Secuenciamos nuestro ADN, ¿qué hemos descubierto?: «Se trata de genética recreativa, no clínica»

ENFERMEDADES

Poder conocer la ancestralidad de nuestros genes es una de las opciones que ofrecen este tipo de test.
Poder conocer la ancestralidad de nuestros genes es una de las opciones que ofrecen este tipo de test. Álex López-Benito

Multitud de laboratorios ofrecen a golpe de clic la posibilidad de secuenciar nuestro genoma para revelar datos sobre nuestra salud

29 jul 2023 . Actualizado a las 16:41 h.

En el año 2023, los análisis de sangre son una parte fundamental de nuestros reconocimientos médicos rutinarios. Todos los días, en todos los centros de salud de España, se forman colas de personas en ayunas que esperan a que el personal de enfermería extraiga una muestra de su sangre. Pero esto no siempre fue así. «Hace 50 años nadie se hacía un análisis de sangre, no era habitual. Ahora, es lo primero que haces. Llegará un día en el que el médico necesite saber qué tipo de fármacos te puede dar y cuáles no; cuáles funcionarán contigo. O saber qué causa está detrás de tu osteoporosis. Porque no siempre es la misma. Será una medicina a la que nosotros llamamos de precisión. Y ahí entra la genética», vaticina Gemma Marfany, catedrática de genética de la Universitat de Barcelona, matizando que se prefiere ese apellido —precisión— a la tan utilizada fórmula de «medicina personalizada».

Nada hay más preciso, nada hay más personalizado, que nuestro ADN. Cada uno tiene el suyo, completamente único. «No hay dos seres humanos que sean iguales. Incluso en los gemelos idénticos —univitelinos—, que son los seres más parecidos que puede haber entre sí dentro del planeta, se han encontrado pequeñas diferencias», detalla Manuel Pérez-Alonso, también catedrático de genética de la Universidad de Valencia. En busca de esa precisión, la genética crece de manera exponencial. Cualquiera, a golpe de click, puede ya acceder a una tecnología fascinante e inimaginable hace una década. El futuro, empieza a asomarse. Y será importantísimo entender sus beneficios, pero también sus riesgos.

Genética 'recreacional': lo que ya podemos hacer desde nuestra casa

Conocer, con una simple muestra de saliva, si nuestros antepasados llegaron a Europa desde el este de África hace 20.000 años o si lo hicieron desde el oeste hace 18.500 años es posible. También es posible saber qué cantidad —representado en un porcentaje— de nuestro material genético procede originalmente de la península ibérica o si, por contra, por nuestras venas corre sangre asiática, judía o típicamente cheroqui. Un par de vueltas con un algodón a las mucosas de nuestra boca y ya hay laboratorios dispuestos a elaborar un informe en el que se te diga qué porcentaje de probabilidades tienes de padecer alzhéimer o párkinson. Aunque todavía es una tecnología que podríamos considerar, la posibilidad de secuenciar nuestro ADN a través de internet ya es posible.  

Tenemos las tecnología, ¿pero tenemos el conocimiento para interpretarla? La genética es un campo complejo, aunque sea exclusivamente por una cuestión física. Un corazón, un hígado o un cerebro se pueden tocar y ver a simple vista; no pasa lo mismo con los genes. Lograr su secuenciación fue un éxito histórico en el 2003. Dos décadas después, ya podemos secuenciar nuestro ADN en una infinidad de laboratorios que nos dirán qué somos, de dónde venimos —a dónde vamos todavía queda para el campo de la filosofía— y qué peculiaridades esconde nuestro genoma. Pero hasta un punto; hay que ir con cuidado. 

Desde hace años, en Estados Unidos existen empresas que, con una muestra de saliva, secuencian el genoma de particulares. Una moda que también ha llegado a Europa. Y hemos querido probarlo. En Google, buscamos «test genético» sin saber muy bien ni siquiera a qué nos íbamos a someter y el primer resultado fue el de una empresa localizada en Valencia llamada TellmeGen. Decidimos pagar —89 euros por una muestra básica; 149 por los resultados completos— como cualquier otra persona, queríamos vivir la experiencia que tendría cualquier otro usuario, conocer las luces y las sombras —de haberlas— de este tipo de productos. Los resultados que obtendremos se exponen en la siguiente lista.

