Chequeos médicos según tu edad: dime cuántos años tienes y te diré qué prueba deberías hacer

ENFERMEDADES

Las revisiones médicas aumentan a partir de los 50.
Las revisiones médicas aumentan a partir de los 50. La Voz de la Salud | iStock

A partir de los 50, los cribados de cáncer de mama, colorrectal y de cérvix se suman a las revisiones rutinarias. Los exámenes integrales de salud permiten diagnosticar patologías silentes

01 jun 2022 . Actualizado a las 14:09 h.

Con cada vela que sumamos a la tarta de cumpleaños aumentan las revisiones médicas que debemos seguir. «Existen muchas enfermedades crónicas que, una vez presentes en un individuo, tienen un período subclínico largo en el que las manifestaciones están ausentes o son muy leves», indica el doctor Jesús Santianes Patiño, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, y coordinador nacional del Grupo de Trabajo de Cronicidad y Dependencia de Semergen. ¿Un ejemplo? Los problemas cardiovasculares. «Un paciente hipertenso puede convivir durante mucho tiempo con su enfermedad sin que esta ocasione síntomas. Pero si no somos capaces de detectarla, la primera manifestación podría ser un síndrome coronario, un accidente cerebrovascular o una enfermedad renal establecida», advierte el doctor. Precisamente, los exámenes integrales de salud han ido adquiriendo relevancia con el paso de los años porque permiten diagnosticar las dolencias silentes. 

Y como en todo, hay clasificaciones de chequeos al gusto del consumidor. Del más general al más concreto. La diferencia más notable se da entre las revisiones al uso y los cribados poblacionales, porque si bien su objetivo es el mismo, el procedimiento difiere en edad y pacientes. «Un chequeo es un reconocimiento médico al que sometemos a una persona que no presenta síntomas de ninguna enfermedad con la finalidad de la prevención y detección precoz», explica el miembro de la Semergen. Mientras que un cribado poblacional es una actividad preventiva que se aplica a todas las personas residentes en una comunidad de manera sistemática «para distinguir a las que probablemente estén sanas, de aquellas que probablemente estén enfermas», detalla el especialista.  Además, el reconocimiento médico es individual, mientras que el cribado, colectivo. 

Los programas de salud del Ministerio de Sanidad

Actualmente, el Ministerio de Sanidad tiene en su cartera seis cribados poblacionales programados desde el nacimiento de una persona. Su alerta llega mediante un SMS o una llamada, como si de un compromiso irrefutable se tratase. Para los adultos figura el cribado de cáncer de mama, el de cáncer colorrectal y el de cérvix. Por su parte, los más pequeños se someterán a la prueba neonatal de enfermedades endocrino-metabólicas, al cribado prenatal y al neonatal de hipoacusia. Estas patologías, y no otras, tienen un porqué para el Ministerio de Sanidad, que los incluye en su cartera siguiendo una serie de factores. La enfermedad debe ser un problema de salud y con la aplicación del programa se debe demostrar la reducción del riesgo de mortalidad o morbilidad. 

Tres de estas pruebas recuerdan a los adultos que los años no se cumplen en vano, pero no son las únicas. Se les deben sumar los chequeos rutinarios. Según el doctor Jesús Santianes, «estos incluyen de forma obligada una correcta historia clínica que refleje los antecedentes personales y familiares del paciente, la existencia de hábitos tóxicos, los factores de riesgo o la exposición laboral, así como los hábitos saludables», precisa. A mayores, el chequeo vendrá acompañado de una exploración física completa y, en ocasiones, «se ampliará con la realización de estudios dirigidos», indica el especialista. 

La lista continúa casi por sentidos. Revisiones bucales, de audición, oftalmológicas, control de lunares, pruebas de esfuerzo, de salud ginecológica o cardiovascular. Papel y boli para apuntar, ¿qué pruebas médicas debo hacerme según mi edad?

La década de los 20

Los veinte años comienzan con una analítica de sangre que incluya, al menos, los valores de glucosa, la creatinina (para evaluar la función renal), las defensas (leucocitos o glóbulo blancos), el colesterol y la cantidad de hemoglobina, para descartar así un caso de anemia. La periodicidad varía según el profesional, aunque la recomendación se unifica en «cada cuatro años», como máximo. 

