagar como regalo para un amigo que me había invitado a su chalet en Megève, los Alpes. Mi anfitrión se aseguró de mostrar amablemente la botella de Burdeos al resto de los invitados diciendo que la guardaría para cuando se hubiera decantado correctamente. Fue solo más tarde cuando descubrí en el sótano cientos de botellas de vino exquisitas. Cuando a pesar de mi regalo patético me invitaron a volver, horneé un pastel con especial dedicación y me aseguré de que se cortara y se sirviera de inmediato.
Un amigo, vástago de una venerable dinastía bancaria, que tiene una villa con vistas al Mediterráneo, deja en cada habitación de invitados una nota escrita a mano en la que se lee: «Cread recuerdos, no contenido». Una elegante manera de invitar a abstenerse de tomar fotos.
Incluso cuando no hay peligro de que las imágenes acaben en redes sociales es imposible relajarse cerca de alguien armado con un móvil. Resiste la tentación de tomarte un selfie con cada comida y no hagas nunca un FaceTime con tus primos desde el yate de otra persona para que puedan «sentir que están aquí». No lo están. Y, si el anfitrión te ve, la próxima vez tú tampoco estarás.
Imagina una mesa en la terraza del restaurante La Colombe d'Or, en Saint-Paul-de-Vence, uno de los favoritos de las celebrities y a un invitado que insiste en voz alta en pagar su parte. No seas esa persona. Nadie en el tramo impositivo más alto de la escala está buscando que se le reembolse lo que gasta en pasar un buen rato con amigos. Lo que está buscando es aprecio. Se puede expresar de muchas maneras que no implican el uso del Bizum... Uno de los gestos más amables lo tuvo el novio de una prima, un fotógrafo que se unió al grupo para unas vacaciones de seis estrellas en Rajastán: piensa en hoteles-palacio y un chef privado. No pagó nada de eso, ni se esperaba que lo hiciera. Unas semanas más tarde, cada uno de nosotros recibió un sobre con hermosas copias de retratos propios durante el viaje. Nos hizo sentir como si estuviéramos en una película de Wes Anderson.
Trasladar a un grupo de huéspedes de un punto a otro en temporada alta es trabajoso. No alteres el itinerario con la sugerencia de pasar por un puesto de helados para tu Instagram. Si deseas contribuir con una comida o salida fuera del plan, acláralo con tu anfitrión con antelación. Haz una reserva tú mismo y, esto es crucial, recoge la cuenta al final sin llamar la atención. Si fue tu sugerencia, tú pagas. Solo asegúrate de que puedes permitírtelo: la escena de verano más elegante a menudo se desarrolla en restaurantes de playa de aspecto engañosamente simple, pero que requieren nervios de acero o, al menos, una tarjeta de crédito platino. Aprendí esto en una travesía por las Baleares cuando organicé el almuerzo para el grupo en un estupendo restaurante en una playa de Formentera. Los invitados pueden presentarse en traje de baño, y la langosta y los calamares son espectaculares, pero el almuerzo superó rápidamente la cuota de mi hipoteca mensual, y eso antes de que alguien pidiera champán.
Así que trata de no perder de vista lo que tus amigos valoran de ti. ¿Es tu sentido del humor? ¿Tu capacidad para desactivar situaciones tensas? Sé divertido, amable y curioso y trata de no preocuparte por si puedes o no permitirte devolver la hospitalidad. Mejor aún, muestra tu aprecio por el añadido de vacaciones más in de este verano: el historiador o arqueólogo que los anfitriones traen con el chef para dar un toque extra a las visitas culturales.