Cómo disminuir los microplásticos en tu día a día: «Debemos priorizar las fibras naturales en la ropa»

Macarena Poblete / U.R. LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Exfoliante corporal compuesto por microplásticos.
Exfoliante corporal compuesto por microplásticos. Freepik

Desde ventilar tu casa hasta elegir bien los envases de la comida. Los expertos comparten consejos para minimizar el impacto del plástico en la salud

28 jul 2025 . Actualizado a las 09:18 h.

Están en el aire, en el agua, en los alimentos y en los objetos cotidianos. Los microplásticos, esas diminutas partículas menores a cinco milímetros que contaminan el medio ambiente, ya están dentro de nuestro cuerpo. Diversos estudios advierten que la exposición a este contaminante es constante y puede tener efectos en la salud todavía poco conocidos, pero potencialmente graves. Respiramos, comemos y tocamos plástico, todos los días. Ante esta realidad, hemos pedido a varios expertos que nos expliquen cómo ingresan por las diferentes vías al cuerpo humano y qué medidas podemos tomar para reducir la exposición.

Según un estudio publicado en la revista Environmental Science & Technology, una persona promedio podría estar ingiriendo anualmente 50.000 unidades de microplásticos. Si además se considera la vía de inhalación, la exposición total podría ascender a 121.000 partículas al año. 

Este contaminante puede tener dos orígenes, explica Ethel Eljarrat, directora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). Los primarios, que se fabrican con el objetivo de darles solo un uso, como los que se utilizan en cosmética o detergentes, y los secundarios, que se generan por la degradación de plásticos más grandes por la acción del sol, el viento o las olas. Estos últimos, explica la experta, son «más difíciles de controlar, porque se dispersan por todos los ecosistemas, tanto terrestres como acuáticos, y podemos estar expuestos a ellos a través de lo que comemos, lo que bebemos, y el aire que respiramos».

Pero el problema no es solo la partícula plástica. Los microplásticos funcionan como portadores de aditivos tóxicos, ya que «los efectos que generan estos compuestos químicos no se ven de inmediato. Son efectos de lo que llamamos toxicidad crónica, es decir, estás expuesto a cantidades muy pequeñas cada día de tu vida, por lo que, a medio o largo plazo, esa exposición diaria y continuada puede llegar a causar problemas de salud», afirma la experta.

Eljarrat advierte que la mayoría de los compuestos analizados son disruptores endocrinos, lo que significa que pueden desencadenar problemas de obesidad, diabetes y fertilidad. Además, señaló que algunos de estos compuestos poseen propiedades neurotóxicas y otros son cancerígenos.

El aire que no podemos dejar de respirar

«No podemos elegir no respirar, y estos microplásticos están por todas partes», afirma Carlos Baeza, médico del Servicio de Neumología del Hospital General Universitario de Elche e investigador de la presencia de microplásticos en las vías respiratorias. Aunque son resultados preliminares, «en nuestro estudio vimos que aquellas personas que tenían más microplásticos en los pulmones presentaban una función respiratoria deteriorada, más inflamación, más nódulos y masas pulmonares visibles en radiografías», asegura el neumólogo. Agrega que uno de los hallazgos más llamativos fue la presencia de gérmenes con potencial patógeno junto a las partículas plásticas. «Podrían tener un papel en la transmisión de enfermedades infecciosas respiratorias», afirma Baeza.

Además, el tipo de microplásticos encontrados en los pulmones coincide en gran parte con los presentes en textiles, como la viscosa (un tipo de fibra artificial celulósica), utilizada en prendas de vestir y ropa de cama. En el caso de los espacios urbanos, se ha detectado una fuente significativa: «Hasta el 10% de las partículas en suspensión en el aire de las ciudades podrían atribuirse al desgaste de neumáticos», señala el especialista.

Cómo reducir la exposición:

  • Ventilar los espacios interiores con regularidad: «Sabemos que las concentraciones de microplásticos son mayores en interiores que en exteriores», indica Baeza.
  • Usar aspiradoras con filtro de aire de partículas de alta eficiencia (HEPA, por sus siglas en inglés), que capturan objetos ultrafinos.
  • Reducir textiles sintéticos en prendas de vestir y en casa, como la ropa de cama, alfombras, cortinas y tapizados.
  • Evitar el tabaco: «Los filtros de los cigarrillos están hechos aquí en Occidente por unas fibras de plástico, de acetato de celulosa, que es precisamente el polímero que con mayor frecuencia hemos encontrado en los bronquios de los fumadores», asegura el neumólogo.
  • Minimizar el uso de ambientadores, esprays o productos en aerosol que puedan contribuir a la suspensión de partículas en el aire.

Lo que comemos y bebemos

Ethel Eljarrat, directora del IDAEA-CSIC, explica que la contaminación ambiental afecta también a los alimentos. Por ejemplo, al consumir pescado de mares contaminados, es probable que contenga microplásticos. Estos contaminantes también se encuentran frecuentemente en los alimentos ultraprocesados. Además, el simple contacto de un envase de plástico con la comida puede provocar su contaminación.

Cómo reducir la exposición:

  • Evitar calentar alimentos en envases de plástico, especialmente en microondas: «A más temperatura, más transferencia de microplásticos y aditivos al alimento», señala Eljarrat. En su lugar, usar recipientes de vidrio, acero inoxidable o cerámica para almacenar o calentar comida.
  • Reducir el consumo de productos ultraprocesados.
  • Sobre el agua, tanto del grifo como embotellada, Eljarrat aclara que ambas pueden contener microplásticos. «El agua del grifo puede contaminarse por los conductos plásticos, y la embotellada por el propio envase», explica. Sin embargo, «aunque los niveles puedan ser similares, es preferible beber agua del grifo para no generar residuos plásticos que acaban en los ecosistemas», asegura la doctora en ciencias químicas.
  • Escoger alimentos frescos y sin embalaje plástico, priorizando aquellos producidos localmente.
  • Evitar los utensilios de comida de plástico, como las tablas para cortar. 

En lo que usamos

El uso cotidiano de dentífricos y productos cosméticos también puede aumentar la exposición a microplásticos. Y, aunque menos estudiada, la piel constituye otra vía de entrada, especialmente de los compuestos químicos que suelen acompañarlos. «Creo que se ha considerado una vía minoritaria porque no se ha investigado lo suficiente», advierte Eljarrat.

Cómo reducir la exposición:

  • Evitar cosméticos y exfoliantes con microesferas plásticas, aunque en Europa muchos ya han sido prohibidos.
  • Elegir productos de higiene personal sin envases plásticos o con certificaciones ecológicas.
  • Priorizar ropa hecha con fibras naturales como algodón, lino o lana, especialmente en prendas que estén en contacto directo con la piel.

Con la producción de plástico en aumento, también crecerá la exposición a estas partículas. Por eso, Eljarrat propone exigir políticas públicas más responsables: «No puedes dejar de comer, ni de beber, ni de respirar. Vivimos en el planeta en el que vivimos. No hay que obsesionarse, pero la ciudadanía tiene que presionar a los legisladores para que tomen las medidas necesarias», afirma con firmeza la especialista.

Mientras tanto, seguir las recomendaciones y mantenerse informado puede marcar la diferencia: «No tenemos que volvernos locos ni demonizar el plástico, pero sí debemos tomar conciencia del uso abusivo que hacemos de él», concluye Baeza.