Elena y Beatriz Monje, farmacéuticas: «Retirar las partes verdes y arrancar los brotes de las patatas no está de más»

Lois Balado Tomé
Lois Balado LA VOZ DE LA SALUD

EL BOTIQUÍN

Las hermanas Elena (izquierda) y Beatriz (derecha) Monje García.

Las profesionales recuerdan que cualquier compuesto, de la burundanga al arsénico, pasando por la solanina presente en cualquier cocina, será beneficiosa o tóxica en función de la dosis

06 ene 2025 . Actualizado a las 17:01 h.

Hablemos de paracetamol o de ejercicio físico, el cuánto importa. Si te pasas con la dosis, el primero puede resultar letal y el segundo lesivo. Del remedio, se pasa al veneno; de la farmacología, a la toxicología. Lo saben bien Elena y Beatriz Monje. Ambas hermanas, ambas farmacéuticas. Cada una ha acabado por tomar caminos distintos. Elena, de cara al público, en la oficina de farmacia. Y más aún de cara al público en redes sociales desde @infarmarte donde acumula, entre Instagram y TikTok, más de un millón de clientes que buscan saciar su curiosidad. Beatriz, por su parte, ejerce desde el servicio de Farmacia Hospitalaria. Pero el aprendizaje de las dos confluye en La dosis hace al fármaco... o al veneno (Oberon, 2024), un libro atractivo, ilustrado por Juan Bermúdez, y adictivo. Para consumir de un tirón si quieren, porque aquí sí, la dosis no importa. 

—El título del libro no engaña a nadie. Es todo un repaso a sustancias que han sido venenos, pero también soluciones farmacológicas. ¿Somos conscientes de esa fina línea?

—Elena: Yo creo que la mayoría de la población no conoce esta doble vertiente de muchas sustancias, por eso es importante explicar que la dosis hace a todo tipo de fármacos. Desde los oncológicos a cualquier otro. Y si nos excedemos con las dosis, de la farmacología pasaremos a la toxicología, otra de las asignaturas que teníamos en la carrera. Todo está interrelacionado. Un fármaco no lo es solo por el principio activo que contenga, sino por la dosis. De ella dependerá que sea curativo o se convierta en un veneno.

—Beatriz: El título no es un invento nuestro. Fue el padre de la toxicología, Paracelso, el que dijo eso de que «todo es veneno y nada es veneno». Solo la dosis hace al veneno, esto ya viene del siglo XVI, no nos hemos inventado nada. A los que hemos hecho farmacia, esto nos lo enseñan en la primera clase. 

—Es curioso que, tras siglos de investigación y millones invertidos, si observamos nuestro catálogo farmacológico, la base sigan siendo plantas y minerales.

—Elena: Sí, también animales y hongos. Y la base no, podríamos decir que absolutamente todo. No podríamos haber conseguido los fármacos de hoy en día sin las piezas fundamentales que nos ha dado la naturaleza, porque todo de lo que disponemos viene de muchísimos años atrás. El desarrollo de la farmacología, por supuesto viene de la experimentación de aquellos curanderos de hace muchísimos años, de lo que veían que iba bien y mal, de lo que utilizaban y que, como te mataba, se descartaba. Así de claro. E iba de generación en generación.

—Beatriz: Es cierto que, a día de hoy, ya hay algunas cosas que se obtienen puramente a través de química sintética por un software informático. Ya cogen un receptor del cuerpo humano y diseñan una proteína específica para antagonizar ese receptor, pero si hablamos de un paracetamol o de una aspirina, casi todo viene de la naturaleza. 

—Hermanas y las dos farmacéuticas. En el caso de Elena, no renunciaste a estar detrás del mostrador pese a tu creciente influencia en redes e incluso te has formado para divulgar en salud más allá de tu carrera, ¿es habitual esto?

—Elena: Yo empecé a trabajar en las dos cosas de manera simultánea. En la oficina de farmacia y, a los dos meses, empecé el máster de administración de empresa dirigiéndome al márketing digital. No entiendo una profesión sin la otra. Lo que quiero es fomentar la educación sanitaria, algo que la población debería tener de base y que no nos enseñan. Ya no hablo de una farmacología básica, que no hace falta saberla. Pero diferenciar entre un comprimido y un sobre me parece algo esencial y que creo que no se sabe. Sí, se sabe que uno se diluye en agua y otro se traga, pero es que esa no es la diferencia fundamental. 

