Suicidio y enfermedad mental: tiene solución y tiene alivio

Álvaro Moleón LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

En el 2021 hubo 4.003 muertes por suicidio en España, un 1,6 % más que en el 2020.
En el 2021 hubo 4.003 muertes por suicidio en España, un 1,6 % más que en el 2020. La Voz de la Salud | iStock

El psiquiatra Álvaro Moleón, que ha recibido por segundo año consecutivo el premio Doctoralia al mejor en su especialidad, explica las señales de riesgo suicida y cómo actuar

07 mar 2023 . Actualizado a las 17:05 h.

El suicidio es un problema cada vez más alarmante en nuestro país. Ahora mismo, triplica las muertes por accidentes de tráfico y, según el INE, hemos superado la barrera de los 4.000 suicidios, algo que no ocurría desde el año 1906. Por si fuera poco, el número real de suicidios podría incluso ser mayor, ya que siempre son más de los que se cuentan. Un accidente de tráfico no se cuenta como suicidio, pero puede serlo. Se trata de una pandemia de la salud mental a la que no se le está dando su debida importancia y es necesario que empecemos a tomar consciencia de esto.

El contexto del que venimos, de la pandemia, ha sido una paliza para la salud mental y ha hecho que hayan implosionado muchas mentes durante los últimos años. A todo esto tenemos que sumar la incertidumbre actual, económica, la guerra en Ucrania... Algo que ha afectado, sobre todo, a la población infantojuvenil, en la que sigue aumentando año a año de manera muy llamativa el número de suicidios. Hace unos años, ver un intento de suicidio en un chaval de 12, 15 o 20 años era algo totalmente extraño y ahora mismo es algo muy frecuente. Por eso, es fundamental entender que el suicidio es una decisión permanente. La enfermedad mental tiene solución y tiene alivio.

Suicidio y trastornos mentales

Se ha visto que el 70 % de los suicidios están vinculados a un trastorno mental. Entre los más frecuentemente asociados al suicidio está la depresión mayor, pero también hay otros problemas como el trastorno bipolar, la esquizofrenia, o el trastorno límite de la personalidad. El padecimiento de uno de estos trastornos, sobre todo cuando la evolución psicopatológica es negativa, incrementa mucho el riesgo de suicidio. Si se sufre un trastorno de salud mental, se puede incrementar hasta veinte veces el riesgo que podría tener una persona estándar que no tenga ningún tipo de patología.

Sin embargo, también hay personas que, sin sufrir ningún tipo de enfermedad, simplemente por vivir una situación de desesperanza o desilusión, también decidan acabar con su vida. Son pacientes que nunca han estado diagnosticados de un trastorno psiquiátrico, y es posible que sus familiares ni siquiera sepan o vean que tenga ideas de suicidio.

Suicidio en población mayor

La población geriátrica es una de las de mayor riesgo. De hecho, uno de los perfiles suicidas más claros es el del viudo con más de 70 años. El motivo por el que las personas mayores son uno de los colectivos más vinculados a las conductas suicidas tiene mucho que ver con los sentimientos de soledad y abandono, y con el sentimiento de haber ya cumplido con todos los objetivos de la vida. Muchas veces, está presente también el sentimiento de carga con respecto a la familia. Cuando te sientes una carga para tus seres queridos, tus hijos o tus nietos, ese sentimiento hace que quieras acabar con tu vida de forma inminente.

Cómo empieza el suicidio

Cuando una persona empieza a estar en riesgo, suele iniciarse con fantasías sobre la muerte. Esos pensamientos del tipo: «Para vivir así, es mejor no vivir», «La vida no tiene sentido», «Si me pasara algo, a nadie le importaría», «Mis seres queridos estarían mejor sin mí». Todas esas fantasías sobre la muerte, forman parte del primer paso en el suicidio. Por lo tanto, cuando esto empieza a aparecer, hay que alarmarse.

Después, si eso se convierte en una estructuración de un acto suicida, como puede ser el pensar, por ejemplo, que voy a coger muchos comprimidos de un fármaco y los voy a ingerir cuando esté solo en casa, o pensar en la precipitación desde una ventana, o el ahorcamiento, esto quiere decir que se ha incrementado mucho el riesgo suicida.

Cuando esas dos señales empiezan a aparecer, lo que hay que hacer es acudir de forma urgente a un servicio de psiquiatría para que un profesional facultativo valore el caso y ponga un tratamiento, normalmente multidisciplinar, en el que tanto psiquiatras como psicólogos clínicos y enfermeros tienen su peso. De ser necesario, el profesional podrá decidir el ingreso a una unidad psiquiátrica.

