Cómo detectar un problema de lenguaje en bebés: «A los 24 meses, un niño ya debería tener un vocabulario de unas 50 palabras»

Lois Balado Tomé
LOIS BALADO LA VOZ DE LA SALUD

LA TRIBU

Los bebés aprender a hablar estableciendo un juego comunicativo con los adultos que comienza ya en los primeros balbuceos.
Los bebés aprender a hablar estableciendo un juego comunicativo con los adultos que comienza ya en los primeros balbuceos. La Voz de la Salud

Claudia Tatiana Escorcia, vicepresidenta primera de la Asociación Española de Logopedia Foniatria y Audiologia, desgrana las etapas normales del aprendizaje del lenguaje en niños, una habilidad en la que no hay plazos fijos

20 dic 2022 . Actualizado a las 10:28 h.

De entre todas las capacidades que tenemos los seres humanos, quizás la más fascinante sea la habilidad que tenemos para comunicarnos a través de las palabras. Existen nutridos ejemplos en el mundo animal de mamíferos que se comunican. Los perros se transmiten información entre ellos a través de su lengua, sus ojos, su rabo o su postura corporal; sabemos que los orangutanes o los delfines también se comunican entre ellos. Pero solo los humanos son capaces de trasladar emociones en forma de palabras a través del lenguaje, un instrumento social que aprendemos con el contacto entre iguales desde que nacemos. ¿Pero en qué momento empezamos a aprender a hablar?, ¿cuáles son los plazos en los que un niño o una niña debería utilizar un discurso rico sintáctica y léxicamente?, ¿cómo detectar un problema en un niño que no habla?

«No existe una edad concreta a la que un niño deba saber hablar sí o sí», explica Claudia Tatiana Escorcia, vicepresidenta primera de la Asociación Española de Logopedia Foniatria y Audiologia (Aelfa) e investigadora de la Universidad Católica de Valencia. «El desarrollo del lenguaje se produce de manera muy progresiva. Los balbuceos ya tienen, de por sí, una intención comunicativa. Tras ellos, aparecerán las primeras palabras, que son capaces, por sí mismas, de transmitir una necesidad, un deseo o una emoción. Luego se va jugando con la combinación de esas palabras para formar frases; y se empieza a combinar frases para formar discursos. No hay una edad concreta», explica la logopeda, que forma parte del personal docente de la universidad levantina.

No obstante, aunque no podamos fijar una edad con precisión, la investigación sí nos permite conocer unas horquillas temporales sobre las que establecer una valoración de los progresos 'normales' del aprendizaje del lenguaje en un niño. «La ciencia nos dice que un niño, a partir del año de vida, empieza a decir palabras muy cortas y sueltas. Entre los 12 y los 18 meses ya es capaz de decir entre seis y diez palabras. A los 24 meses, ya debería tener un vocabulario de unas 50 palabras. Entre los dos y los tres años, de esas 50 palabras ya se sube a 900-1000 palabras. Es en la horquilla entre los dos y los tres es años cuando explota el lenguaje. A partir de los dos, tres y cuatro años, se empieza a utilizar el lenguaje de una manera más organizada. Es importante recordar que, aunque algunos niños puedan no pronunciar algunos fonemas, eso no significa que no sepan el lenguaje. No pronuncian bien un determinado fonema, pero eso no altera su significado y su sentido», explica la profesional.

Horquillas temporales en el aprendizaje del lenguaje de un niño:

  • A partir de los doce meses, comienzan a decir palabras muy cortas y sueltas
  • Entre los 12 y los 18 meses, es capaz de decir entre seis y diez palabras
  • A los 24 meses, el vocabulario ya es de unas 50 palabras
  • Entre los 24 meses y los 36 meses, el vocabulario alcanza las 900-1000 palabras
  • A partir de los cuatro años, el discurso debería ganar complejidad y organización

¿De qué depende que un niño aprenda a hablar más rápido que otro?, ¿cuándo hay que preocuparse?

Todos sabemos que hay niños que aprenden a hablar antes que otros. No obstante, es común que en el entorno familiar siempre aparezca alguien nervioso porque ''Pedro tiene la misma edad que él y ya habla''. Sin herramientas a nuestro alcance, es difícil interpretar el bullicioso cerebro en formación de un bebé. Hasta que aprende a hablar, los adultos solo podemos interpretar como podemos un llanto o un balbuceo, pero no tenemos la garantía de estar haciéndolo bien. ¿Cómo podemos detectar un problema en el aprendizaje del lenguaje?, ¿qué señales deben ponernos alerta?, ¿se puede estimular a un niño para que empiece a hablar? Empecemos por esto último.

La velocidad de aprendizaje del lenguaje está muy relacionada con la estimulación que reciba ese niño o niña. «Aquellos niños que viven en entornos muy enriquecidos, donde tienen muchas posibilidades de aprendizaje, evidentemente van a empezar antes a producir lenguaje antes», asegura Escorcia. ¿Pero qué es un entorno enriquecido o estimulante cuando hablamos de lenguaje?