—Beatriz: Además, al yo también ser farmacéutica, también le comento casos que he visto en el hospital, a ver si le parecen curiosos para que los suba. Yo le doy miles de ideas, pero ella se queda con dos o tres.

—¿Por qué?

—Elena: Porque mi hermana es muy técnica. Ya ves como te ha descrito antes lo de los fármacos antagonistas. Es que no hay quien la entienda. Yo intento traducir todo a un lenguaje que a mí no me resulte extraño. Y mira que yo lo conozco, y podría llegar a pensar que todo se entiende perfectamente. Pero sé que no. 

—Beatriz trabaja en farmacia hospitalaria, elaborando además fármacos quimioterápicos que son algunos de los compuestos más caros de entre todos los que financia el sistema público. ¿Da más miedo que se caiga o estropee durante el proceso un fármaco millonario de estos o meter la pata en redes sociales y que venga la temida cancelación?

—Beatriz: Es que que se caiga algo así es algo relativamente habitual. No digo que pase a diario, pero piensa que elaboramos unas 20.000 bolsas al año. Que algo se estropee o se caiga, de vez en cuando pasa. Tenemos protocolos específicos implementados para que, si se te cae una terapia quimioterápica, que además son peligrosas, no pase nada. A mí, lo de la cancelación sí me da un miedo atroz y siempre se lo digo a mi hermana. Yo no podría hacer lo que hace ella, porque psicológicamente, todas esas opiniones me afectarían mogollón. 

—Elena: De hecho, uno de los capítulos del libro surge porque a mi hermana se le cayó una de las ampollas de trióxido de arsénico, que es un quimioterápico para el tratamiento de la leucemia promielocítica aguda. Se le cayó en el despacho. Sabemos que el arsénico es un veneno de los clásicos, de los muy utilizados en homicidios y suicidios. Por esto, me puse a investigar sobre él porque, al final, es que no caes en que es arsénico. Tirando del hilo hemos conseguido relacionar la época victoriana, con esos vestidos y pinturas de la pared verde, o El nombre de la rosa de Umberto Eco, con esa ampolla que se le cayó a mi hermana. Bueno, lo de la caída no lo contamos en el libro, pero sí a ti.

—Comienzan su libro hablando de las brujas en la edad media, que básicamente eran mujeres que experimentaban con plantas. Puede que una farmacéutica en el siglo XXI fuese una bruja hace unos cuantos siglos. Ya no te digo dos farmacéuticas...

—Elena: Si lo ves de esa manera, es así. Al final, ellas intentaban mitigar ese dolor que podían sentir, por ejemplo con la menstruación, que es una condición fisiológica de las mujeres. Como nadie se lo iba a investigar ni nadie iba a encontrar la planta adecuada para ese dolor, eran ellas las que lo tenían que buscar.

—Beatriz: Es que la mujer ha sido la que, tradicionalmente, se ha encargado de esa misión de recolectar plantas y otras actividades de este tipo. Las mayores asesinas por veneno han sido mujeres. Puede que haya sido una respuesta a la imposibilidad de imponernos mediante la violencia física, donde no podíamos competir, pero con el ingenio sí.

—En su libro cuentan cosas sorprendentes como que la burundanga, una droga usada para la sumisión química, está relacionada con fármacos tan aparentemente inocuos como la buscapina, común para tratar cólicos.

—Beatriz: La burundanga, que es escopolamina, se utilizaba hará una década en todos los hospitales porque sirve, por simplificarlo, para quitar las mucosidades. La gente, en paliativos, cuando está muriendo, tiene mucha mucosidad y se les da esta medicación para aumentar su confort. Y es curioso, porque cuando yo empecé a trabajar, la escopolamina estaba todo el rato en desabastecimiento, no conseguíamos hacernos con ella y, sin embargo, salía todo el rato en las noticias. Nos preguntábamos cómo era posible que constantemente estuviésemos escuchando hablar de sumisión química con burundanga y nosotros necesitándola para que los pacientes no se ahogasen y no la encontrábamos. La buscapina en concreto se utiliza porque produce una relajación de la musculación lisa y por eso viene también para los cólicos menstruales, reduciendo esas contracciones que te dan en la tripa. Está relacionado químicamente con la burundanga; aunque no es lo mismo, químicamente es muy parecido.

