Juan Domínguez-Bendala, investigador: «En el 2000, parecía que con células madre íbamos a curar todas las enfermedades, desde la alopecia hasta la diabetes»

ENFERMEDADES

Afincado en Miami desde el 2000, donde trabaja investigando con este tipo de terapias, abrió el Congreso de la FSED dedicado a la diabetes, que se celebra en A Coruña hasta el viernes
24 abr 2025 . Actualizado a las 17:33 h.En base a las previsiones de crecimiento epidemiológicas en una población con cada vez peores hábitos de vida; o en base a cómo se dispara la prevalencia de otras patologías —enfermedad renal crónica o insuficiencia cardíaca, por poner dos ejemplos— en pacientes que la padecen, dicen los expertos que se habla muy poco de diabetes. Tal vez sea porque la conocemos desde siempre, o eso creemos; tal vez sea por la complejidad de sus mecanismos que la hacen mucho menos manejable para nuestros esquemas mentales que el relato épico que acompaña al cáncer, por poner un ejemplo. «Efectivamente, no es una enfermedad tan... ¿cómo sería el adjetivo? No es tan sexy, de alguna manera, como el cáncer, por ejemplo, que es una cosa que rápidamente le ponemos una cara. La diabetes parece quedarse en el ''cuídate, come menos, haz ejercicio''», comenta Juan Domínguez-Bendala, biólogo molecular e investigador en el Diabetes Research Institute de Miami, ciudad a la que se mudó ahora hace 25 años. Llegó allí para investigar en células madre y hoy persigue la ciencia detrás de una posible regeneración de las células beta en el páncreas —encargadas de gestionar nuestra insulina— a través de esta terapia. Sus hallazgos fascinaron a los presentes en la charla conferencia inaugural del XXXVI Congreso Nacional de la Fundación Sociedad Española Diabetes (FSED), que se celebra hasta el viernes en A Coruña.
—Llegó a Miami en el año 2000, cuando surgió el bum de los tratamientos con células madre. Se depositaron muchas expectativas sobre ellas, quizás irreales.
—Para que te hagas una idea, yo hice mi doctorado en el Instituto Roslin de la Universidad de Edimburgo. Lo hice con la gente que clonó a la oveja Dolly. En aquel momento, la clonación terapéutica iba a ser la madre de las terapias personalizadas. Íbamos a crear células madre con clonación terapéutica en cada paciente. Íbamos a curar todas las enfermedades, desde la alopecia hasta la diabetes. Luego se vio, obviamente, como bien dijiste, que las expectativas a veces son desmesuradas. Desde un punto de vista práctico, la perspectiva de tener que clonar a cada individuo para sacar células madre, diferenciarlas y volver a trasplantar para que no existiese rechazo, era completamente inviable. Después, a mediados de los dos mil, vino Shinya Yamanaka, un premio Nobel que definió la manera de reprogramar células; de la piel, de la sangre o de cualquier parte. Logró hacer que volvieran hacia atrás en el tiempo, de manera que funcionasen como células madre embrionarias del propio donante. Ya no había necesidad de la clonación. Todo un área de investigación que se suponía que iba a ser enorme desapareció porque se descubrió otra manera mucho más sencilla de hacer las cosas que, además, no implicaba ninguna traba ética.
—¿Y este caer del guindo con la clonación se puede trasladar a lo sucedido en la investigación con células madre?
—Es el mismo concepto. Yo vine a Miami después de que mi grupo de trabajo en Escocia fuese de los primeros en usar células madre embrionarias humanas. Es que se aislaron por primera vez en el año 98 y yo fui a Miami en el año 2000. Diría que fui el primero que las llevó al estado de Florida. Tanta era la fiebre que había en aquel momento que, justo cuando yo llegué, George W. Bush anunció que se pondrían trabas a la financiación federal de proyectos salvo en aquellas líneas celulares que se hubieran derivado hasta ese momento. Yo era un recién llegado, pero como era el único que sabía de células madre en aquel momento, me tiraron a la prensa, a la CNN, en directo. Estaba hablando el presidente en directo y a mí me tenían escuchando. Y, rápidamente, me preguntaron ¿y qué piensa usted del tema? Es un ejemplo de la vorágine que se creó. Todas las instituciones empezaron a crear comités de ética para supervisar el trabajo con células madre. Se creó un congreso gigante, que es el World Stem Cell Summit, que todos los años se reunía para ver las implicaciones éticas, legales y demás.