¿Qué ofrece el test genético que hemos comprado?

  • Conocer la predisposición genética a enfermedades (establece un porcentaje de riesgo basado en comparaciones con bancos de datos)
  • Compatibilidades farmacológicas (saber si los medicamentos nos hacen más o menos efecto)
  • Enfermedades hereditarias monogénicas (enfermedades mendelianas, claramente identificables)
  • Datos sobre 'wellness' (probabilidades basadas en comparaciones con bancos de datos)
  • Ancestralidad (conocer el origen geográfico de nuestra ascendencia genética)

Tras recoger una muestra saliva y enviarla, los resultados llegaron 20 días después.

Los resultados, ¿qué cosas hemos descubierto sobre nuestra salud?

Los resultados llegaron a nuestra bandeja de entrada del correo electrónico. Tras leer todas las conclusiones, nos pusimos en contacto con la empresa para que explicasen cómo logran dar la ingente cantidad de datos sobre salud que aportan en su informe final —y que se irá desgranando en las siguientes líneas—. Del mismo modo, contactamos con genetistas ajenos a esta compañía para recopilar más información y contrastar los datos. También para conocer las ramificaciones, beneficios y problemáticas que puede suponer para la población disponer de manera privada de un test genético que no se contempla en la sanidad pública.

A continuación se detallan los resultados (no todos han sido compartido debido a que se trata de información muy sensible), la metodología que se utiliza y las conclusiones.

Ancestralidad

Lo primero que consultamos fueron los datos de ancestralidad que desvelaron muchas curiosidades sobre la ascendencia genética. 

  1. Mis genes proceden en un 100 % de la región de Europa
  2. Se ha detectado material genético predominante de la Península Ibérica (78,7 %); también un 14,3 % de Europa del Este (en concreto de Hungría, Eslovenia y Eslovaquia); y un 7 % de ascendencia judía
  3. El linaje materno comenzó a migrar hace unos 20.000 años (haplogrupo H)
  4. El linaje paterno comenzó a migrar hace unos 18.500 años (haplogrupo R1B)
  5. Poseo un 2 % de ADN neandertal (un 0.6 % más que la media)

Ramón Catalá, médico traumatólogo y CEO de TellMeGen, atiende a nuestra petición de entrevista y es él mismo el que explica cómo los genetistas del laboratorio logran la obtención de estos resultados. «La parte de ancestralidad es muy sencilla. Se usan bases de datos públicas con datos de personas de las que sabemos que sus ancestros son, por ejemplo, romanos puros. Se forman unas bases de datos genéticas y, a partir de ahí, se compara cuánto te pareces a esas bases de datos», comenta recordando que «ellos no han inventado nada». Es cierto, siguen la misma metodología que sus predecesoras en Estados Unidos. 

«La parte de los haplogrupos y el ADN neandertal funciona de la misma manera. Se conocen perfectamente los linajes, de dónde vienen, y a partir de ahí se compara. Se lleva mucho tiempo secuenciando fósiles o restos. Nosotros no trabajamos directamente con ellos, se han realizado esas secuenciaciones, que son públicas, y a partir de ahí se obtiene la información», comenta Catalá. Esta es la parte más sencilla de este test.

Enfermedades monogénicas hereditarias

De entre los grandes misterios que encierra la genética, las enfermedades hereditarias monogénicas (también llamadas mendelianas) son el campo donde encontramos más certezas. Desempolvaremos brevemente sus apuntes de la biología. Estas enfermedades están causadas por la mutación o alteración en la secuencia de ADN de un solo gen. Pueden ser autosómicas recesivas o dominantes; pueden estar ligadas al cromosoma X o al Y. Pero muchas de ellas —que son las que nos ofrece este test— están bien identificadas y definidas, por lo que la presencia de determinada mutación puede significar la presencia de una enfermedad como la fibrosis quística o detectar un riesgo de que nuestros hijos la hereden. A todos los recién nacidos en España se les realiza una prueba para identificar posibles mutaciones —la famosa prueba del talón—. Esta parte de los resultados va en este línea.

