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La insólita historia del bálsamo labial: ¿por qué nos pusimos sesos de ganso en los labios?

El origen de los 'cacaos'

La insólita historia del bálsamo labial: ¿por qué nos pusimos sesos de ganso en los labios?

Nuestro propio cerumen, sesos de animales, petróleo... Los remedios usados desde la Prehistoria para hidratar los labios son variados y chocantes. Hoy los 'cacaos' son un producto de gran consumo que mueve casi 2500 millones de euros.  

Viernes, 19 de Septiembre 2025, 13:18h

Tiempo de lectura: 2 min

Sesos de ganso y ciervo mezclados con plata y mirra, jengibre y miel sobre una base de cera y aceite de oliva. Esta receta de un ungüento para hidratar los labios aparece en el libro Los secretos del reverendo, escrito por el alquimista y médico italiano Alexis de Piamonte. Esta propuesta es del siglo XVI. Y es una de las muchas soluciones ideadas para proteger esa piel tan delicada. Las hay más antiguas.

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Un éxito. Trabajadoras de Morton Manufacturing en 1961 con ChapStick, la marca que dio nombre al bálsamo labial en Estados Unidos. 

«Probablemente nuestros antepasados prehistóricos experimentaron con grasas y aceites para proteger sus labios de la sequedad», dice Alicia Shult, experta en remedios antiguos. Esta investigadora lo deduce porque los pueblos neolíticos del Mediterráneo usaban cera de abeja para impermeabilizar su cerámica, luego ya conocían las propiedades selladoras de la cera. Algunos remedios posteriores han sido más extraños.

En 1833, la estadounidense Lydia Maria Child propuso que se utilizara el propio cerumen como bálsamo labial

En 1833, la norteamericana Lydia Maria Child —una relevante abolicionista y autora de libros de ficción y de textos con remedios domésticos— propuso el uso del propio cerumen como bálsamo labial. Su idea no prosperó.

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Por un tubo. En 1912, un farmacéutico tuvo la idea de introducir el ungüento para labios en tubos de latón. Catapultó el producto.

Lo que ha hecho del bálsamo labial un producto de consumo habitual y global es el formato de tubo. En 1869, Charles Brown Fleet, un farmacéutico de Lynchburg (Virginia, Estados Unidos),  experimentó con distintas fórmulas hasta dar con una pomada de color amarillento y textura de cera suave. En 1912, Fleet vendió su receta a su colega John Morton por cinco dólares.

Fue la mujer de Morton la que tuvo la idea de verter los ingredientes derretidos en tubos de latón para moldearlos en barras que se pudieran empujar hacia arriba a medida que se agotaba el producto. Desde la cocina de su casa, los Morton lanzaron ChapStick, una marca que da nombre genérico al bálsamo labial en Estados Unidos.

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Consejos domésticos. Lydia Maria Child, abolicionista americana, detalló en un libro de 1833 cómo hidratarse los labios. 

Hasta entonces, las fórmulas venían en bloques duros para impedir que el bálsamo se derritiera. La gente los llevaba envueltos en papel o en latas. Otros ungüentos en forma de puré se envasaban en tarritos y frascos.

La idea de los Morton revolucionó los bálsamos labiales, un producto que, según un estudio del Grand View Research, mueve casi 2500 millones de euros al año en el mundo. Ahora contienen vaselina, lanolina, manteca de cacao (de ahí que también se llame 'cacao' al bálsamo labial), aloe vera, filtros solares, color y saborizantes. Y han estado en el centro de sonadas polémicas: la vaselina es un producto derivado del petróleo y ha habido quienes han alertado del peligro para la salud de utilizarla; sin embargo, ha superado los filtros de las autoridades sanitarias y no se considera un producto tóxico.

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