Sin capacidad para disfrutar: cómo saber si tienes depresión y cómo ayudar a alguien que la sufre
SALUD MENTAL
Cuando alguien está padeciendo esta enfermedad, no solo está triste o abatido, ni padece un bajón puntual en el estado de ánimo
13 jun 2024 . Actualizado a las 10:28 h.Cuando un ser querido sufre depresión, se le suelen decir frases como «no tienes motivos para estar así», «pero si todo te va bien», «lo que tienes que hacer es salir más», «debes conocer gente», «podría ser peor», «ya se te pasará». Se hace de manera inconsciente, y seguramente, con la mejor de las intenciones. Pero son un error y no ayudan a la persona que lo está pasando mal. Cuando alguien está sufriendo esta enfermedad, no solo está triste o abatido, ni padece un bajón puntual en el estado de ánimo. El síndrome depresivo implica unas complicaciones psicológicas más complejas, y no debe trivializarse ni culpabilizar a quien la esté sufriendo. Comprender lo que le está pasando a esa persona ayudará a que esta se sienta apoyada en su proceso de recuperación.
¿Cuáles son los síntomas de una depresión?
La guía de práctica clínica sobre el manejo de la depresión en adultos del Ministerio de Sanidad define la depresión como un conjunto de síntomas de predominio afectivo, aunque también pueden presentarse de tipo cognitivo, volitivo y somático. Así, hablaríamos de una afectación global tanto psíquica como física, haciendo énfasis en la esfera afectiva. El doctor Víctor Pérez, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) explica que «para poder identificarla, la persona tiene que sufrir tristeza y llanto, o bien lo que llamamos anhedonia, es decir, incapacidad para disfrutar con lo que antes sí nos provocaba placer». Aparte de estas dos señales que incluso pueden darse conjuntamente, existiría otro tipo de sintomatología como la falta de concentración, la ansiedad, insomnio o alteraciones del sueño, sensación de cansancio o de falta de energía, cambios en el apetito o en el peso, ideas de culpa o de autoestima baja, falta de esperanza en el futuro y pensamientos de muerte o suicidio. «Aquellas personas que tienen este cuadro de forma mantenida y les produce una discapacidad funcional durante más de dos semanas, se puede diagnosticar como depresión», añade el psiquiatra.
La doctora Isabel Cuéllar, miembro de la Asociación Española de Psicología Clínica y Psicopatología (AEPCP) precisa que «una depresión no es solo estar triste porque hay penas que alivian o incluso que curan, como por ejemplo un duelo». Cuando se pierde a alguien ese dolor puede ser curativo, en el sentido de que te ayuda a asimilar esa pérdida. Por lo tanto, cuando nos referimos a este tipo de dolencia «hablamos de un síndrome, un conjunto de síntomas que son persistentes, duraderos y que acaban suponiendo un problema para la persona».
En un episodio depresivo, el afectado experimenta dificultades considerables en el día a día, en su manejo personal, social, familiar o educativo. Este puede clasificarse como leve, moderado o grave, teniendo en cuenta el número de síntomas que se padecen y su intensidad. Puede presentarse a cualquier edad, pero su mayor prevalencia se establece entre los 15 y los 45 años.
Aunque los síntomas de la depresión son apreciables a la hora de hacer un diagnóstico, en ocasiones resulta difícil diferenciarla de otras enfermedades psicopatológicas. Por ejemplo, es frecuente su asociación con trastornos de la conducta alimentaria y de la personalidad, y resulta común entre personas que sufren una enfermedad física crónica, ya que esta última puede agravar la depresión y a la inversa.
Síntomas de una depresión:
- Tristeza y llanto
- Incapacidad para disfrutar con lo que antes sí provocaba placer (anhedonia)
- Ansiedad
- Falta de concentración
- Insomnio o dificultad para conciliar el sueño
- Falta de energía y cansancio
- Cambios en el apetito, a menudo con aumento o pérdida de peso
- Ideas de culpa
- Falta de esperanza en el futuro
- Pensamientos de muerte o suicidio
¿Existen posibles causas de una depresión?
En lo que se refiere a problemas de salud mental, es difícil hablar de unas causas específicas. El síndrome depresivo es fruto de interacciones complejas entre agentes sociales, psicológicos y biológicos. «Es mejor hablar de factores predisponentes, precipitantes o mantenedores, porque nos permite tener una panorámica más completa», expone Cuéllar. Los predisponentes serían aquellos que no te causan una depresión pero sí te hacen más vulnerable a poder experimentarla. Entre ellos se encontrarían eventos adversos en la infancia o la adolescencia, como abusos, malos tratos, o haber experimentado la pérdida temprana de un progenitor. «Sabemos que hay una serie de agentes que tienen que ver con la genética y la predisposición familiar, ya que en torno a un 25 % de por qué alguien se deprime tiene que ver con estas dos variables», expresa Pérez.