—No digo que no esté bien anticiparse, pero todo esto, entiendo, sin que nadie supiese mucho de nada.
—Había muchos tipos de células madre, venían en muchos sabores diferentes. Las células madre embrionarias eran las más potentes, pero también se podían sacar mesenquimales, que todo el mundo creía mucho más accesibles; que se sacaban de los dientes, de la piel, de la grasa, y todo el mundo probaba con todo. En el campo de la diabetes, que es el que más conozco, yo llegué a Miami con la idea de íbamos a curar la diabetes sobre la marcha. Que simplemente se trataba de diferenciar las células madre y convertirlas en células beta. De hecho, poco después de llegar, hubo un artículo de Ron McKay, un señor en el NIH, que ya la había curado. Sacó un artículo diciendo habían diferenciado estas células, las habían convertido en islotes y que ya estaba. Pero lo que él no sabía es que estas células que estaban diferenciando eran neuronas que, por algún motivo, producían insulina. Es un ejemplo de cómo ha sido todo este proceso, casi como el salvaje oeste, tirándonos a 20.000 líneas de investigación a ver cuál se pegaba en la pared, creyendo que iba a ser mucho más fácil, y, en realidad, llevó más de quince años averiguar las condiciones de diferenciación de células madre embrionarias a células productoras de insulina. En el camino se han quedado un montón de cosas. Las células mesenquimales son buenas para las articulaciones, para huesos, para otras cosas, pero no van a dar lugar a células beta que produzcan insulina, porque están hechas de un material diferente, básicamente.
—Es decir, que estos veinte años han sido invertidos en desbrozar el terreno.
—Claro, exactamente. En inglés, la palabra investigación es research. Research se divide en dos, re-search. Se trata de buscar de nuevo. Buscas, no funciona, lo echas a un lado, y vas podando, vas desbrozando. A día de hoy, está muy claro, ya sabemos las líneas celulares que nos van a ayudar, las células madre pluripotentes, y lo que yo considero que es el siguiente paso: la regeneración. Aprovechar la capacidad que tiene el cuerpo de regenerar el propio órgano, pero acelerarla de una manera controlada.
—Por lo que sale publicado y por sus propias investigaciones sobre regeneración en el páncreas, no quiero pronunciar la palabra cura, pero sí da la sensación de que se está rondando algo importante en diabetes.
—A mí también me lo parece. Y lo digo desde la posición de alguien que vive esto desde dentro. Pero es que nos hemos pillado los dedos tantas veces en el pasado... Procuro evitarlo, pero la pregunta que siempre me hacen es, ¿y cuándo la curación? Hace quince o veinte años, estábamos diciendo que dentro de diez; luego, fue dentro de veinte. Creo que hemos llegado a una masa crítica de conocimiento en el campo de la inmunología y también en el campo de la regeneración que me permite ser optimista. Creo que vamos a ver algo dentro de muy poco. Y te voy a comentar cómo veo los próximos años.
—Adelante. Tiene toda mi atención.
—Hoy, aquí, di una mala noticia: que los ensayos clínicos de Vértex con un dispositivo inmunoaislante no han funcionado. Esto implica que van a tener que volver a hacerlo con inmunosupresión, lo cual no es ideal. Pero aún así, esto abre la posibilidad de hacer trasplantes de islotes a millones de personas, algo que antes no se podía porque dependíamos de órganos de un donante. Hemos hecho 72 trasplantes en los últimos 10 años, pero con las células madre embrionarias tenemos la capacidad de trasplantar a todos los pacientes. Esa es la teoría. Creo que la búsqueda de un dispositivo de este tipo va a continuar, y que, de aquí a cinco o diez años, porque los ensayos clínicos ya se están haciendo, veremos quizás no una cura, pero terapias que se parezcan mucho.