—Hablan también de la solanina, una sustancia presente en las patatas cuyos niveles suben cuando les aparecen con el tiempo los brotes. Con perdón a los pisos de estudiantes responsables, ¿son un peligro las alacenas de los universitarios?

—Elena: Dejamos claro que no son mortales, pero una buena diarrea o unos vómitos sí que pueden aparecer si las consumes. Creo que a día de hoy no hay nadie que no pele una patata, aunque sí que seguro está el que las echa al puchero estando verdes. Retirar las partes verdes y arrancar los brotes no está de más. Es que se ponen verdes por algo. Sucede como con las micotoxinas, si hay una pieza de fruta que tiene moho, lo mejor es que la tires. Es verdad que con esto me han caído muchísimas críticas, diciéndome que cómo se nota que no he vivido la posguerra. Bueno, pero es que ahora mismo no estamos en la posguerra y se sabe que estas micotoxinas producen daño a la larga si tienes por norma tomar este tipo de alimentos en mal estado. Es que ya saben de manera diferente si tocas una pieza con moho. Esto es la evolución misma, en el libro lo contamos; cuando alguien se tomaba un trozo de raíz que percibía más amargo, ya sabían que eso no se podía tomar. La evolución nos ha enseñado que cuando un sabor no nos gusta, no lo deberíamos de tomar. Y esto pasa también con las patatas, si están verdes pueden tener un contenido más alto de solanina. Que si te comes una es probable que no te pase nada y si la cocinas a 180 º tampoco, pero está bien saberlo y conocer los riesgos que suponen un buen atracón. No se trata de alarmar, sino de que no nos comamos cosas en mal estado sin necesidad.

—Cuentan que expresiones tan comunes como «que te den morcilla», «echar un polvo» o «no hay tutía» tienen su origen en la farmacología.

—Beatriz: Realmente es un poco al revés. Como la farmacia está en todos los sitios, la gente acaba hablando de lo que tiene a su alrededor. El lenguaje evoluciona con lo que hay cerca. «Que te den morcilla» viene porque antiguamente había perros rabiosos en las ciudades, a los que se envenenaba con estricnina. Se metía dentro de la carne para que los perros se la comiesen y muriesen. Obviamente, esto ahora está prohibido, pero era una práctica muy habitual en otras épocas.

—Elena: Y a las carnes de los perros, que estaban como apelmazadas, en forma de morcillas, pues se las llamaba así. Hoy ya no usamos ese término para eso, pero es que en la RAE sigue apareciendo esa acepción de morcilla como carne envenenada que se le da a los perros. Por eso ya cuando tienes a alguien hasta las narices, decían esa expresión de que te den morcilla. 

—Pero hay bastantes ejemplos de esto en el libro.

—Elena: Hemos tenido que buscar la información, no es que sea algo que sea vox populi. Hemos realizado un gran trabajo de investigación, porque todos hemos escuchado la expresión «dorar la píldora», por ejemplo, y es lógico pensar en que tenga que ver con algo de farmacia. Te pones a buscar y, efectivamente, te encuentras que antes los comprimidos sabían fatal, así que las doraban con azúcar y lo ponían al fuego para endulzar el sabor. Al final se ha acabado usando para que, cuando estás hablando con alguien, dejar claro que estás dándote cuenta de que te está endulzando el relato. 

—Otro ejemplo, el bótox, elaborado a partir de una bacteria que ha causado muchos muertos a lo largo de la historia a través de enfermedades como el botulismo. Creo que es una reflexión que ni siquiera nos hacemos si nos sometemos, pongamos, a un tratamiento estético con esta toxina.