«La neurociencia, los estudios e investigaciones nos han mostrado que el niño aprende el lenguaje a través de las fuentes de imitación, cuando tienen a su alrededor personas que le sirven de modelo y que estimulan ese hecho comunicativo. Cuando un niño nace, la mamá, el papá o el cuidador principal están alrededor del niño; el niño se está fijando en lo que están diciendo. Cuando nos ponemos de cara a un niño y le hacemos sonidos, el niño responde con unos voceos o unos balbuceos. Cuando el niño se da cuenta de que, al producir ese sonido, las personas a su alrededor lo entienden y le da significado a eso devolviendo otro sonido, empieza un juego comunicativo. El niño va aprendiendo porque está recibiendo un feedback del entorno. Y el entorno a su vez le está incentivando. se le dice 'dime mamá'', o ''yo soy mamá''. El niño, al final de la repetición, se da cuenta que esa persona se llama ''mamá'' e intenta producir “mamá”. Le da significado. Si tenemos un entorno que facilita esto, el niño va aprendiendo», desgrana la logopeda que recalca en la importancia de las figuras de apego para despertar en el niño ese interés y emoción por comunicarse.

Un entorno estimulante para el aprendizaje del habla para un niño o niña es:

Se considera un ambiente estimulante cuando se le indica a un niño cómo se llaman los objetos,las formas, etc. Un ambiente en el que se deje explorar y descubrir y fomentando el interés del niño o niña por su entorno motivando el deseo de aprender. Todo ese aprendizaje se irá consolidando, generando redes sinápticas que permitirán que el niño los pueda utilizar en otras ocasiones.

Del mismo modo, la logopeda explica que un ambiente tóxico ralentizará el proceso de aprendizaje del lenguaje. «Si nosotros tenemos una familia que sufre estrés tóxico, donde el niño vive en un ambiente de discusiones constantes, problemas de salud mental, drogas o ambientes enrarecidos, no va a poder desarrollarse de la misma manera que un niño que esté recibiendo un feedback positivo, que está teniendo oportunidades de aprender. Por eso es importante el entorno», dice. 

¿Cómo saber si un niño que no habla puede presentar un problema?

Es importante recordar que un balbuceo ya es un acto comunicativo, «una forma de expresar una intencionalidad», explica la experta. «Consiste en querer hablar pero todavía no tener las destrezas para hacerlo». 

Tipos de balbuceo

  • Balbuceo reduplicado: Es el balbuceo en el que el niño repite una sílaba (normalmente una consonante y una vocal). El niño juega con distintas entonaciones.
  • Balbuceo no reduplicado: Se trata de un balbuceo en el que el niño o niña produce cadenas de sílabas no repetidas.

En un desarrollo normal, a medida que el niño adquiere nuevas habilidades y destrezas, el balbuceo se va extinguiendo, dando paso a la presentación de las palabras. «Empieza con un ''ma-ma-ma-ma-ma-ma''; posteriormente dice ''mamá'' y pasa a darse cuenta de que mamá significa mamá, que papá es papá o que yaya es yaya. Ese balbuceo se va extinguiendo», relata Escorcia explicando las fases del proceso. Ahora bien, ¿qué pasa cuando un niño no balbucea?, ¿es un síntoma inequívoco de que estamos ante un problema? «Se puede pensar en un problema, pero a veces pasa que el niño nos sorprende y empieza a decir una palabra o una sílaba sin haber pasado previamente por un balbuceo. Lo importante, más que el balbuceo en sí, es la intención comunicativa que tenga el niño. Que tenga deseos, que esté pendiente de las personas que estén en su entorno que responda de alguna manera a esas frases y palabras que les dicen las personas. Cuando el balbuceo no aparece o no se muestra interés o intención comunicativa es cuando empezamos a pensar puede haber algo que no está funcionando bien. Tenemos que estimular para que el niño empiece a utilizar el lenguaje como un medio de comunicación», explica la logopeda.

«Cuando el balbuceo no aparece o no se muestra un interés o una intención comunicativa es cuando empezamos a pensar puede haber algo que no está funcionando bien»

¿Qué patologías puede haber detrás de un retraso en el aprendizaje del habla?

Hay muchas condiciones patológicas que se esconden detrás de un inicio tardío del lenguaje. Claudia Escorcia explica las diferencias que nos podemos encontrar entre niños de las mismas edades a través de un ejemplo: «Hay niños que empiezan tarde porque han empezado la 'carrera' tarde. Esto es como correr una maratón y que, cuando estamos listos para empezar y ya van a dar el pistoletazo de salida, nos damos cuenta de que tenemos desatados los cordones de la zapatilla. Cuando nos agachamos para atarlos, la gente ya ha empezado a correr, así que cuando arrancamos nosotros ya vamos por detrás, pero seguimos haciendo una carrera normal. Llegará un momento en el que alcancemos al resto y no pasará nada. Pero hay otros niños que han empezado tarde la carrera y, en lugar de seguir la misma ruta que el resto de corredores, deciden tomar un atajo. Dicen, ''oye a lo mejor si me meto por aquí, voy a llegar más rápido'' y ahí se desvía ese aprendizaje. Ese desvío hace que ya no lleven las mismas estructuras, que todo se desarrolle a un ritmo diferente».

