¿Es posible que no te guste leer?: «Si de niño era una imposición, de adulto puede haber frustración»

Lucía Cancela
Lucía Cancela LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

La «influencer» María Pombo, en una fotografía del pasado mes de abril
La «influencer» María Pombo, en una fotografía del pasado mes de abril Manuel Pinilla Cruces | Europa Press

María Pombo compartió en sus redes sociales un vídeo en el que criticaba la superioridad moral de algunos lectores por tener esta afición; sin embargo, esta actividad tiene múltiples beneficios como mejorar la capacidad de concentración o de atención

04 sep 2025 . Actualizado a las 20:25 h.

María Pombo ha estado esta semana en el ojo del huracán. La influencer —una de las más seguidas de España, con 3,3 millones en Instagram— compartió en su cuenta de Tiktok un vídeo que desató la polémica y, con ello, las críticas. «Creo que hay que empezar a superar que hay gente a la que no le gusta leer. Y encima no sois mejores», comenzaba diciendo.

El comentario de la pequeña de las Pombo venía porque un seguidor le había afeado que tuviese las estanterías de su casa con «trastos» en lugar de libros que se hubiese leído. Esto hizo que la creadora de contenido se quejase de la superioridad moral que observa en algunos lectores. «A todos nos inculcaron la lectura en algún momento de nuestras vidas, y todos tuvimos que probar, pero hay a gente a la que le gusta y gente a la que no», argumentaba María Pombo en su respuesta. Después, continuaba: «Tengo una hermana que es también influencer (Marta, con un millón de seguidores en Instagram), y devora los libros; y, sin embargo, mi otra hermana, que es piloto (Lucía), no ha leído uno en su vida, yo creo». Ella, en cambio, se situaba a sí misma en una posición intermedia: «Leo cosas, pero porque me interesa el contenido, pero no cojo un libro y me leo una historia en mi cama», apuntaba.

Las reacciones, muchas de ellas negativas, no tardaron en llegar. «Es muy bueno leer, una forma de culturizarte. Y si quieres que tus hijos lean desde pequeños, el ejemplo lo tienen que ver en los padres», le comentaba un usuario. Precisamente, para acallar el juicio al que estuvo sometida, no tardó en publicar otro vídeo en el que hablaba de los libros que había consumido últimamente y dejaba la puerta abierta a las recomendaciones de títulos por parte de sus seguidores.

@mariapombo

Respuesta a @ynmabp me encantan mis trastos ✨

♬ [Raw recording] Record playback noise 01 (3 minutes) - Icy Light

Polémica aparte, el debate abierto por la influencer también deja espacio a la reflexión. ¿Es posible que alguien deteste leer? Tamara Pazos, bióloga de formación con un máster en neurociencia y divulgadora, destaca que la lectura no se debe ver como una afición sin más, sino como una habilidad «al igual que lo es ver u oler»: «Se trata de una habilidad adquirida, una neuroplasticidad cultural, que por el contexto en el que nos criamos se nos enseña a unir partes del cerebro y a tener una nueva función», explica. En concreto, esta capacidad se produce por la activación de distintas áreas cerebrales a la vez, como son las que procesan la información visual, la fonológica y la semántica. Una vez que se adquiere, ya no se puede desechar.

La autora de tres librosCrecer sin envejecer (Paidós, 2025), el último— indica que quien hace el socorrido comentario de «a mí no me gusta leer», lo dice porque todavía no ha encontrado su tipo de lectura: «Si alguien está leyendo libros que no le interesan, hay una falta de motivación. Y esta es muy necesaria para hacer una conducta repetida en el tiempo, especialmente, si es algo voluntario como la lectura encuadrada dentro de los pasatiempos», precisa la bióloga.

Sylvie Pérez, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya, reconoce que, con frecuencia, escucha esta afirmación en adolescentes. «Cuando les ofrezco cómicos, por ejemplo, sí que leen. Esto me demuestra que no es un problema de lectura, sino de que la persona no ha encontrado el tipo de contenido que disfruta», comenta la experta de la universidad catalana, que añade: «El contexto es, a su vez, importante. A mí no me gusta leer poesía, pero en el pasado, era lo que más se leía».