Entre los elementos precipitantes, la psicóloga Cuéllar enumera cambios vitales, la pérdida de una persona o de algo que resultaba importante, o una enfermedad. Los mantenedores, como el aislamiento social o tener una actitud pesimista sobre el mundo, pueden provocar que la depresión perdure en el tiempo.
Además, el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica afirma que no se trata de una enfermedad crónica, pero sí recurrente: «Solo un 25 % de los enfermos tiene un episodio único, porque si tienes uno, hay un 50 % de probabilidades de sufrir un segundo, y si padeciste dos, hay un 70 % de probabilidad de que también exista un tercero».
De esta manera, también deben mencionarse los factores protectores. Es decir, aquellos que evitan que tú puedas desarrollar una depresión, o que en el caso de que la sufras, que esta pueda mejorar. Aquí se encontrarían el apoyo social, tanto personal como profesional, y los posibles tratamientos, como las intervenciones.
- Factores predisponentes: no causan una depresión, pero sí hacen que una persona sea más vulnerable a poder experimentarla. Algunos ejemplos son los eventos adversos en la infancia o adolescencia, así como sufrir la pérdida temprana de un progenitor.
- Factores precipitantes: los cambios vitales, la pérdida de una persona o algo que resultaba importante, o una enfermedad.
- Factores mantenedores: provocan que la depresión perdure más en el tiempo. Pueden ser el aislamiento social, o tener una actitud pesimista ante la vida.
- Factores protectores: evitan que se pueda desarrollar una depresión, o en el caso de que sufra, que esta pueda mejorar. Entre ellos, el apoyo social y posibles tratamientos.
¿Cómo se puede curar?
En palabras de Víctor Pérez, en un 80 % de los casos el diagnóstico lo realiza el médico de cabecera, y existen dos vías eficaces de tratamiento: la farmacológica y la psicoterapia. Esta última, «si está bien hecha por gente preparada es igual de efectiva que los antidepresivos, que en su mayoría también son recetados en atención primaria». Isabel Cuéllar apunta que a veces son opciones paralelas y se elige entre una y otra, pero también pueden ser complementarias. Si se opta por fármacos los más utilizados son los antidepresivos. Unos medicamentos que funcionan incrementando la actividad y el nivel de ciertas sustancias químicas del cerebro denominadas neurotransmisores, que ayudan a mejorar el estado de ánimo.
¿Cuáles serían las diferencias entre ellas? Pérez apunta a que los recursos de psicoterapia en la red pública son escasos, por lo que esta «se suele reservar para aquellos casos graves o en los que no se responde a un tratamiento inicial». Por su parte, Cuéllar añade que «ambas son eficaces en el sentido de que permiten mejorar los síntomas, pero a largo plazo las intervenciones psicológicas son más recomendables porque existen menos probabilidades de una recaída, y a corto son más seguras al producir menos efectos secundarios».
La mujeres tienen el doble de probabilidad de sufrirla
La sintomatología depresiva presenta grandes diferencias por sexo. Así, existe prácticamente el doble de prevalencia entre las mujeres, con un 16,3 %, que en los hombres, con 8,9 %. ¿Por qué? La respuesta es compleja. «Hay mucha controversia sobre el asunto», comenta Cuéllar, y añade que «actualmente no se encuentra ningún factor biológico que explique totalmente esta diferencia en el sentido de que no hay ninguna zona del cerebro ni un factor hormonal claramente establecido con eso, los más estudiados y que sí se conocen son los psicosociales, es decir, las mujeres sufren más elementos estresantes». Un ejemplo sería la conciliación familiar y laboral y estar expuestas a más situaciones traumáticas, como la posible depresión posparto.
Además, Pérez apunta a otro problema que suele afectar más a la población masculina: «Nos suele costar más ir a explicar a la gente problemas emocionales y también solemos recurrir más a la automedicación con alcohol». El consumo de este tipo de bebidas puede parecer que mejora el estado de ánimo a corto plazo, pero acaba por aumentar los síntomas de la depresión y ansiedad. En el caso de mezclarlo con antidepresivos, los efectos secundarios pueden empeorar, ya que podrán verse afectadas las habilidades motoras, la coordinación, el tiempo de reacción, o provocar sedación y somnolencia.
¿Esta diferencia sería menor si los varones solicitaran más ayuda? El presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica cree que sí: «Con el paso del tiempo los hombres hemos conseguido que nos cueste menos hablar de las emociones».
¿Cómo puedo ayudar a un ser querido que sufre depresión?
