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Reinfectados por COVID

Positivo... otra vez

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El número de reinfectados por Covid ha crecido de forma alarmante con la variante ómicron. Ya hay quienes la han pasado hasta tres veces y alguno, incluso cuatro. ¿Qué hay detrás de estos nuevos positivos? ¿Por qué son capaces de eludir las vacunas? ¿Son reinfecciones o simples recaídas? Hay muchas preguntas y no todas tienen respuesta...

Por Daniel Méndez / Fotografía: Carlos Carrión

Domingo, 23 de Enero 2022

Tiempo de lectura: 6 min

La sexta ola está siendo la de las reinfecciones. Los reinfectados han pasado de ser algo anecdótico a un fenómeno masivo: 20.890 casos registrados en España entre el 22 de diciembre y el 5 de enero, según el Instituto Carlos III. Hay quien lo ha pasado dos, tres veces… o hasta cuatro.

La Conselleria de Salut catalana, por ejemplo, ha contabilizado más de 300 reinfecciones e incluso a un paciente con cuatro contagios. Hasta hoy, apenas un 2 por ciento de los contagiados había pasado previamente la enfermedad. Pero con la llegada de ese gran contagiador llamado 'ómicron' el riesgo de reinfección se ha elevado 5,4 veces más que con la variante delta, según el Imperial College de Londres.

¿Pero son realmente reinfecciones o puede ser que el virus original permaneciera latente en algún reservorio del organismo del enfermo, como sucede, por ejemplo, con un herpes labial? Ante esa posibilidad, en España solo se consideran reinfecciones los contagios confirmados por PCR al menos 90 días después del anterior. En países como en Reino Unido amplían aún más el plazo: hasta 120 días.

Aunque hay muchas incógnitas sobre la reinfección, la tercera dosis aumenta la protección contra casos graves

Las cifras, en cualquier caso, deben tomarse con cautela. Los datos del Carlos III solo recogen las reinfecciones desde el pasado mayo. Y la secuenciación genómica, necesaria para confirmar que se trata de variantes diferentes, no siempre se realiza, con lo que muchas veces no sabemos qué cepa ha provocado el nuevo contagio.

¿Y puede ser grave? Puede. Sobre todo en casos de riesgo. Pero no es exclusivo. «La mayor parte de los que llegan a la UCI siguen siendo por la variante delta –explica Marcos López Hoyos, jefe del Servicio de Inmunología del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla y presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI)–. El problema con ómicron es que la cantidad de casos es tan alta que, incluso entre la población vacunada o reinfectada, la atención hospitalaria puede verse afectada, aunque la gravedad por reinfección parece ser menor».

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3 CONTAGIOS. BÁRBARA FRAGUAS / 45 AÑOS. «Yo lo he pasado tres veces. Una, en marzo de 2020; otra, en enero de 2021; y, la última, ahora en Navidad. Esta vez, además, he sufrido más síntomas. Un día y medio de dolor de cuerpo brutal, aunque sin fiebre».

La Evaluación Rápida de Riesgo –que publica el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias– reconoce que quedan muchas incógnitas sobre la gravedad de la reinfección.

Una de las grandes preguntas sigue siendo: ¿por qué ómicron sortea la protección vacunal? Tras superar una infección, nuestro cuerpo genera una inmunidad hacia el virus, o hacia esa variante concreta. Pues bien, esta protección ronda el 80 y el 85 por ciento durante los seis meses posteriores para variantes anteriores, como delta. Pero solo alcanza un 19 por ciento con ómicron, según el Imperial College.

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2 CONTAGIOS. GONZALO CRESPO / 25 AÑOS. «He dado positivo dos veces en test PCR. La primera, el verano pasado, pero sin síntomas. Y esta Navidad volví a dar positivo. Lo pasé mucho peor. Llegué casi a 40 de fiebre.  Al final, en casa nos hemos contagiado cuatro. Tengo la doble pauta vacunal y, en cuanto me den cita para la tercera, voy corriendo. Mi sensación es de que esto va a durar».

El virus burla a nuestros anticuerpos, en parte, porque en el curso de las mutaciones se ha modificado la llamada 'proteína S' –la que ataca nuestras células–, fundamental en la transmisibilidad del virus. Ómicron es la variante que más mutaciones presenta hasta hoy: unas 50. Y la mayoría no presentes en otras variantes. Es la que menos se parece al virus original que salió de Wuhan (base de todas las vacunas inoculadas) y los anticuerpos, por así decirlo, se despistan.

Por otro lado, ha transcurrido ya tiempo desde la inoculación de la vacuna, o desde un contagio previo. Quizá semanas o meses, y nuestros anticuerpos han perdido efectividad. Un cóctel del que deriva la explosión de contagios y reinfecciones de las últimas semanas.