Señales de alerta

Hay ciertos comportamientos que uno no puede obviar. Por ejemplo, si una persona empieza a hacer regalos, obsequios inesperados, sin estar vinculado a cumpleaños o fechas. Sobre todo, si se trata de regalos costosos y sentimentales, que sepas que tiene mucho valor para la persona que lo hace. También hay que prestar atención a comentarios de alarma en las redes sociales o, por ejemplo, si ves que en Google la persona ha buscado formas de quitarse la vida, o cómo acabar con tu vida, son signos de máxima alarma. Estas son cosas que tienen que hacerte poner toda la artillería para terminar con eso, porque el riesgo de suicidio aquí puede ser muy alto.

¿Qué hacer si alguien cercano tiene riesgo suicida?

En primer lugar, deberíamos de hablar con la persona, decirle que la vemos mal, que no tenga tabúes, que hable con nosotros si algo le pasa. Hay una cosa que muchas veces obviamos, y es preguntarle a la otra persona cómo está. A veces algo tan simple como eso puede proporcionar alivio. Entonces, podemos comenzar por hacerle algunas preguntas, sobre todo si sabemos que está atravesando un momento difícil.

Si la persona ya está en tratamiento, es importante custodiar la medicación. En algunos casos, será necesario supervisar a la persona las 24 horas del día durante cierta cantidad de días o semanas. Debemos asegurarnos de que esta supervisión sea siempre un acompañamiento y nunca un control ejercido sobre la persona, ya que eso podría aumentar aún más su malestar.

Tratamientos para el riesgo suicida

El suicidio tiene una connotación de medida o decisión permanente para un problema que, muchas veces, es temporal. De modo que debemos recordar que al final siempre hay una salida, hay que recapacitar y buscarla, siempre hay profesionales dispuestos a ayudar. Aunque estemos en déficit, en los servicios públicos hay un psiquiatra que nos va a atender aunque no tengamos medios económicos.

Teléfono de ayuda ante el suicidio, disponible siete días a la semana durante las 24 horas:

717 003 717

Aquí tiene mucha importancia una serie de medicamentos que pueden disminuir ese riesgo. Los antidepresivos, como las benzodiazepinas, son útiles cuando hay mucha angustia. Muchas veces, esa angustia, en una persona que está ya con muchos pensamientos suicidas, es la que le hace decidir acabar con su vida. También contamos con fármacos de nuevo lanzamiento, como la esketamina intranasal, que ha salido al mercado en el último tiempo en España para el tratamiento de la ideación suicida. Son fármacos que se ha visto en base a evidencia científica que reducen de forma significativa el riesgo. Cuando aparecen esos síntomas, hay que abordarlos de forma interdisciplinar, pero decidida, poniendo el tratamiento que sea necesario de manera oportuna.

Las terapias conductuales en el paciente suicida son fundamentales. En el suicidio, el rol de la psicología es muy importante, pues te hace ver, desde una perspectiva cognitiva conductual, que tienes el pensamiento deformado por la idea del acto suicida. La terapia te ayuda a disponer de recursos conductuales para intentar perder esa idea de acabar con tu vida. Allí tiene mucha importancia ocupar la mente con algún tipo de actividad que te ayude a no estar pensando en ello.

El hecho de incrementar el ejercicio físico también tiene gran importancia para la liberación de endorfinas para reducir ese sufrimiento y mejorar la salud mental. Hablar de suicidio se ha visto que puede reducir el riesgo suicida. No es malo hablar de suicidio, de hecho, no debería ser un tema tabú. Debería normalizarse, porque muchas veces por esa vía los pacientes se desahogan y se relaja esa angustia que puede precipitarlo.

Otras medidas conductuales importantes son el intentar socializar, aunque no tengas ganas, y, si es viable, tener contactos pasionales con una pareja. Porque no todo es medicación o terapia. El tener una alimentación adecuada también ayuda. Y es clave tener unos hábitos de sueño correctos, ya que el no descansar y el insomnio incrementan el riesgo suicida.

En casos en los que el riesgo sea inminente y las medicaciones no funcionaran, habría que pasar probablemente a técnicas avanzadas de estimulación cerebral como la terapia electroconvulsiva o la estimulación magnética transcraneal. Específicamente, la terapia electroconvulsiva es la que tiene más evidencia a favor para la reducción del riesgo autolítico. Estas técnicas efectúan un cambio en la plasticidad cerebral, en el funcionamiento de los circuitos neuronales que están vinculados a los trastornos mentales, con la idea de que se vaya mitigando y reduciendo esa angustia, esa desesperanza, esa desilusión, que es un síntoma muy típico del paciente suicida. De este modo, se disminuyen esas rumiaciones que la persona tiene sobre acabar con su vida o poner fin a un sufrimiento, así vuelve otra vez a anclar la mente a las ganas de vivir.

Álvaro Moleón (Sevilla, 1991) es psiquiatra en el Hospital Universitario Virgen del Rocío, Coordinador de la Unidad de Estimulación Cerebral del Instituto Andaluz de Salud Cerebral y autor del libro Suicidio, una cuestión multidisciplinar. En el 2023 el experto ha recibido el premio Doctoralia Awards al mejor de España en su especialidad por segundo año consecutivo.