—Beatriz: Es que es algo que siempre se dice. Quien te la inyecte, que deberían ser médicos, te explica en el consentimiento informado lo que te podría pasar si te sometes a un tratamiento con este medicamento. Y ya ni hablamos de que no debería aplicarlo un médico cualquiera; debería ser un médico especializado en este tipo de tratamiento. Pero el bótox es un medicamento que se utiliza para más cosas, no es exclusivamente para tratamientos estéticos. Es un medicamento para el bruxismo, para algún problema ocular o la migraña. Porque realmente lo que hace es paralizar el músculo. Se utiliza también para esclerosis múltiple cuando los pacientes tienen muchos dolores, por ejemplo. Es que si te digo que tiene más de veinte indicaciones, igual me quedo corta. 

—Hablan también de la relación que guarda el cianuro con la hipertensión. Cualquier pensaría que el cianuro no es bueno para la tensión ni para cualquier otra cosa.

—Elena: El cianuro es un grupo químico. Es carbono y nitrógeno juntos, y se encuentra en la naturaleza como muchas otras cosas, no solo como veneno. El cianuro, a muy bajas dosis, lo podemos encontrar en las semillas de las manzanas o en las almendras amargas. Se puede encontrar en la naturaleza a dosis bajas. Se hicieron estudios en este grupo químico y uno de ellos concluyó en un fármaco que se llama nitroprusiato sódico que se sigue utilizando a día de hoy en los hospitales para emergencias hipertensivas. No es que sea cianuro, pero dentro del grupo químico fármaco contiene un cianuro.

—Beatriz: Así es, la clave es que vasodilata las arterias porque libera óxido nítrico. Esto se descubrió realmente por la nitroglicerina, que también se usa cuando alguien sufre un infarto o una angina de pecho; las pastillas que te meten debajo de la lengua para que las arterias se abran y pueda llegar sangre al corazón y desaparezca el dolor, son de nitroglicerina.

—En esta relación de dosis, fármacos y venenos, también contáis que la Coca-Cola llevaba cocaína originalmente.

—Beatriz: Es que realmente la cocaína ahora se utiliza como droga de abuso, pero tradicionalmente, la hoja de coca se ha masticado para evitar el mal de altura en la montaña y que llegue de una mejor manera el oxígeno al cerebro. Se conocen desde hace mucho tiempo sus efectos. Entonces, un farmacéutico decidió hacer un elixir para que la gente estuviese activa. Era, en principio, un medicamento.

—Elena: Sí, se utilizaba como un medicamento para dolencia gastrointestinales, porque además de la cocaína llevaba nuez de cola, que se utiliza para aliviar molestias digestivas. De ahí su nombre: coca y cola. John Stith Pemberton, el creador, la empezó a comercializar en su farmacia. Esto es lo que pasaba antes, la gente se inventaba su fórmula y la vendía en sus farmacias. 

—Beatriz: La cosa es que gustó el sabor y derivó en un refresco. Es casi como si hubiera puesto de moda el Dalsy.

—Elena: Pero claro, al final la FDA tuvo que controlar esa parte de cocaína. Porque ahora la Coca-Cola puede enganchar por esa parte de azúcar que tiene y porque ya estamos acostumbrados a beberla, pero antes era por esa pequeña adicción que generaba la cocaína. Seguro sería a dosis muy bajas. Pero llevar, llevaba. 

—El otro día realizamos en nuestra redes una encuesta preguntando cuál era, según el criterio de la gente, el gran avance histórico de la medicina. Estaban los antibióticos, las gafas, los analgésicos o las vacunas. En el libro cuentan que la penicilina ha salvado 200 millones de vidas desde 1940 y, precisamente, los antibióticos fueron los ganadores de esta encuesta. ¿Os mojáis por algún candidato?

—Beatriz: Yo reconozco que a mí la anestesia me gusta mucho y creo que también ha salvado muchísimas vidas. Imagina un mundo sin quirófanos...

—Elena: Resulta que yo acabo de llegar de Edimburgo y precisamente el uso de cloroformo comenzó allí. Me resultó súper curioso entrar en la catedral de Saint Giles y ver que, en gigante, se lee «gracias a dios que James Young Simpson descubrió el cloroformo en 1847». Creo que es uno de los mayores avances, sin duda. No se podría dar a luz como damos hoy si a la gente no le pusiesen la anestesia. O las operaciones, que ya no estamos hablando de las intervenciones de anestesia general, es que si te partes una pierna... qué dolor tan horroroso.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
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A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.