Es una pregunta que se suelen realizar mucho aquellas personas que conviven con una persona que sufre este tipo de problema de salud mental. El papel del entorno resulta crucial, ya que puede aportar apoyo emocional y ayuda en el proceso, aunque también puede actuar como una barrera al tratamiento cuando a la persona con trastorno depresivo le resulta difícil comunicar sus sentimientos y síntomas. «Yo sería partidario, más que de decir lo que hay que hacer, recomendar lo que no se debe hacer, porque muchas veces las familias y amigos intentan animar a esos enfermos pensando que es una cuestión de ofrecer actividades y eso las personas que padecen depresión lo llevan fatal», apunta el psiquiatra.
Típicas frases como «lo que tienes que hacer es salir más», «debes conocer gente», «no tienes motivos para estar así», «pero si todo te va bien» o «ya se te pasará», provocan que la persona que sufre trastorno depresivo sienta culpabilidad por lo que le pasa, porque no tienen capacidad de encontrarse mejor. «Se debe escuchar más y aconsejar menos», puntualiza Cuéllar. «Entender que estar deprimido no es un capricho ni un signo de debilidad y preguntar cómo le podemos ayudar», añade.
«La mayoría de los enfermos depresivos, una vez que están bien y les preguntas qué es lo que más te ha dolido, la respuesta es que la familia los intentara motivar cuando ellos no podían, porque es como si a un sordo te empeñas en ponerle música porque la Novena Sinfonía de Beethoven es fantástica... no tienen capacidad para disfrutar», explica Pérez.
Qué no debes decir a una persona que sufre depresión, y por qué:
«Anímate», «disfruta de la vida»: si alguien no puede levantarse por un problema físico, no le dices que se incorpore. De igual forma, una persona no decide sentirse «feliz» o «infeliz», o dejar de disfrutar de las cosas.
«No tienes motivos para estar así», «pero si todo te va bien»: existen factores predisponentes a sufrir una depresión, pero es una enfermedad que puede acabar padeciendo cualquiera. Independientemente de quien sea o de su situación económica.
«No es para tanto»: determinados problemas pueden resultar insignificantes para otros, pero insuperables para alguien con depresión. De hecho, puede que esa misma persona hubiera reaccionado de otra forma al mismo problema antes de sufrir síndrome depresivo.
«Todos tenemos problemas»: este tipo de comentarios aumentarán su culpa y sentirá que se está intentando minimizar su dolor.
«Ya se te pasará»: con esta frase se pretende dar una visión optimista, pero no es real. Una persona con depresión se siente superada por el presente y con falta de esperanza sobre el futuro. Sí, es posible superarlo, pero recibiendo el tratamiento adecuado.
Combatir el estigma
El estigma que existe alrededor de la salud mental supone una de las barreras más fuertes de este tipo de patologías. «Hablar de problemas de salud mental es la mejor forma para combatirlo», afirma la psicóloga Cuéllar. Paradójicamente, la crisis sanitaria que vivimos ha ayudado a poner el foco sobre ella. «La pandemia ha puesto la salud mental en el centro del interés, ya que por desgracia siempre pasa lo mismo, cuando tenemos sensación de fragilidad nos suelen interesar más este tipo de problemas de salud», declara Pérez, y lamenta que «ahora somos conscientes de que lo que viene por delante es una ola como las del covid, pero de enfermedades que se relacionan con el estrés como es la depresión, la ansiedad, las conductas suicidas y el consumo de alcohol».
Tal como apunta el psiquiatra, cabe subrayar que la depresión es uno de los factores más asociados a la conducta suicida. Según la guía de práctica clínica del Ministerio de Sanidad, se estima que el riesgo de suicidio es cuatro veces mayor en las personas con síndrome depresivo en comparación con la población en general, y se multiplica por veinte en el caso de que la depresión que se sufra sea grave. Algunos factores que se han asociado con un riesgo de conductas suicidas entre personas diagnosticadas son la presencia de desesperanza y trastornos como la ansiedad, el abuso de alcohol y drogas, historia familiar de trastorno mental, sufrir niveles graves de depresión, el trastorno límite de personalidad y niveles altos de impulsividad o agresividad.
¿Cómo combatir este estigma que existe alrededor del síndrome depresivo? Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), está demostrado que los programas de prevención acaban reduciendo el impacto de la depresión. Entre las estrategias comunitarias eficaces nos encontramos con programas escolares que promuevan un modelo de afrontamiento positivo tanto en niños como en adolescentes. Además, las intervenciones dirigidas a los padres de niños con problemas de conducta pueden acabar reduciendo los síntomas depresivos de progenitores y mejorar los resultados de sus hijos. De esta forma, la psicóloga Cuellar remarca la importancia de «poner el foco en los institutos y escuelas con un abordaje de cuidado de salud mental en estos entornos, hablando de conflictos y gestión emocional, y esto es algo que lamentablemente, se hace poco».