En esta etapa, también se recomienda mantener una alerta ante el riesgo de contagio de una infección de transmisión sexual, pues según la OMS es el momento de mayor riesgo. En suma a lo anterior, se cita a las mujeres para el primer cribado poblacional como adultas: el cáncer de cérvix. A partir de los 25, se realiza una citología cervical cada tres años. Y así hasta los 34. En cuanto a la revisión ginecológica general, la doctora Raquel Oliva, especialista en ginecología oncológica, profesora de la Unidad de Oncología de la Universidad de Murcia y miembro de la unidad de Oncología Ginecológica del Hospital Clínica Universitario Virgen de la Arrixaca, aconseja que se realice anualmente. «En ella hacemos un control de riesgo metabólico, que consiste en pesar a la persona, tomarle las medidas de cintura abdominal y el índice de masa corporal. Después pasamos a la exploración del cuello del útero, recogemos la muestra del cribado, hacemos una ecografía vaginal para observar el útero y los ovarios, y también exploramos el pecho», explica la experta. 

Si bien la OMS recomienda estar atentos a la enfermedades de transmisión sexual en las edades más tempranas de la adultez, las pruebas para detectarlas no se hacen de forma rutinaria. «La mayoría de ETS no se detectan con una analítica de serología, que es lo que se haría en ese caso. Lo que tratamos de hacer es prevención, porque la mujer que tiene mayor riesgo de tener un embarazo no deseado entre los 20 y 24, también es la misma que tiene más probabilidad de contraer una ETS», detalla la doctora Oliva. 

Ahora, recomendación solo para deportistas. Si bien no es obligatoria, sí aconsejable. Una prueba de esfuerzo, conocida como ergometría, debería de hacerse cada dos años en los mayores de 16. Frecuencia que varía en la siguiente década. 

Las revisiones bucales también se incrementan desde los 20. El presidente del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de A Coruña, José María Suárez, señala que hasta la veintena «debemos estar preocupados por la aparición de caries. Y después, tendríamos que vigilar los problemas de la encía y del hueso que soportan los dientes. Hay una serie de enfermedades como son la osteoporosis, las enfermedades metabólicas, como es el estrés, que actuarán directamente empeorando nuestra salud oral», explica. ¿La frecuencia de la revisión? «Anual», detalla el odontólogo.  

Por su parte, el control de la vista se debe realizar bianualmente desde los tres años. La doctora Sandra Silva, especialista de oftalmología en el grupo HM Modelo, señala que a partir de la edad escolar «es importantísimo acudir a una revisión para graduar a los niños y comprobar que no tienen ninguna patología. Si existe una prescripción óptica, con la gafa lograremos corregirla para que sus ojos se desarrollen bien y lleguen a una edad adulta con una visión en estado óptimo», destaca, y añade: «Es triste ver a adolescentes que llegan con un ojo vago por no ser diagnosticados de un efecto retroactivo de hipermetropía, miopía o astigmatismo». 

La década de los 30

Durante esta etapa, las mujeres se encuentran con una nueva prueba para descartar el ya mencionado cáncer de cérvix. A partir de los 35 años, son citadas por el Ministerio de Sanidad para hacer la prueba del VPH (consulta aquí todo sobre el virus del papiloma humano) hasta los 65. Se hará cada cinco años en caso de resultado negativo, y si es positivo, se procederá a una confirmación mediante una citología, colposcopia o biopsia si fuese necesario. Si la citología da negativo, la prueba del VPH se repetirá pasado un año.

En el caso concreto de Galicia, el cribado del cáncer de cérvix se realiza a mujeres de entre 35 y 65 años, y después de un programa piloto en área sanitaria de Lugo, en el 2023 estará implantado en toda la comunidad. La prueba utilizada es un test de detección de infección por VPH-AH, que las mujeres pueden realizar en su casa o en el centro de salud correspondiente. En el caso de tener entre 61 y 65, este sí será obligatorio llevarlo a cabo siempre en el centro sanitario. El objetivo, al igual que los cribados de mama y colon, es la detección precoz del tumor y por lo tanto, un mejor pronóstico de la enfermedad. 