El contexto en el que se aprende a leer

La motivación de la que habla Pazos también puede estar vinculada a la experiencia que una persona tuvo cuando aprendió a leer. «Si era una obligación o imposición, algo que no tocó o no se enseñó en el momento y de forma adecuada, puede haber mucha sensación de frustración y pocas ganas de ponerse a ello», explica Pazos. Por el contrario, si desde niño la lectura fue un hábito cercano, rodeado de buenas emociones, como por ejemplo que un adulto le leyera cuentos o se engloba dentro de un momento afectivo y positivo, «es más probable que la persona tenga mayor motivación por la lectura y percepción de competencia», añade la divulgadora, que recuerda que verse como válido en una tarea es fundamental para mantenerla en el tiempo. «Si no hemos consolidado bien la fluidez lectora, no lo disfrutamos, porque no interpretamos bien los mensajes y nos sentimos incompetentes», apunta.

Sentir que uno es incapaz de pararse y leer un libro —sea del tema que sea— también puede tener otras explicaciones. En la actualidad, el uso de pantallas se encuentra entre los problemas principales. En primer lugar, y especialmente en infantes, porque afecta a la consolidación de la escritura y lectura, muy vinculadas. «En el aprendizaje, lo analógico es mejor y más eficiente. Cuando el habla ya está consolidada, lo importante es que se escriba a mano y todo junto, porque se asocia una cosa visual a una palabra y a un significado», explica Pazos.

El problema con los teclados, por ejemplo, es que las letras están separadas y no favorecen la interpretación de un grafema en cuestión de milisegundos. Esto puede entorpecer la fluidez tanto de la escritura como de la lectura, incluso, a edades adultas. «El hecho de que dejemos de escribir a mano también abandona estos circuitos, por eso, pasar mucho tiempo en espacios digitales perjudica la habilidad del lector», añade la divulgadora.

Además, el uso de redes sociales afecta a dos funciones cognitivas fundamentales a la hora coger un libro y centrarse en lo que cuenta: la atención y la memoria ejecutiva. Eso sí, este no es el único factor. De hecho, para la bióloga, la variable que más dificulta la lectura es el estrés. Un mal moderno.

La profesora de la UOC reconoce que, cuando alguien dice que no le gusta leer, tiene muchas implicaciones. «Cuando lo verbalizas significa que no te gusta una forma de culturizarte, de poder abstraerte, de ponerte en otros lugares, de poder viajar con la lectura o de poder aprender cosas que no sabes», expone. Por eso, la experta duda de que, en el fondo, haya alguien «que no disfrute leyendo nada de nada».

Así, ¿qué puede hacer uno para potenciar esta habilidad? Existen distintas estrategias. Desde escribir a mano regularmente, meditar, tener espacios de atención plena o evitar pantallas, «hasta hacer una lectura activa y practicar ejercicio antes de leer», señala Pazos. La memoria de trabajo y la atención se fortalecen con la práctica deportiva. «Por eso, si por ejemplo queremos leer una hora, podemos salir a dar un paseo antes», propone la bióloga especializada en neurociencia.

Cualquier truco basta para no desechar una habilidad que nunca resta a quien la practica. Pazos equipara la lectura a la meditación en lo que a beneficios en la salud se refiere y anima a ver el proceso como una especie de entrenamiento. «Hay que verlo como si levantamos pesas. Cada vez que estás leyendo, te distraes y vuelves al texto, mejoras tu capacidad», comenta. Lejos de lo que se suele pensar, no es tiempo perdido. Esto se extrapola, a su vez, a otros aspectos del día a día: «Leer mejora la atención, la memoria de trabajo, el léxico, la percepción de valía y la capacidad de ponerse en el lugar de otras personas», detalla la divulgadora. Esto último es, precisamente, lo que acaba desarrollando un espíritu crítico.

La lectura a nivel nacional

Más allá del comentario y posterior rectificación de María Pombo, la lectura vive un buen momento en España. Según el Barómetro de Hábitos de la Lectura y Compra de Libros en España 2024, el porcentaje de españoles que lee en su tiempo libre supera el 65 % de la población — 65,5 %—, un incremento de 1,4 puntos más que en el año anterior. Además, esta encuesta también rompe con la creencia de que los jóvenes no cogen un libro. El 75,3 % de los que están entre 14 y 24 años lee en su tiempo libre. En el otro lado de la balanza, la mayoría de quienes no lo hacen explican que no tienen tiempo para ello.

Lucía Cancela
Lucía Cancela
Lucía Cancela

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.

Graduada en Periodismo y CAV. Me especialicé en nuevos formatos en el MPXA. Antes, pasé por Sociedad y después, por la delegación de A Coruña de La Voz de Galicia. Ahora, como redactora en La Voz de la Salud, es momento de contar y seguir aprendiendo sobre ciencia y salud.