'No podemos seguir con el mismo modelo de vacuna hasta el infinito. Ya se están investigando las llamadas 'vacunas pancoronavirus'', dice López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología

Las vacunas, en todo caso, han demostrado su efectividad. «Si no llegamos a estar vacunados, esto hubiese sido una escabechina –asegura el doctor Juan Carlos Horcajada, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital del Mar y presidente de la Societat Catalana de Malalties Infeccioses i Microbiologia Clínica–. Afortunadamente, las vacunas están funcionando como muro de contención». Haber pasado la enfermedad hace que, en principio, generemos anticuerpos contra esa variante. Si hemos pasado ómicron, digamos, estamos protegidos contra ella, pero no contra futuras variantes. ¿Significa esto que podemos estar reinfectándonos ad aeternum? En principio, no en plazos cortos: la inmunidad dura de tres a seis meses y, aunque no es total, dificulta el contagio por nuevas variantes.

Además, los anticuerpos no son la única manera de protegernos: también la denominada 'inmunidad celular'. Nuestro cuerpo dispone de una serie de células T que detectan la presencia del virus y pasan al ataque. También evitan sus consecuencias más severas. «La inmunidad celular es más difícil de medir, pero perdura más tiempo. Al final es la que hará que no haya que vacunarse tantas veces y alcancemos una inmunidad de grupo más sólida», explica el doctor Horcajada.

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2 CONTAGIOS. IGNACIO SALCEDO / 45 AÑOS. «Lo cogí por primera vez en junio de 2021, ya no sé ni qué ola era. Di positivo  en la prueba.  Estuve regular: 16 días con síntomas y otros 20 muy débil. Tuve dolor de cuerpo y espalda, diarreas… y una tos persistente  que me duró cinco días. La segunda vez ha sido muy diferente, casi ni me he enterado. Di positivo el jueves 30 de diciembre. Pero sin síntomas. Me tocaba ponerme la vacuna en febrero, pero voy a tener que esperar».

¿Significa esto que podremos prescindir de las vacunas de refuerzo? A corto plazo no parece que vaya a ser así. Entre otras cosas porque ya se está viendo que un tercer pinchazo eleva la protección ante reinfección del 20 por ciento a entre un 55 y un 80 por ciento.

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3 CONTAGIOS. MASSIMO CIROLLI / 43 AÑOS. «La primera vez fue en marzo de 2020, cuando todo estaba empezando. Luego, en septiembre, lo cogimos los cuatro en casa: mi pareja, yo y  mis dos hijos pequeños. Hasta mi cuñado, que estaba con nosotros. Y estas Navidades hemos vuelto a dar positivo mi pareja y yo en un test de antígenos hecho en casa. ¿Cómo nos hemos contagiado? No lo sé».

Además, mientras no esté vacunado el grueso de la población mundial, el virus tendrá altas probabilidades de mutar. «La lógica evolutiva nos lleva a pensar que las nuevas variantes serán tanto o más infectivas que la ómicron, aunque causarán una enfermedad menos grave. Y eso es justo lo que el virus necesita para propagarse –explica el doctor López Hoyos, presidente de la SEI–. No sabemos cuándo, pero se convertirá en una infección endémica. Como puede ser la gripe».

Entre tanto, las dosis de refuerzo seguirán, aunque López Hoyos es partidario de centrarse en la población vulnerable: «Quienes tengan una cierta inmunosupresión y no generen respuesta inmunitaria, o la gente mayor». También habría que cambiar el modelo de vacuna. «No podemos seguir con el mismo modelo hasta el infinito –advierte–. Ya se están investigando las llamadas 'vacunas pancoronavirus', que reaccionan frente a todo tipo de coronavirus».

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2 CONTAGIOS. YOLANDA SANJUAN / 57 AÑOS. «En mi trabajo estamos cayendo todas. Trabajo en un centro de discapacitados y estamos muy expuestos, porque allí es imposible que los internos lleven la mascarilla. No la aceptan… y son 120. La primera vez que me contagié fue el 7 de abril de 2020, ¡cuando lo gordo gordo! Lo pasé muy mal, con mucho miedo. Un cansancio extremo, fiebre, congestión, dolor de cabeza… Y psicológicamente me machacó mucho. El pasado 28 de diciembre volví a dar positivo, ¡parecía una inocentada!».

Son vacunas basadas en nanopartículas recubiertas de proteínas virales y ya han demostrado su eficacia en animales para proteger de distintas variantes de SARS-CoV-2, y de otros coronavirus previos con consecuencias letales como el SARS de 2002 o el MERS. Ya se están probando en personas, aunque su eficacia futura sigue siendo una incógnita. «Porque el virus tiene muchas estrategias para lograr su transmisión –cuenta Fernando González Candelas, catedrático de Genética de la Universidad de Valencia y responsable de la obtención de los primeros genomas completos del SARS-CoV2 en España– y es difícil anticiparse. El virus no atiende a nuestros deseos».