Lo que nos ofrece este test es conocer si somos portadores de alguna variante en nuestro ADN relacionada con una enfermedad monogénica. «En la parte que es mendeliana, si tienes determinada mutación, sufrirás esta enfermedad. Hay una concordancia del 100 % entre el genotipo y el fenotipo. Si tú tienes la mutación, vas a sufrir la enfermedad», defiende Catalán, explicando que aquí no existe margen de error. 

En el apartado de buenas prácticas, debemos reconocer que este test en concreto hace una separación entre enfermedades monogénicas y la «predisposición genética a enfermedades», un apartado mucho menos preciso y en donde el ambiente —la epigenética— juega una parte importantísima a la hora de acabar desarrollando la enfermedad. Se destaca esto porque existen empresas que no hacen esta diferenciación, llevando a confusiones entre los clientes.

Predisposición genética a enfermedades

Aquí empiezan las curvas. Predecir si vamos a padecer enfermedades vasculares, pulmonares o neurológicas atendiendo solo a nuestros genes es, a día de hoy, imposible. La genetista de la UB Gemma Marfany compara la genética con una partida de cartas. «Tú puedes tener una buena mano. Dependiendo de cómo juegues, te será más fácil ganar o perder. Esto es lo mismo, la genética predispone a enfermedades. Tienes mejores o peores cartas para sufrir problemas, pero todo dependerá de cómo las juegues. Y ese 'depende' es el ambiente». Por ejemplo, una «baja probabilidad» de padecer cáncer de esófago no es un factor protector para poder fumarse una cajetilla de tabaco diaria.

Sin embargo, el test ofrece porcentajes de probabilidades ante 55 enfermedades. Desde varios tipos de cáncer a depresión, pasando por la psoriasis o la gota. Incluso aparecen patologías de causa desconocida como la esclerosis múltiple o la ELA. Entonces, ¿cómo lo hacen? Como explica el CEO de TellmeGen, en este apartado se usan ponderaciones obtenidas a base de comparar muchas muestras genéticas. 

Listado completo de las 55 enfermedades complejas sobre las que el test establece un porcentaje de riesgo (por orden alfabético): aneurisma de aorta abdominal, aneurisma intracraneal, artritis reumatoide, asma, carcinoma basocelular, cardiopatía coronaria, cataratas, cefaleas, cirrosis biliar primaria, colitis ulcerosa, cálculos biliares, cáncer colorrectal, cáncer de cavidad oral y orofaringe, cáncer de próstata, cáncer de pulmón, cáncer de páncreas, cáncer no medular de tiroides, cáncer testicular de células germinales, degeneración muscular asociada a la edad, depresión, dermatitis atópica, diabetes tipo 1, diabetes tipo 2, enfermedad arterial periférica, enfermedad de Alzheimer, enfermedad de Crohn, enfermedad de Graves, enfermedad de Parkinson, enfermedad renal crónica, EPOC, ELA, esclerosis múltiple, esquizofrenia, fibrilación auricular, glaucoma, glioblastoma, glioma, gota, hipertensión arterial, hipotiroidismo, infarto de miocardio, leucemia linfocítica crónica, lupus, melanoma maligno cutáneo, migrañas, narcolepsia, neoplasias mieloproliferativas, neuroblastoma, osteoartritis de rodilla, osteoporosis, psoriasis, síndrome de piernas inquietas, trastorno bipolar, trombosis venosa profunda, vitíligo. 

«En muchas enfermedades hay una parte genética y una parte ambiental. El alzhéimer y el párkinson son, en un 90 %, genéticas. Si tú tienes mutaciones de riesgo, tienes una alta probabilidad de padecerla, que es lo que le pasó a Chris Hemsworth hace nada. Pero la mayoría están en un riesgo de entre el 40 y el 60 %. Por ejemplo, en el infarto de miocardio hay 50-50. Hay un montón de enfermedades y resulta útil para el diagnóstico diferencial. Pero esto no es tajante, que exista un riesgo alto no quiere decir que vayas a sufrir la enfermedad. Simplemente que la barrita de la genética la tienes llena», aportan desde la compañía. 

