
No existe ningún trastorno llamado «mitomanía» en el DSM-5, pero sí existen varios trastornos que incluyen la mentira usada de manera patológica como síntoma de un problema
13 may 2025 . Actualizado a las 17:38 h.«Tengo que admitir varias cosas», arrancaba diciendo Frank Cuesta en su vídeo colgado en YouTube Disculpas a Chi y comunicado que está revolucionando internet y en el que admite, entre otras cosas, que ni es veterinario, ni es herpetólogo, que no padece cáncer —sino una mielodisplasia— o que todos los animales de su «santuario» han sido comprados y que nunca ha rescatado a ninguno. Una declaración de calibre pesado para quién fue una de las caras más reconocibles de la supuesta defensa de los animales en televisión con su programa Frank de la Jungla, estrenado en el año 2010. Cuesta justifica este giro de guion en base a un supuesto «grave problema que tengo de mitomanía y ego», que habrían provocado que durante todos estos años haya sido «un personaje que, poco a poco, se le ha ido de las manos». ¿Pero a qué se refiere Frank Cuesta cuando habla de 'mitomanía'?, ¿se trata de una entidad clínica propia?
Si bien, tirando del DSM-5, manual de referencia de la psiquiatría, no existe un trastorno mental categorizado como 'mitomanía', sí se trata de un término que se ha utilizado de manera coloquial para englobar trastornos donde el uso de la mentira aparece de manera patológica. Tampoco es que sea muy precisa la descripción que hace Cuesta de su pretendido diagnóstico, ya que además de hablar de una supuesta 'mitomanía', dice padecer un problema de 'ego'. Los problemas de ego, de una forma tan abstracta, tampoco conforman ningún tipo de entidad clínica según el manual psiquiátrico, donde no aparece ninguna etiqueta que se caracterice por, literalmente, problemas de ego.
El vídeo, colgado esta mañana, sufrió un nuevo giro de guion durante la tarde. Desde su canal de YouTube, Cuesta dio una nueva vuelta de tuerca a su versión de la mañana, argumentando que el vídeo era un comunicado guionizado. Asegura estar sufiendo una campaña de acoso para «destrozarle como persona y como profesional». «Yo hoy he puesto un vídeo de un guion que se me mandó. Esta mañana han corroborado que se me había mandado y que, si yo hacía ese vídeo, se paraba todo este acoso. Porque yo siento acoso, mis hijos sienten acoso, que están agobiados, que están angustiados», explicó en su directo vespertino desde su canal en la plataforma Santuario Libertad.

La mentira patológica, ¿un trastorno narcisista?
Pese a que en el cine, por ejemplo, se ha explotado la esfera patológica de la mentira en películas como Mentiroso compulsivo, protagonizada por Jim Carrey, la realidad es bastante más compleja. Nadie entra a la consulta de un psiquiatra para escuchar de boca del profesional: «Lamento decirle que usted padece de mentiroso compulsivo». De hecho, todos mentimos, como aclaró en La Voz de la Salud el catedrático de Psicobiología y profesor de Psicofisiología y Psicología Fisiológica José María Martínez: «Esas personas que dicen que nunca mienten o que siempre van con la verdad por delante, bueno, es posible que se refieran a grandes mentiras, a esas que hacen daño; pero una piadosa, todos hemos recurrido a ella alguna vez. Estas personas seguramente se refieren a que dicen siempre la verdad cuando el tema es importante».
Es cierto también que varios trastornos presentes en el DSM-5 incluyen el uso de la mentira entre los síntomas para elaborar un diagnóstico. Entre ellos, el llamado trastorno de la conducta, así como el trastorno de la personalidad antisocial u otros más obvios como el juego patológico. No obstante, y en base al énfasis que Cuesta hace en ese «grave problema de ego», la balanza podría decantarse también hacia un trastorno de la personalidad narcisista. Este diagnóstico se caracteriza por un «patrón dominante de grandeza (en la fantasía o en el comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, que comienza en las primeras etapas de la vida adulta y se presenta en diversos contextos», según el manual que advierte que, para confirmar el diagnóstico, deben cumplirse cinco (o más) de los siguientes síntomas:
- Sentimientos de grandeza y prepotencia, exagerando logros y talentos, esperando ser reconocido como superior sin contar con los correspondientes éxitos.
- Ensoñación de fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza o amor ideal ilimitado.
- Creerse especial y único; solo comprendido o con la posibilidad de relacionarse con otras personas (o instituciones) especiales o de alto estatus.
- Necesidad excesiva de admiración.
- Presentar un sentimiento de privilegio, con expectativas no razonables de tratamiento especialmente favorable o de cumplimiento automático de sus expectativas.
- Explotar las relaciones interpersonales; aprovecharse de los demás para sus propios fines.
- Ausencia de empatía: no está dispuesto a reconocer o a identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.
- Con frecuencia, se envidia a los demás o creer que los demás sienten envidia de él.
- Comportamientos o actitudes arrogantes, de superioridad.
Esto es lo que dice el manual sobre este tipo de trastorno que, en cualquier caso, deberá ser categorizado por un profesional de la psiquiatría capaz de discernir si se está, efectivamente, ante un problema comportamental patológico o no. Porque como ya se ha señalado, la presencia de la mentira es inherente al ser humano, y la frontera entre lo que es normal de lo que no lo es no es tan sencilla de trazar.
José María Martínez Martínez explica que mentir de manera constante se puede convertir en un problema de salud mental, pero que existen muchas variedades. «La mentira patológica, la del fabulador, es relativamente rara. Son personas que están mintiendo toda la vida y es muy complicado saber si se lo creen o no. Son personas que llega un momento en el que viven en un mundo de fantasía, se les puede obligar y demostrar que no, pero vuelven a caer», expuso el profesional en este reportaje sobre la neurociencia detrás de la mentira. Con todo, añade: «Estos casos son extraños, es más frecuente el caso de personas que las empiezan diciendo relativamente pequeñas, pero que como ven que les da resultado, lo hacen cada vez más para obtener sus fines». Sobre, concretamente, el trastorno de la personalidad narcisista, Martínez expone: «Es la que pudimos ver en el caso del Pequeño Nicolás. Después, hay otros trastornos como puede ser el trastorno límite de la personalidad, personas que necesitan que los demás estén pendientes de ellos o que no se alejen de ellos, que les demuestren cariño constantemente».
¿Qué es la mielodisplasia y cuál es su relación con el cáncer?
Del mismo modo, Frank Cuesta admitió no padecer cáncer, algo que había asegurado durante años. En concreto, el tipo de cáncer que el falso herpetólogo decía sufrir era una leucemia mielógenacrónica que le venía afectando durante los últimos quince años. Ahora Cuesta, en su último vídeo, dice que, actualmente, no tiene la enfermedad, aunque en esta ocasión y según esta nueva versión admite estar tratándose de mielodisplasia desde hace ocho años. Según la clínica Mayo, «los síndromes mielodisplásicos son un grupo de trastornos causados por células sanguíneas mal formadas o que no funcionan correctamente. Los síndromes mielodisplásicos son producto de los resultados incorrectos en el material esponjoso dentro de los huesos donde se producen las células sanguíneas», es decir, en la médula ósea. Entre las complicaciones de este síndrome mielodisplásico abarcan desde la anemia a una mayor posibilidad de acabar desarrollando cáncer de médula ósea o leucemia. Cuesta no dio más datos en su comunicado en vídeo sobre su progresión clínica.