Por tanto, apreciar un retraso en el lenguaje podría llevarnos a una dislalia o simplemente un retraso del lenguaje. El abanico es amplio y llega hasta patologías un poco más graves como un trastorno del espectro autista o una discapacidad intelectual, que están relacionadas con los procesos del desarrollo del lenguaje. Pero es importante tener en cuenta que si un niño no ha empezado a hablar, no necesariamente tiene que ser un problema. que si un niño tiene un problema en el lenguaje detrás haya una patología. «No es una relación directa. Un niño puede tener un retraso en el lenguaje y no pasarle nada más allá de eso».

Los riesgos de hablar a un niño como si fuésemos bebés

Nos sale casi por inercia. Vemos a un niño en el carrito y empezamos a hablar como si los bebés fuésemos nosotros. «¡Ay mi cosititia, rucurrucurrú», y fórmulas similares. Debemos darnos cuenta que cuando interaccionamos con un bebé le estamos ofreciendo un modelo de lenguaje; el niño asume que ese es un modelo correcto del lenguaje. Del mismo modo, conviene evitar el constante uso de diminutivos ya que a edades muy tempranas los niños se quedan exclusivamente con el final de las palabras. «Con ese final, si todo suena ito, ita, illo, illa», lo que va a aprender el niño es «ito, ito, illa, illa», explica Claudia Tatiana Escorcia. 

El problema con saber decir la erre

Si hay dos fonemas que generan complicaciones en el proceso de aprendizaje del lenguaje son la 'r' y la 'rr'. De hecho, probablemente conozcan a alguna persona adulta que no es capaz de producir ese sonido. ¿Por qué sucede esto? La realidad no puede ser más sencilla, es un sonido que es difícil de producir. «La 'r' es uno de los últimos fonemas que se adquiere en los procesos de desarrollo del lenguaje. Necesita unas condiciones especiales, porque es un sonido vibrante que necesita una cierta habilidad. Un niño puede no producir la 'r' porque le falta praxia, esa capacidad de movilizar la lengua y hacerla vibrar rápido; o puede no decirla porque confunde un tipo de articulación y en vez de decir la 'r' dice una 'l', esto es muy común. Otra causa que puede estar detrás es un problema de discriminación auditiva», apunta la logopeda.

«La 'r' es uno de los últimos fonemas que se adquiere en los procesos de desarrollo del lenguaje. Necesita unas condiciones especiales, porque es un sonido vibrante que necesita una cierta habilidad»

¿Significa esto que no decir 'ratón' o 'Ramón' es por culpa de algún tipo de sordera? «No estoy diciendo que el niño sea sordo o no oiga bien, sino que ese matiz que diferencia un sonido, que es muchas veces muy sutil, el niño no consigue percibirlo. Oye igual 'r' y 'l' y pronuncia 'l' porque le resulta más fácil. La producción de cualquier fonema tiene una base práctica y una base discriminativa. Si ese fonema es el último que se adquiere y el niño falla en alguna de estas dimensiones, le va a costar más trabajo», aclara Escorcia que asegura que se trata del «fonema más complicado». Más todavía cuando toca combinarlo.

Pese a todo, la especialista asegura que este problema se puede corregir. Incluso en adultos. «Muchas veces se pronuncia mal porque se ha cogido un mal vicio. Esto es como conducir. Tú aprendes como te han enseñado, pero luego te acostumbras a coger el volante de una forma, hasta que un día alguien que te dice: ''Tienes que cogerlo así''. Volver a aprender a cogerlo de otra manera cuesta muchísimo. Y aquí sucede lo mismo. Una persona se ha acostumbrado a decir la 'r' utilizando un punto, un modo de articulación particular o una vibración más gutural. Volver a pensar en cómo hacer correctamente el punto, el modo de articulación y generalizarlo es complicado. Ahí es donde casi todos los adultos fracasan. Si le dices a un adulto que diga un 'r' de forma aislada, es muy común que la puede decir perfectamente, pero luego dile que diga 'rosa'. Te va decir otra vez 'gosa' o 'losa', comenta.

En cualquier caso, la investigadora de la Universidad Católica de Valencia llama a no darse por rendido en aquellas personas que hayan llegado a la edad adulta sin ser capaces de producir este complicado sonido. «Esa huella a nivel cerebral hay que resetearla y volver a aprenderla desde cero. Para eso estamos los logopedas. Para ayudar a que esto se consiga. A alguien que no puede le diría que no pierda la esperanza y se busque un buen logopeda».

Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé
Lois Balado Tomé

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.

A Coruña (1988). Redactor multimedia que lleva más de una década haciendo periodismo. Un viaje que empezó en televisión, continuó en la redacción de un periódico y que ahora navega en las aguas abiertas de Internet. Creo en las nuevas narrativas, en que cambian las formas de informarse pero que la necesidad por saber sigue ahí. Conté historias políticas, conté historias deportivas y ahora cuento historias de salud.