Las probabilidades se presentan en una campana de Gauss. En este caso se muestra un riesgo ligeramente bajo de padecer gota en base al análisis de 22 regiones genéticas.
Las probabilidades se presentan en una campana de Gauss. En este caso se muestra un riesgo ligeramente bajo de padecer gota en base al análisis de 22 regiones genéticas. La Voz de la Salud

¿Pero debemos agobiarnos si obtenemos unos resultados de, por ejemplo, un riesgo por encima de la media de padecer ELA? Básicamente aquí estamos jugando a compararnos con los datos de miles personas que comparten genes con nosotros y que han padecido determinada enfermedad. Se estudia cuánto se parecen determinadas regiones de tu ADN a personas con estas patologías. Puede ser mayor o menor, pero correlación no implica causalidad. Aún dando por cierto que este riesgo es así, el porcentaje final omite el factor ambiental: cuánto te cuidas o a qué tóxicos te expones, una clave determinante en las enfermedades complejas. «El problema con las variantes de riesgo poligénico es que son probabilidades poblacionales. No siempre es tan fácil correlacionar el riesgo poblacional con el riesgo individual. Situamos a alguien en una posición en base a dos biogenes, pero no es una certeza; es una probabilidad. Hay muchas otras cosas. Es interesante, sí. ¿debe agobiarnos? Ni hablar», detalla Marfany. Explica la catedrática que marcadores de riesgos poligénicos sí se están utilizando en la actualidad en especialidades como oncología para poder prever la efectividad de un tratamiento, pero se trata de estudios genéticos clínicos, diferentes a los que nos podemos realizar en internet. «Esto no es diagnóstico clínico, es diagnóstico recreacional; es ciencia recreacional. Tú luego puedes ir al médico, pero el médico no sabrá qué hacer con esto», advierte, difiriendo sobre la utilidad de estas pruebas para un diagnóstico diferencial.

En cualquier caso, cabe destacar que la web de esta compañía de análisis genéticos ofrece bibliografía sobre por qué relacionan cada gen con cada enfermedad y advierten en todo momento que es imposible concluir que se vaya a padecer una enfermedad compleja únicamente con unos resultados genéticos.

 Wellness y rasgos personales

Esta es una de las partes más divertidas de este test genético que revela aspectos realmente curiosos. ¿Qué probabilidades tenemos de desarrollar calvicie?, ¿estamos predispuestos a ser altos o bajos?, ¿cuánto debería tender a durar nuestro sueño?, ¿qué capacidad olfativa tenemos?, ¿tenemos el reflejo del estornudo fótico —estornudamos con el sol o no—?, ¿tendemos genéticamente a comer en exceso? Todos estos resultados funcionan de una manera similar a los que se muestran en las enfermedades complejas: se cogen nuestros genes y se comparan con enormes bases de datos. 

«Se realiza lo que se conoce como genome-wide association. Son estudios en los que se selecciona a, por ejemplo, 500.000 personas, y se secuencia su información genética. A partir de ahí se van sacando datos. Tienes un montón de personas que tienen los ojos azules, otro montón con los ojos verdes y otro montón con ojos marrones. Desde ahí estableces unos algoritmos para extraer los datos. Hay diferentes tipos de secuenciación. El 99 % del ADN, que son tres mil millones de pares de base, es el mismo en todas las personas. Lo que nosotros hacemos es mirar los que son diferentes, cientos de miles de mutaciones que luego imputamos», explica Ramón Catalá.

Estas empresas analizan las mutaciones que están relacionadas con determinados rasgos para concluir cuánto nos parecemos a las personas que las tienen todas. «Establecemos probabilidades. Si tienes todas estas mutaciones que se han asociado a ojos azules, tendrás los ojos azules; pero si en vez de tener las ocho mutaciones, tienes solos seis, probablemente tendrás los ojos azules, aunque también puedes tenerlos marrones. Para el color de ojos son ocho, pero es que para la diabetes mellitus tipo 2 a lo mejor hablamos de 3.000 mutaciones». Del mismo modo funcionan los rasgos personales. 