La piel puede alterarse a estas edades. De ahí que, a partir de los 30, se aconseje vigilar más de cerca las alteraciones cutáneas, con especial atención a los lunares. Especialmente, si cambian de forma o color.

 Aunque no existe un consenso claro, si practicas deporte de alta resistencia (maratones, triatlones o ciclismo, entre otros) la prueba de esfuerzo (ya recomendada a los 16) pasa a ser materia casi obligatoria a partir de los 35, con una frecuencia anual. Durante estos diez años, la frecuencia de analíticas se mantiene. Una cada dos o, como máximo, cuatro años. 

La década de los 40

Cada vez hay que vigilar más la salud. A las valoraciones de los 30, se añaden las analíticas de forma periódica: cada uno a dos años. Entre las mujeres se mantiene la prueba del VPH y a partir de los 45, se recomienda realizar una mamografía, aunque la prueba oficial orquestada por el Ministerio de Sanidad todavía no haya comenzado. A mayores, el doctor Santianes recomienda «hacer cribado de enfermedades cardiovasculares y metabólicas como la hipertensión, las dislipemias o la diabetes». 

La vista también pasa lista. La doctora y oftalmóloga, Sandra Silva, detalla: «A partir de los 40-45 años, comienza la presbicia, la vista cansada o la necesidad de una gafa de cerca para enfocar bien la lectura». Por lo que la revisión ya empieza a ser anual. 

Solo para fumadores. La persona se podría someter a un cribado de cáncer del pulmón si su médico lo considerase en base a dos factores. El número de paquetes acumulados y los antecedentes familiares. 

La década de los 50

Los 50 llegan, tanto para hombres como para mujeres, con un nuevo cribado poblacional, «pues la prevalencia oncológica aumenta», apunta el especialista de Semergen. A los 50 comienza la prueba de sangre oculta en heces, considerada la más eficaz para el diagnóstico precoz del cáncer de colon. Si el resultado es positivo, es turno del segundo paso: una colonoscopia. Y si es negativo, la prueba se tendría que repetir cada dos años hasta los 69. Aquí son susceptibles tanto hombres como mujeres. 

De igual forma ocurre con el cribado de cáncer de mama. Se realiza una mamografía cada 24 meses a mujeres con edades comprendidas entre los 50 y los 69 años. 

Para ambos sexos, en caso de ser fumadores, los expertos apuestan por el cribado de cáncer de pulmón. Pruebas que se suman al tren de las cultivadas desde los 20: analíticas y el test de VPH. Más revisiones. «El cribado de patología prostática se podría pedir a partir de los 50 o 55 años», indica Javier de la Fuente, presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna (Sogami), «será el médico de familia quien lo precise», detalla el experto. La dificultad, como siempre, reside en detectar a los pacientes asintomáticos, «ya que aquellos que tengan problemas con la micción o erección se deberían someter con mayor necesidad». 

Los 50 también marcan el comienzo para las revisiones de audición. El doctor Alejandro Martínez Morán, otorrinolaringólogo del hospital Quirónsalud, lo asegura: «Normalmente, decimos que la gente se empieza a dar cuenta de que pierde audición más o menos hacia los 55». Si el resultado ofrece una hipoacusia, «se debería acudir a revisión cada dos años». Por el contrario, si el chequeo auditivo no revierte «ninguna patología preocupante que exija un seguimiento, no haría falta que volviese hasta que vuelva a tener un síntoma», detalla el doctor Martínez Morán. 

Por regla general, el especialista señala que la mayoría de pacientes que llegan a consulta lo hacen «después de percibir que le cuesta entender lo que dice la gente en un entorno ruidoso. Me dicen: ‘Oigo un barullo', y ese barullo significa que han perdido los agudos y les distorsiona la frecuencia auditiva», explica el especialista. Si cuando quedas con tus amigos no logras entender lo que dicen, puedes necesitar un chequeo.