—Habla de dispositivos, de terapias que se asemejen a una vida sin diabetes, ¿pero cómo serían exactamente?
—Imagínate que diseñamos un dispositivo que se implante debajo de la piel. Y que durante cuatro meses ese dispositivo, que tiene células madre diferenciadas hacia células beta en su interior, está funcionando, y te olvidas de la insulina durante cuatro meses. Todos estos pacientes que están aquí firmarían ahora mismo esto. Olvidarse de las inyecciones durante cuatro meses. Y, si pasado ese tiempo tiene que volver a ponerse otro parche debajo de la piel, genial. Esto no es una cura, pero va a tender el puente a un escenario cercano. Si conseguimos dominar la capacidad que tiene el cuerpo de regenerar el páncreas y acelerarla, porque no sucede de manera rápida, ya estamos hablando de algo que se asemeja mucho más a una cura. Quizás mi opinión no sea muy popular, porque los pacientes o los organismos que nos financian quieren ver una curación para la diabetes, obviamente, pero creo que cuando llegue la cura, no va a ser una gran noticia o de mucho impacto. Porque ya habremos tenido tantos avances terapéuticos hasta ese momento... De hecho, ya hay uno, el anti-CD3, el Tzield que se aprobó en Estados Unidos este año pasado y que ya retrasa la aparición de la diabetes en personas predispuestas durante dos años. Si sigue habiendo avances de este tipo, si a una persona con predisposición la podemos controlar y que nunca aparezca la diabetes, o que sea manejable con un trasplante y te olvides durante meses, quizá el día que consigamos la cura no sea tan gran noticia.
—Muchos profesionales tienen la sensación de que no se habla lo suficiente de diabetes. Es verdad que compite informativamente con, quizás, enfermedades con relatos mucho más épicos. ¿Comparte que se habla poco de ella teniendo en cuenta también las previsiones de crecimiento de la enfermedad, sobre todo del tipo II?
—Pero es que sucede que la gente no sabe la distinción entre la diabetes de tipo 1 y la diabetes de tipo 2. Obviamente, afecta mucho menos la diabetes de tipo 1; tenemos un paciente de diabetes de tipo 1 por cada nueve de tipo 2. Pero estamos ante enfermedades diferentes casi por completo. Hablamos de gente que necesita la insulina para sobrevivir y hay un gran desconocimiento sobre este tema. Está eso de que es «una enfermedad crónica», que «nadie se muere de diabetes». Bueno, cuando eres el padre de un chico con diabetes de tipo 1 y te tienes que ir a dormir sabiendo que tu hijo puede sufrir una hipoglucemia y que, a lo mejor, no se despierta... Pues ahí te lo regalo. Es una enfermedad sobre la que hay muchísimo desconocimiento
—Esta regeneración, ¿tiene alguna posible y potencial en la aplicación en la diabetes tipo 2?
—Definitivamente. Aunque lo que haya motivado esta investigación es la diabetes de tipo 1, porque es una enfermedad mucho más urgente en el sentido de que tienes que intervenir. Porque aunque tengas insulina, esto no quita que existan las complicaciones en el largo plazo. Generalmente, lo que la gente piensa es que la diabetes de tipo 2 es una enfermedad de resistencia a la insulina, no una enfermedad del páncreas. Y cada vez hay más evidencia de que no es así, sino que el páncreas, sobre todo si no te cuidas bien la diabetes de tipo 2, también deja de producir insulina. Por tanto, todas estas líneas de medicina regenerativa también son aplicable a la diabetes de tipo 2. Tanto es así que muchos pacientes insulino-dependientes con diabetes de tipo 2 quizás puedan ser candidatos a probar estas terapias antes que los de tipo 1 por la sencilla razón de que en ellos no hay el componente de autoinmunidad.