Farmacogenética

«Es un hecho conocido que las distintas personas respondemos de forma diferente a los fármacos y que eso depende de la genética. Es lo que se conoce como fármacogenética. Esto no se cuestiona, por mucho que no se está incorporando con la rapidez que debiera al sistema nacional de salud», asegura el catedrático de la Universidad de Valencia Manuel Pérez-Alonso. Pero hay tela que cortar.

Los resultados del test que hemos realizado nos muestran nuestra capacidad de metabolizar un enorme listado de fármacos. Los datos se presentan en tres columnas: en la primera, aparece el nombre del fármaco; en la segunda, su acción farmacológica; en la tercera, los resultados personales. 

Muestra de nuestra compatibilidad farmacológica ante ciertos antitrombóticos, anestésticos generales, antipsicóticos y antidepresivos.
Muestra de nuestra compatibilidad farmacológica ante ciertos antitrombóticos, anestésticos generales, antipsicóticos y antidepresivos. La Voz de la Salud

Así, nos encontramos principios activos de todo tipo: anestésicos como el alfentanilo, para el que presentamos una «respuesta analgésica disminuida»; fármacos para la deshabituación tabáquica como el bupropion, que nos promete una «respuesta probablemente más eficaz en la deshabituación tabáquica»; o antineoplásicos para varios tipos de cáncer. En total, se presenta un listado de 196 moléculas y nuestra forma de enfrentarnos a sus efectos. La pregunta es, ¿cómo lo logran?

«Aquí no hablamos de probabilidades. Cuando consumes un fármaco, pasa por unas determinadas enzimas en el hígado. Según sus características, puedes metabolizar más rápido o más lento un medicamento. Si metabolizas muy rápido, necesitas más dosis; y al contrario, si metabolizas muy lento necesitas menos dosis para que no se acumule y produzca efectos secundarios. Eso es exactamente lo que miramos», comenta el responsable de la empresa. Pero hay más: «Luego están los fármacos de nueva generación, los anticuerpos monoclonales van contra genes específicos y dianas específicas. ¿Tú tienes esa mutación? Te va a hacer efecto el fármaco; si no, no».

Ahora bien, estos resultados no pueden ser tomados para ampliar o disminuir alegremente las dosis recetadas por los profesionales sanitarios. Un riesgo en el que alguien podría incurrir interpretando estos resultados por su cuenta y riesgo. Por ejemplo, si en la parte de predisposición genética a enfermedades complejas obtuviésemos un riesgo alto de trombosis venosa profunda y en la de farmacogenética una respuesta disminuida a la warfarina, podría parecer lógico aumentarse la dosis. No debe hacerse, por muchas razones, como por ejemplo que, de nuevo, no se tiene en cuenta el ambiente. Es decir, si nuestro hígado padeciese algún tipo de problema, esa respuesta sería diferente por muy buen material genético que tuviésemos de partida —¿recuerdan que la genética es una partida de cartas?—. El propio Catalá, jefe de TellmeGen, desaconseja de forma tajante tratar de gestionar nuestra pauta farmacológica en base a los resultados de su prueba: «Si tú tienes una cirrosis hepática, por muy buenas enzimas que puedas tener, nunca vas a metabolizar bien».