Y ojo (nunca mejor dicho) con la vista. La doctora Sandra Silva ofrece datos para corroborarlo: «Desde los 45-50 años, aumenta el riesgo de cataratas, glaucoma, retinopatía diabética o degeneración macular, entre otras. Y, por ejemplo, la catarata es la principal causa de ceguera reversible en el mundo, mientras que el glaucoma es la principal causa irreversible», detalla. La revisión anual se vuelve más importante, «ya no solo de la vista, sino también de la tensión», insiste la especialista, y añade: «El paciente no es consciente de que tiene la tensión alta, y eso va dañando el nervio óptico, hasta que al final termina causándole un daño sin vuelta atrás», concluye la doctora. 

A partir de los 60

Si bien el paciente ya se viene acostumbrando desde los 50 a una mayor periodicidad de las pruebas, se le añaden controles en los órganos de los sentidos. Los reconocimientos médicos pasan a ser cada año. Al igual que los controles oftalmológicos, bucales y de audición, que a partir del número seis no se deben dejar pasar. Las mujeres son citadas cada dos años hasta los 69 para acudir al cribado de cáncer de mama, y hasta los 65, para la prueba del cáncer de cérvix. La población de ambos sexos se someterá al test de sangre en heces hasta los 69, para poder detectar así el cáncer colorrectal. 

La importancia de las revisiones no debe hacer sombra a la vida saludable. «Independientemente de la edad es fundamental la promoción de buenos hábitos como una alimentación equilibrada, la práctica del ejercicio regular, el abandono del consumo de tóxicos, mantener la vacunación y procurar otros aspectos, como la salud bucodental», recuerda el doctor Jesús Santianes.

¿Hay una edad para cuidarse?

Todos los especialistas coinciden. Desde que nacemos, «la salud es una variable continua y conceptualmente podemos visualizarla como una balanza en la que todas las opciones saludables que tomemos van a acumularse en el platillo positivo, mientras que las nocivas lo harán en el negativo», comenta el miembro de la Semergen. 

La oftalmóloga del grupo HM Hospital, Sandra Silva, señala: «No hay una edad específica para cuidar la vista. Debe hacerse en todo momento. Pese a que cada vez el paciente está más concienciado con el cuidado de su visión, todavía vemos a diario a personas mayores que no han hecho una revisión oftalmológica en su vida», lo que considera un grave error. 

Lo mismo para la boca. «La madre tendría que cuidar la boca de su bebé desde el embarazo. Derivados de la alimentación que lleve, hay una serie de factores que determinan que se produzca una mejora en el proceso eruptivo de los dientes», señala el presidente del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de A Coruña, José María Suárez, que a su vez propone «hacer un estudio previo con los actuales sistemas de ecografía, para saber si ya hay una malformación dentoesquelética». Además, anima a desterrar una serie de costumbres. «Entre ellas, la de que una madre o padre chupe la tetina del biberón o chupete antes de dárselo a su hijo. Es tremendamente peligroso para el desarrollo de la boca del bebé, porque le pueden transmitir las bacterias que generarán  las enfermedades periodontales de un adulto», señala el especialista. 

Y ya como adultos, «tener bien la boca es un acontecimiento sanitario de primer orden», precisa el presidente del colegio de profesionales, e introduce tres razones. El sistema dentario participa en la digestión triturando más los alimentos y facilitando el trabajo al estómago y al intestino. «En segundo lugar, cualquier foco séptico que haya en la boca, podrá provocar endocarditis, problemas cerebrales, renales o hepáticos. Y por último, si perdemos los dientes, perdemos nuestra autoestima», concluye el odontólogo. 

¿Por qué tantas pruebas?

El doctor Javier de la Fuente, presidente de la Sociedad Gallega de Medicina Interna (Sogami), prefiere optar por contextos y razones que justifiquen los chequeos, en lugar de recurrir a clasificarlos según edades, especialmente entre personas jóvenes. «Las revisiones médicas pueden tener tres tipos de objetivos: promoción de la salud, detección de prácticas que pueden llevar a enfermar o detección precoz de enfermedades». En los dos últimos, «cuanto antes se encuentre el problema, antes se podrá solucionar», precisa el profesional. 