Igual de tajante se muestra Gemma Marfany ante cualquier idea de cambiar las dosis, y se refiere precisamente al ejemplo de la warfarina. «Lo han intentado. Sí, se podría hacer, pero el médico querrá continuamente, cada semana, ver a ese paciente porque es que se la estará jugando. Si te doy de más, te va a desangrar; si te doy poco, vas a continuar teniendo trombos. Los médicos utilizan sus criterios y sus marcadores clínicos. ¿Que a ti te puede servir para saber que la aspirina te va a ir fatal? Sí, porque se trata de un fármaco que se vende sin receta y, a lo mejor, te dicen que no te conviene porque tienes unas variantes que te pueden resultar especialmente tóxicas. Pero lo que es clínico va por otra vía. Esto es recreacional, es divertido, y para algunas cosas no digo que no sirva, como saber que eres un metabolizador muy rápido de cierto medicamento. Pero es que por ejemplo, el pomelo, que mucha gente lo desayuna en zumos por la mañana, es un inhibidor muy potente de algunas de las enzimas hepáticas. Puedes creerte que puedes tomar más dosis porque eres un gran metabolizador, pero resulta que cada mañana te tomas un vaso de zumo de pomelo que te hace ya no ser un metabolizador rápido», desvela la genetista, que hace entender la importancia de no tomar decisiones sobre nuestra salud sin el visto bueno de un médico. 

¿Qué opinan los genetistas de este tipo de test?

Existe discusión en la comunidad sobre la conveniencia o no de realizarse este tipo de test sin validez clínica. ¿Aporta beneficios o, por el contrario, es una fuente de posibles problemas? Como es lógico, esto no se trata más que de un test genético sin ninguna validez clínica ni jurídica —no nos servirá como prueba en ningún juicio—. Por sí misma, no es buena ni mala. Pero hay ciertos elementos que se deben tener muy claros en caso de que realizarnos este tipo de test.

Puntos polémicos

  • Gestión de datos personales
  • Falta de conocimiento de la sociedad
  • Eurocentrismo

«Se trata de una opción personal. La comunidad científica está muy dividida, hay algunos científicos que se oponen y lo consideran una mala praxis. Yo no me opongo, pero tampoco puedo llegar a recomendarlo. No lo veo mal, pero depende de las circunstancias. Hay personas más preparadas para entender un test de este estilo y otras menos. Lo que siempre recomiendo, que es la praxis habitual, es que una persona no se enfrente en solitario a estos resultados, sino que recurra a un profesional de la salud para interpretarlo. La lectura de un informe de este estilo no es trivial y no se hace en cinco minutos», opina Manuel.

Mundo aparte es la gestión de los datos personales. Una problemática que se da en Estados Unidos y ante la que en Europa estamos más protegidos, como destaca Gemma Marfany. «No es que esté en contra, pero no soy partidaria de lo que están haciendo muchas empresas americanas. A partir de que envíes tu muestra, ese ADN es suyo, forma parte de su banco de datos y pueden comerciar con él o hacer lo que quieran. Estás dando muchísima información y con esos datos personales y genéticos comercian. En Europa, en donde estas empresas también han salido como setas, lo veo distinto. Aquí hay una directiva de protección de datos muy estricta; no van a comercializar con tu ADN ni con tus datos. Si es por curiosidad, no tengo nada en contra; pagas por un servicio recreacional y sacias tu curiosidad. Pero a menos que no me digan que soy portador de fibrosis quística o de cualquier otra enfermedad mendeliana, no voy a hacer mucha cosa con esos resultados. Si tengo un 2 % de neandertal o un 3 %, tanto me da», reflexiona: «El problema es cuando esto se ofrece a un precio muy barato porque eres tú el producto». Otra de las críticas que expone la genetista de la universidad catalana es que es habitual en otras compañías que se mezclen los resultados de enfermedades mendelianas —certezas— con las enfermedades complejas —asociaciones puramente estadísticas— llevando a confusión. 

Del mismo modo y, como pasa en casi todo, la genética es eurocentrista. Los modelos estudiados históricamente han sido occidentales y se ha asumido que representaban a toda la humanidad. «Todas estas asociaciones se han hecho básicamente con personas de origen europeo. No sirven para todos. Pero el problema no es únicamente que no te puedan aportar nada, sino que te pueden decir todo lo contrario. Se están aplicando a gente de origen distinto: asiáticos, africanos. En Estados Unidos tienen problemas con los afroamericanos, no les sirven estos valores de riesgo poligénico. La asociación que se ha hecho con genomas es con orígenes europeos», subraya Marfany.

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.