De la Fuente indica que en la mayoría de los casos, «los problemas de los jóvenes vendrán derivados de hábitos de vida o antecedentes familiares. Un ejemplo es el sedentarismo que se puede atacar de forma precoz», detalla. «Cuando una persona viene a realizarse un chequeo, consultamos sus hábitos de vida, higiénicos, dietéticos y fomentamos la actividad física de forma regular», explica el doctor. ¿La razón? «Evitar problemas en el futuro como el sobrepeso o la obesidad, que podrían acabar generando mayor riesgo de diabetes, de hipertensión arterial, de desarrollar una enfermedad vascular, arterial, problemas renales, e incluso, hay una teoría que relaciona la obesidad con el cáncer», explica el presidente de la Sogami. 

Otros de los perfiles que podrían ajustarse a un chequeo serían las personas que fuman, beben alcohol o consumen otro tipo de drogas de manera habitual. «Si una persona bebe o toma alcohol los fines de semana también conviene examinarlo y ver que no existen patologías. Este tipo de consumo puede ocasionar daños en el hígado, corazón o cerebro», señala. 

Si bien no es común que una persona de 20 años desarrolle un cáncer de pulmón a raíz del tabaco, «sí empezamos a verlos en sus 30 o 40», señala el doctor de la Fuente, y añade: «Cuando la persona lleva acumulados muchos paquetes al año, o si hay antecedentes, sin duda se tendrá que hacer un tac de bajas radiaciones o la prueba de placa de tórax», detalla.

Las historias clínicas familiares también tienen un gran peso para someter a una persona a ciertas pruebas. «Una de estas enfermedades hereditarias es el cáncer, aunque también existen otras que se han de revisar en torno a los 20 o 30 años», explica. «Y si no se ha realizado un estudio previo, sería el momento de plantearlo», puntualiza. 

El doctor también considera conveniente la prueba de esfuerzo físico, «sobre todo en personas que no han hecho deporte y comienzan a practicar uno de alta resistencia», y las correspondientes a enfermedades de transmisión sexual. «A una persona que tenga múltiples contactos sexuales hay que vigilarla, sobre todo si esto se hace en un contexto de consumo de alcohol y droga, cuando se baja el umbral de percepción del riesgo», destaca.

Por último, según el doctor Javier de la Fuente, son de especial importancia las revisiones ginecológicas: «Debemos recordar que una retirada de regla a finales de los 30, o a principios de los 40, no suele deberse a una menopausia. Sino a un fracaso ovárico precoz. Lo que interesaría vigilar porque a la larga podría tener problemas de osteoporosis», explica. De ahí que, un estudio hormonal resulte fundamental en esta situación.

La importancia de la salud mental

La salud mental no tiene edad. Nunca es demasiado tarde o demasiado pronto para acudir a terapia, al igual que tampoco lo sería para pedir ayuda a seres queridos y a profesionales. Será el experto quien determine cuánto, cómo y cuándo acudir a consulta. 

Cualquier persona se podría beneficiar de expresar todo aquello que le preocupa, pero la necesidad se hace latente cuando existe un problema que dificulta el día a día y puede desencadenar en un sufrimiento. Así, la psicoterapia se adapta a ti y a tus circunstancias.

Momentos en los que la ayuda podría ser necesaria

Una crisis personal, sin importar el qué la cause. Una ruptura, una muerte, un accidente de coche... Son momentos en los que una persona puede sentirse desbordada por sus emociones. 

El malestar es un obstáculo en tu día a día. Es posible que alguien conviva con sentimientos de apatía, desánimo, vacío o insatisfacción, con frecuentes cambios de humor e irritabilidad. 

La soledad. La ausencia de contacto con el resto, como seres sociales, puede derivar en tristeza, sentirse incomprendido o marginado.

Las conductas perjudiciales. Sobre todo, aquellas que hacen perder el control a la persona, que no logra salir de un bucle del que intenta escapar.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.